De forma
Yo sé que estamos en temporada alta política, yo sé que hay mucho apetito por opinar y debatir sobre los precandidatos, por no dejar pasar un día sin citar a cuentas a los que aspiran a gobernar el país…
…pero quiero tomarme un día, espero que con su permiso, para hablar de cine.
Me encanta ir al cine. No sólo ver películas. Me gusta asistir a las salas, comprar palomitas y acompañarlas de un exprés doble. Lo hago al menos una vez a la semana y si tengo suerte hasta dos. A veces me voy de pinta un jueves a la hora de la comida. Pero no soy experto. Sólo muy aficionado. He visto muchas películas, pero no es la mía una voz autorizada en este arte. Me expreso como simple espectador, que puede entretenerse feliz con una buena de Avengers o disfrutar pleno el postimpresionismo visual de Cartas de Van Gogh.
Advertencia superada, a La Forma del Agua.
Es una película que tenemos que ver: su director es mexicano, recibió trece nominaciones a los premios Oscar, es tema de conversación. Hay que verla y punto.
Es apacible como nadar bajo el agua sin preocuparse por el oxígeno, es trepidante como una travesura en la que están a punto de cacharte, es el miedo a no entender al otro, es seguir leyendo el cuento cuando mis hijos ya se durmieron, y dormir es como nadar bajo el agua sin preocuparse por el oxígeno.
Con tacto y sutileza, Del Toro dibuja un homenaje a las minorías, un elogio a la diversidad. No lo hace con un grito de protesta que sale de un megáfono destemplado. Lo hace desde el alma, con cuidado, con discreción, con respeto, con amorosa eficacia.
Hace diez años quedé seducido por Guillermo Del Toro cuando El Laberinto del Fauno. La coloqué de inmediato como una de mis cinco películas favoritas. Luego tuve la oportunidad de entrevistar al cineasta. Unos minutos que me dejaron la impresión de que es un hombre bueno y bonachón, suave en el trato y de risa fácil, alivianado. Además un genio.
Sus fábulas me atrapan, me derriten. Lo volvió a hacer.
SACIAMORBOS. 1.— Para el registro. Insiste, asegura Liévano Sáenz, director de GCE, que es falsa la encuesta que publicó López Obrador atribuyéndosela a ellos.
2.— En estas Historias de Reportero publiqué hace un par de días las agresiones a la prensa, de los tres precandidatos presidenciales más relevantes. Me escribieron para recordarme más desplantes que no puse en la columna: El Bronco hizo su campaña y trata de justificar sus tropiezos de gobierno montado en la agresión a medios de comunicación; Dante Delgado, acostumbrado al autoritarismo en su gestión política, se pone en plan de tirar línea sobre qué tienen que destacar los reporteros que cubren al Frente y cuándo y cómo pueden entrevistar a su candidato, tan rancio que tuvo que salir el propio Ricardo Anaya a desmentirlo. Paralelamente, preocupante la agresión al convoy de María de Jesús Patricio Marichuy, aspirante a una candidatura independiente, en el que iban también colegas. Desgraciada temporada alta para los que agreden a comunicadores, verbal y físicamente.