¡Los cañonazos de AMLO!
La primera, cuando dijo que sería el Presidente más honesto… “porque solo tengo un brazo para robar”.
Y, la segunda —y celebrada aún en nuestros días— es el epítome de la corrupción: “Nadie aguanta un cañonazo de 50 mil pesos”. Claro, 50 mil pesos de aquellos tiempos.
Y viene a cuento el ejercicio memorioso porque a lo largo del tiempo “los cañonazos” de dinero y/o en especie —mediante puestos públicos— se convirtieron en la metodología privilegiada para cooptar adversarios, para comprar conciencias, para adquirir lealtades y, en suma, para corromper.
¿Quién recurre hoy a esa modalidad de corrupción, ante los ojos de todos, de manera abierta, cínica y hasta lo festeja como si se tratara de una cualidad democrática?
Todos conocen al partido y al dueño del partido. El primero se llama Morena y el segundo responde al nombre de Andrés Manuel López Obrador.
Pero, en realidad, la cooptación y compra de conciencias no es exclusiva de Morena, aunque es cierto que el partido de López Obrador es el que con mayor intensidad acude “al supermercado de la política” para comprar figuras, liderazgos y hasta personalidades.
El caso también se puede ver en el PRI, en el PAN y en el PRD; en realidad en todos los partidos, sobre todo cuando se trata de partidos con potencial para ganar y para repartir puestos públicos.
Sobre el tema, hace horas, el ex jefe nacional del PAN, Germán Martínez, reveló una verdadera joya de “la forma y el fondo” que utiliza López Obrador para estimular la cooptación, la traición y la deslealtad.
Como saben, Germán Martínez es uno de los políticos —en retiro— con la más sólida educación y con los principios mejor colocados. En realidad es un ideólogo del PAN y uno de los demócratas más acabados.
Acaso por ello, Andrés Manuel López Obrador invitó a Germán Martínez a ocupar el puesto de “fiscal general de la República”, invitación que el michoacano rechazó, según explica en su más reciente artículo de Reforma.
En un texto sin desperdicio, Germán Martínez se dice sorprendido por la invitación, además de que no guarda elogios para López Obrador, a quien coloca con mejor preparación y mejor conocimiento de México que el ex presidente Fox. Al guanajuatense lo pendejea y se dice arrepentido de haberlo apoyado.
Escribe Germán Martínez: “La labor política exitosa genera confianza y toca las puertas primordialmente a indecisos o rivales. Andrés Manuel lo hizo conmigo: conversamos con su hijo y otros personajes. Mi sensación de esas pláticas es de franqueza y ‘ganas de ganar’.
“Quizá soy ingenuo después de nueve años fuera de la tarea política (en 2009 renuncié a la presidencia del PAN y no he vuelto a ocupar cargos públicos). No percibí dobleces ni simulaciones, a cada pregunta volvía una respuesta amable, puntual, razonable. Recuerdo de mi primera entrevista: ‘porque me invitan a mí’. Porque queremos gobernar… no dividir al país.”
Luego el ex jefe del PAN se dice devoto de Unamuno y, por ello, dice mantener las dudas sobre López Obrador. Casi al final del texto, Germán Martínez se pregunta si López Obrador lo puede engañar a él o si engaña a todos. Y el propio Germán responde que sí, que López Obrador puede estarlo engañado a él y puede estar engañando a todos.
Lo cierto, sin embargo, es que la historia confirma a López Obrador como un “engañabobos”. Engañó a Cuauhtémoc Cárdenas, engaño a todos en el diario La Jornada; engañó a Los Chuchos, engañó a muchos de sus leales que hoy hablan pestes de él, como Guadalupe Loaeza; engaña cotidianamente con encuestas falsas, con cifras de su gestión en el DF que son mentira, engaña con el desfalco de los segundos pisos, engaña al ocultar que “cobró el diezmo” a miles de trabajadores del GDF para obtener dinero para su causa y, sobre todo, ha engañado durante muchos años con mentiras sobre el fraude, “La Mafia del poder” y el supuesto perdón a infieles que entran a su redil.
Pero lo importante no es si Germán Martínez cree o no en López Obrador, tampoco si López Obrador lo engaña a él o engaña a todos. No, lo verdaderamente importante es la revelación de la metodología empleada por López Obrador para despertar la codicia de los políticos.
¿Y cuál es esa metodología?
Los cañonazos, al estilo de Álvaro Obregón.
Así como AMLO tentó la codicia de Germán Martínez —quien resistió el apetitoso cañonazo, porque es un político de una sola pieza—, así Obrador derrite casi a cualquiera.
¿Ya entendieron por qué se doblan la mayoría de políticos basura que tenemos en México? ¿Ya entendieron la corrupción moral de AMLO?
Al tiempo.