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SERPIENTES Y ESCALERAS

 
 

La designación de Jorge Meade Ocaranza parece la rendición anticipada del PRI. Muchos priístas siguen sin entender qué paso y otros más ya comenzaron a buscar otras opciones políticas de cara a la elección. Igual que en el 2012 parece que el Partido Revolucionario Institucional negoció el estado.

 

En el 2012 el PRI llegó a la contienda con un escenario ideal: superaba por 21 puntos a su rival más cercano, recibía una ola electoral favorable producto del carisma que en ese momento tenía Enrique Peña Nieto y competiría en un estado donde el partido en el gobierno entregaba malas cuentas. Los priístas estaban eufóricos, sentían que era su oportunidad de recuperar el poder y tenían elementos para pensarlo. Entonces aparecieron las ambiciones locales y los intereses políticos nacionales. El PRI perdió la elección por 11 puntos.

Los conflictos internos fueron la clave de la derrota del Revolucionario Institucional en el 2012: la dirigencia estatal no estuvo a la altura del proceso porque era parte de la rebatinga de poder y la integración de una lista con 12 aspirantes lo único que provocó fue complicar la posibilidad de un acuerdo civilizado. Luego de muchas reuniones locales y nacionales y de un intenso cabildeo entre aspirantes hubo un pacto firmado por once de los doce aspirantes en los que se proponía a Guillermo del Valle como candidato de unidad y se advertía que con quien ninguno jalaría era con Amado Orihuela, pues era el único con el que no había posibilidades de ganar. El documento se entregó a la dirigencia nacional y la decisión es por todos conocida.

El sabor de boca que dejó entre los priístas la postulación de Amado Orihuela como candidato a gobernador fue clara: el PRI había negociado el estado y entregaba la plaza. Los acomodos que siguieron al destape no lograron sanar las heridas que provocó el nombramiento y lo que sucedió fue que los grupos priístas bajaron los brazos, en el mejor de los casos no hicieron nada por ayudar a su candidato y en otros, como Manuel Martínez Garrigós, operaron a favor del candidato del PRD.

Seis años más tarde la historia se repite: nuevamente el PRI en Morelos tiene una dirigencia deficiente, incapaz y comprometida con los intereses del gobierno, sólo que ahora no está en la cima de la preferencia electoral local ni goza del beneficio de un representante presidencial fuerte. La designación de Jorge Meade provocó un sisma mayor al de hace seis años, pues no sólo impide la suma de los liderazgos internos, también provoca un rechazo externo porque el candidato del PRI luce como palero del gobierno de Graco Ramírez.

La decisión del Revolucionario Institucional en Morelos vuelve a poner en el imaginario colectivo la idea que el tricolor pactó la entrega del estado y apuesta por la continuidad del proyecto político actual. Jorge Meade no es un candidato electoralmente rentable, no garantiza la suma de los liderazgos del PRI, no es buen operador electoral, ni tampoco goza de buena fama pública. Como si eso no fuera suficiente el Gumaco padece de un serio problema de imagen, no tiene buen ambiente en la prensa y socialmente es mal visto por su cercanía con el gobierno estatal. ¿Por qué el PRI postuló a alguien así?

Las posibilidades de que Jorge Meade Ocaranza recupere el gobierno de Morelos para el PRI son casi nulas; su designación no fue bien recibida ni dentro ni fuera del partido, luego de su destape las redes sociales comenzaron a ubicarlo como el candidato del gobernador y una pieza para ayudar al PRD a retener el control de Morelos. El ambiente entre los aspirantes también fue malo: risas forzadas y rostros adustos contrastaban con la mirada eufórica de tres personajes: el presidente nacional Enrique Ochoa, el precandidato Jorge Meade y el diputado Francisco Moreno.

El registro de Meade como precandidato en la sede de su partido también fue deslucido, no reflejó la imagen de un político fuerte ni fue capaz de mantener en su entorno a todos los aspirantes. No hubo un primer mensaje atractivo, ni tampoco un buen manejo de medios de comunicación: la noticia de que Jorge Meade Ocaranza sería el candidato del PRI en Morelos sólo provocó alegría en los demás partidos, pues se entendió como la rendición anticipada del Revolucionario Institucional.

Entendamos algo: Jorge Meade no será un candidato crítico del gobierno actual porque no está en condiciones de hacerlo; como delegado federal puso la Sedesol al servicio del gobierno de Graco Ramírez y en el 2015 la utilizó como plataforma electoral la Sedesol para ayudar al PRD. El discurso público de Jorge Meade siempre ha sido de reconocimiento a Graco Ramírez, varias veces ha salido en defensa de este gobierno y en innumerables ocasiones ha sido acusado de poner los padrones y los programas federales al servicio del gobierno estatal.

Todavía más: el hijo de Jorge Meade Ocaranza, Jorge Meade González, fue subsecretario de gobierno de Graco Ramírez, coordinó la campaña del PRD en Cuernavaca en el 2015 y hasta hace poco formó parte del equipo de Cuauhtémoc Blanco. Al candidato del PRI en Morelos le será imposible plantear un cambio de rumbo político en el estado porque a lo largo de cinco años él y su familia han estado fuertemente ligados a este régimen y representan, bajo otras siglas, lo mismo que hoy ofrece el gobierno de Nueva Visión.

Los priístas morelenses están en una nueva encrucijada: institucionalmente tendrían que apoyar la candidatura de Meade Ocaranza, pero no se nota ánimo de hacerlo; algunos de ellos ya comenzaron a tocar base en otros partidos y es probable que otros decidan competir bajo otras siglas; lo único seguro que no hay tiempo para cicatrizar las heridas que deja una designación con sabor a entrega.

La actuación de la dirigencia nacional del PRI en Morelos hace pensar en un acuerdo político nacional para ceder la plaza, una forma poco ortodoxa de rendirse sin dar batalla para obtener algún otro tipo de beneficio. Aquí los priístas siguen sin entender la decisión y no acaban de decidir cuál será su siguiente paso. La postulación de Jorge Meade como candidato cayó como balde de agua helada a todos y modificó completamente el escenario de competitividad que algunos consideraban que aún podría tener el PRI en Morelos.

Con esta decisión es casi imposible que el PRI recupere la gubernatura de Morelos en el 2018. Sólo había un candidato peor que Jorge Meade: Francisco Moreno.

  • posdata

A inicio del año la expectativa del PRD era concretar en Morelos la alianza nacional Por México Al Frente; de hecho la intención era ir más allá: esperaban que en Morelos la coalición se conformara por el PAN, el PRD, MC, el PSD y el Verde. Los jaloneos internos, las diferencias personales locales y la presión política nacional hundió esa posibilidad y al final el PRD sólo pudo pactar con un partido local. El tropiezo se tomó como un golpe fulminante al PRD y a su candidato.

Hace una semana se procesó la precandidatura de la coalición Morena-PES-PT. Ahí las cosas se veían más sencillas, todo indicaba que habría un tránsito más o menos civilizado aunque no sería fácil meter a Cuauhtémoc Blanco en lugar de Rabín Salazar. Comenzó entonces el jaloneo y una lucha interna que poco a poco fue creciendo hasta llegar al enfrentamiento entre grupos; las diferencias se dejaron ver cuando el senador boicoteó el destape del futbolista y luego apareció López Obrador corrigiéndole la plana a la dirigencia nacional. Hoy en esa coalición las cosas ya no son tersas, la militancia de Morena está enfadada y hasta la dirigencia nacional se ha deslindado del alcalde capitalino al señalar que es candidato del PES y ellos responderán por los temas legales que el futbolista tiene pendientes de resolver. Cuau es el candidato de AMLO, pero no de la militancia de Morena en Morelos.

Ahora tocó el turno al PRI: fueron muchos días de diálogo, encuentros e intentos de conciliación; se firmó una carta compromiso en donde todos los aspirantes aceptaban por anticipado la decisión del comité nacional y confiaban que desde allá se tomaría el mejor juicio. Al final los rostros de los priístas reflejaron su sentir: ninguno quedó conforme con la postulación y todos advirtieron que se había tomado una decisión equivocada que complicaba severamente el escenario. La unidad priísta no se logró antes de definir al precandidato y no se alcanzará ahora que ya se ha destapado.

Faltan aún que se defina el precandidato de la alianza entre el PAN y Movimiento Ciudadano; algunas voces consideran que el ungido será el doctor Víctor Caballero, aunque su dirigencia estatal lo tiene vetado porque impulsa a un empresario de apellido Pedroza, al que muy pocos conocen. La dirigencia estatal naranja ya puso en la mesa el nombre del doctor Francisco Coronato y esto mete presión a un proceso de selección que no parece ser tan álgido como el de los otros partidos, pero no quedará exento de voces de inconformidad.

A la vuelta de un mes ya conocemos a tres precandidatos, faltan menos de 15 días para que el plazo de ley se venza y se tengan que definir los nombres del resto de quienes estarán en la boleta para gobernador. La incertidumbre ha sido la constante en este proceso electoral, ensalzada ahora con la inconformidad interna y el revuelo político por los cambios que se dan en todos lados.

Hasta ahora ninguna coalición ha logrado sacar limpios sus procesos, ni tampoco ha alcanzado las metas que se habían trazado. Lo que veremos en el proceso electoral será el resultado de muchas circunstancias que enrarecen el panorama político, contaminan el ambiente social y aumentan el enfado ciudadano.

La del 2018 será una elección difícil para todos.

  • nota

Al inicio del último periodo de sesiones de la legislatura actual el diputado Javier Estrada González acusó a Francisco Moreno de quebrar el congreso, de robarse el dinero público, de dañar a los trabajadores y de causar mucho daño a cientos de familia. “Es un desgraciado” dijo con todas sus letras el legislador Verde al tiempo de reiterar su rechazo público a un personaje que además, dijo, fue la razón para que su partido no pactara con el PRI en la elección actual.

Los dichos de Javier Estrada no tuvieron pierde, fueron verdades absolutas que golpearon al resto de los priístas a quienes el mismo legislador acusó de cómplices por proteger la corrupción del minúsculo y misógino diputado.

El debate pasó de la tribuna hasta los lugares: ya entrados en gastos y de manera directa Javier dijo a la bancada del PRI: “Se la van a pelar… ¿cuándo van a que no ganan en Morelos?”.

¡Aplausos a Javier!

  • post it

Las redes sociales tomaron muy mal la designación de Jorge Meade como precandidato del PRI. Ciudadanos, comunicadores y algunos actores políticos externaron su desagrado y en varios casos la coincidencia fue que es un candidato a modo del gobernador.

El troleo del equipo que acompaña al ex delegado no ha logrado matizar el sentimiento adverso que hay hacia el ex delegado; Meade Ocaranza no tiene buena imagen pública, tiene una mala fama bien ganada y además está confrontado con muchos sectores sociales, políticos y medios de comunicación.

El trabajo en tierra, la comunicación y el tiempo son tres elementos fundamentales para ganar la elección; el PRI de Meade no tiene mucho trabajo de tierra, carece de una buena comunicación y el tiempo no le alcanzará.

Los JorgeBots pueden tutiear muchas cosas, pueden agredir a todos los que quieran, pero ni así lograrán mejorar la imagen de un hombre que no es bien visto por la gente y desde hace mucho alcanzó su techo electoral.

El problema de Jorge Meade no es de trabajo, sino de actitud. Es, para entenderlo claramente, un Graco con botox.

  • redes sociales

Los memes son una nueva forma de comunicar. Algunos son lapidarios.

  • es viernes

Para qué agregar más: Hoy toca.

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