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QUEBRADERO

El Presidente y la elección

 

En medio de ánimos encendidos, enojos colectivos, lugares comunes y los varios escándalos del sexenio, es difícil que se le reconozca al gobierno como lo viene pidiendo el Presidente.

Una de las paradojas de Peña Nieto es que habiendo utilizado a los medios de comunicación, en lo que en 2012 empezaba a ser la irrupción de las redes, y sobre todo echando a andar una auténtica maquinaria de propaganda, no haya podido en la segunda parte de su administración crearse una imagen positiva.

El Presidente no sólo tiene bajos niveles de aceptación, tiene una mala imagen ante la sociedad. No gana una aunque la gane y en amplios sectores no se le reconoce nada. Así ha sido hasta ahora y así va a terminar el sexenio.

Peña Nieto no sólo recibe críticas y memes, también recibe el escarnio. Sólo el paso del tiempo dará una idea pausada y sin pasiones desbocadas de su administración. Quizá así se pueda ver lo que hoy no se ve, no se quiere ver o no se hizo.

El Presidente se la ha pasado en los últimos meses insistiendo en que se reconozca lo que ha hecho. A donde va habla del tema, anda en la ceremonia del adiós. Debe saber que cambiar su imagen es una tarea cercana a lo imposible.

Su insistencia en que se reconozca lo que se ha hecho no sólo busca correr en su favor, también intenta favorecer y ayudar al candidato del PRI, que no es del PRI aunque quiere que el partido lo haga suyo. Al final es el candidato del Presidente, él fue quien decidió.
En escenario paralelo a la elección del 2000, el presidente Zedillo no era “el” problema central. El tema era el PRI y los 75 años en el poder. Los ciudadanos queríamos sacar al tricolor a como diera lugar de Los Pinos, y para ello se nos apareció Vicente Fox. A esto sumemos que Zedillo parecía ser el más satisfecho con el resultado, ni las manos metió.

Ahora tenemos muchas más variantes que las que tuvimos en el 2000. Hay más actores y los ciudadanos hemos evolucionado. Un asunto a atender es que si bien Zedillo dejó que todo fluyera no estamos ciertos de que suceda lo mismo con Peña Nieto. La elección del EdoMex deja la impresión de que el gobierno va a pelear hasta el final, como nos dijo un priista hace pocos días: “por la buena o por la mala”.

La insistencia de que se reconozca lo que se ha hecho busca ayudar a uno llamado José Antonio Meade y a otro que es él mismo.

Es el fin del sexenio y Peña Nieto anda haciendo sus balances. La eventual derrota del PRI va a ser su derrota, la cual lo puede colocar bajo un escenario postsexenal muy difícil, en el que va a parecer en el centro de todas las críticas y denuncias; algunas de ellas ya son públicas.

¿Se le puede reconocer al Presidente sus logros, como él lo plantea? No es que no haya resultados, lo que pasa es que no hay ánimo para ello, Peña Nieto es culpable hasta de lo que no hace.

El caso de la Casa Blanca definió la opinión de muchos. Se conjuntó el hecho mismo, de suyo confuso y escandaloso, hubo un desaseo en la forma de abordar el caso, y finalmente los efectos que tuvo en los medios, a nivel nacional e internacional, y sobre la vida de algunos periodistas, fueron fundamentales.

El caso de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala es otro de los grandes asuntos del sexenio, que también está en el imaginario colectivo. A diferencia de la Casa Blanca el caso estaba fuera de Los Pinos, pero fue de nuevo el desaseo para abordarlo lo que colocó al Presidente en el centro.

Muchas cosas se van a definir en la elección y otras con el paso tiempo.

El Presidente va a tener su prueba final con las elecciones. Como actúe en todo el proceso redefinirá lo que hasta ahora se dice, se sabe y se inventa.

RESQUICIOS.

Hoy inicia el último período ordinario de sesiones del Congreso. Nadie da un veinte porque pase algo importante, y eso que tenemos pendientes designaciones en el SNA y particularmente el Fiscal General, casi nada. Todo son elecciones bajo el “quítate tú para ponerme yo”.

Javier Solórzano Zinser
Ámbito: 
Nacional