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COLUMNA DE HIERRO

Linchar existe

La Ley Lynch significa detener y ejecutar a muerte a los enemigos o delincuentes sin previo juicio. Cándidamente el doctor Matías Quiroz defiende el punto de su gobierno cuando afirma: En Morelos no hubo linchamientos se trató de homicidios.

Verdad de Perogrullo la del fraterno galeno, en una acción desesperada para ocultar las fallas del gobierno que encabeza su Jefe el señor Ramírez, y que el doctor como segundo de abordo tiene obligación de defender a capa y espada, ¡Claro que fueron homicidios! Lynchar es matar. Es condena de muerte sentenciada por la justicia popular convertida en vendetta social.

Más grave que los homicidios es el origen del hecho. Lo que quiere ocultar el Poder Ejecutivo es la causa de los homicidios, la procedencia del linchamiento, no analiza el fondo sino la forma. Sin embargo mi doctor querido, mi apreciable amigo, lo gravísimo y consternante es que el linchamiento homicida brota de la entraña del pueblo de manera espontánea sin premeditación, y de eso no profundiza en su discurso, evade el origen embrionario de La Ley Lynch que aparece en dos lugares del Estado.

En linchamiento hay alevosía y ventaja, porque es una respuesta de la gente, una ofensiva de contragolpe de un grupo de ciudadanos iracundos ante el exceso de impunidad que disfruta el hampa.
Los presuntos delincuentes capturados in fraganti por la masa enardecida, que en grupo vence los temores que infligen siempre los maleantes a sus víctimas inermes.

Faltaba más, la unión hace la fuerza, (como en las elecciones, allí si aceptan que vayamos en masa a elegir a ustedes los gobernantes) La moraleja del linchamiento es: Si la policía no nos protege nos protegemos nosotros solos. Lo que no quiere aceptar el sector oficial es que el linchamiento es una respuesta a la violencia de los delincuentes que asuelan todo el estado: roban, matan, violan, secuestran extorsionan, defraudan amenazan con toda impunidad y muchas veces
la misma Policía del Mando Único delinque con uniforme, y otras de plano opera como parte del gang, involucrada con ellos.

El pueblo se auto-defiende, aunque en Casa Morelos digan que no, que no existen las autodefensas, que no hay ciudadanos armados y que vivimos en Un MUNDO Feliz como el de Aldoux Huxley.

No reconocen que hay linchamientos en el Estado, porque reconocerlo sería admitir que el pueblo se hartó de ser atacado, y de no alcanzar justicia. Pero en el mundo real, si se organizan fuerzas campesinas y ciudadanas armadas para combatir el hampa, lo trágico como  en la Revolución, es que cuando comprueben su efectividad, esas fuerzas de civiles armados se pueden convertir también en grupos delictivos al margen de la Ley, es decir, si el doctor Matías como amo de la gobernabilidad reconociera la existencia de grupos para-policiacos, confesaría tácitamente que estamos a las puertas de la ingobernabilidad y  del caos.

Dicho en otras palabras el linchamiento es la evidencia de que nuestros gobernantes fracasaron en garantizar la vida y el patrimonio de los Morelenses, como juraron ante la Constitución el día que tomaron posesión del Poder
Ejecutivo.

Esa confesión de parte, exigiría relevo de pruebas, por eso Capella el Comisionado del CES, finge demencia; pide pruebas, para evitar reconocer que no la ha hecho, pese a toda su parafernalia su C-5 , el C-4 y sus batallones de
azules apantallantes. Los polis  No pueden parar la ola delictiva. Porque son parte de ella.

A Capellin No le bastan los dos linchamientos y las reuniones secretas que se hacen en el Sur y el Oriente de la entidad. No se preocupe, pronto habrá más, ya las mantas de vecinos vigilantes que avisan a los delincuentes que serán balaceados si entrar a robar en esas zonas son prueba de que los civiles tienen intenciones de auto defenderse, o que ¿no sabe leer?, ¿no ha ido a Ocotepec? bueno no hay más ciego que el que no quiere ver.

Sería equivalente a una confesión de culpa, admitir que cayeron en el delito de omisión, el cual se castiga con el Cese del cargo, una vez admitido un Juicio Político, que no se hará porque tienen corrompido y atascado el
engranaje de los representantes del pueblo, a los diputados, cuyo voto encubridor los exhibe, como traidores.

Todo el pueblo de Morelos  sabe que se han vendido como furcias, como hetairas al señor Gobernador, unos legisladores por miedo, otros por ambición, y a lo mejor algunos otros, se alquilan como ellas, como sus vecinas de la calle Aragón y León por hambre o extrema necesidad. Sea cual fuere su causa, hay traición al compromiso.

Los diputados excepto los del PAN que actuaron dignamente, abandonaron al pueblo de Morelos, y eso les va a costar políticamente, a ellos y a sus partidos en las elecciones del 2018. Por lo pronto, hay desgaste y están quemadísimos.
Volvamos al linchamiento; como dijo el doctor Quiroz, es un homicidio si, pero, ejecutado por el pueblo, hay en Morelos (y en el país) un vacío de justicia y seguridad, que la ira popular llena cuando las instituciones policiacas
y de procuración de justicia han dejado de funcionar

La Ley Lynch brota donde hay una policía corrupta aliada a los criminales y una Procuración de Justicia que no persigue los delitos ni captura a los delincuentes como marcan las estadísticas, automáticamente el pueblo queda en abandono, en estado de indefensión y el derecho a la legítima defensa toma forma masiva en el Linchamiento.

Sirva de colofón explicar que Lynching es un término en idioma  inglés derivado del apellido del Juez Charles Lynch, que ordenó ejecutar sumariamente sin juicio  ni sentencia a un grupo de soldados enemigos en la Guerra de
Secesión. Aquí los chicanos españolizamos el término, y bautizamos como linchamiento, al acto de linchar. Verbo que se practica en Morelos, que ya lo vivieron Lauro Ortega y Antonio Riva Palacio, linchar no es nuevo, es un recurso
antiguo pero eficaz, aunque lo nieguen, como dijo Galileo ...Y sin embargo se mueve...

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