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SERPIENTES Y ESCALERAS

 
 

El barco se está hundiendo, no hay remedio. Los priístas se han quedado solos, han perdido el rumbo, la identidad y los valores. Estamos frente a lo peor de la política. Por ese partido no vale la pena votar.

 

El priísmo de Morelos vive su peor momento; ni cuando perdieron el poder en el año dos mil el Partido Revolucionario Institucional lució tan dividido y desprestigiado como ahora. Lo que enfrenta la familia revolucionaria morelense es inédito: nunca antes se habían quedado solos en una elección sexenal. En seis meses Alberto Martínez, Francisco Moreno y Mario Chávez acabaron con la dirigencia estatal y el grupo parlamentario; en una semana Jorge Meade hundió la candidatura gubernamental. Si montan un circo, les crecen los enanos.

Lo que pasa en el PRI de Morelos es sorprendente, pero no extraño, la catástrofe política antecede al naufragio electoral, pero todo es resultado del actuar de la dirigencia, de los diputados y del precandidato. Nada de lo que les pasa es fortuito: el divisionismo, el desprestigio público, el distanciamiento social y la debacle política son la consecuencia obvia del proceder de quienes dirigen al priísmo estatal.

Nunca antes el PRI tuvo un grupo parlamentario tan oscuro, tan corrupto y tan repudiado por la sociedad como el de hoy; nunca (y vaya que han tenido momentos malos) el priísmo estuvo personificado por figuras tan proclives a la corrupción, tan desaseadas en su manejo personal y tan distantes de las causas populares. La que vemos es, sin duda, la peor generación de priístas de la historia: gente indecente e inmoral que traicionó a los ciudadanos y abusó de las instituciones, de ahí la crisis que antecede a su derrota electoral.

No tengo claro si alguna vez el PRI fue a una contienda sexenal en Morelos sin el apoyo del Partido Verde, ni tampoco si en los tiempos recientes compitió sólo por la gubernatura. Las alianzas y coaliciones han sido naturales en el PRI, siempre pactaban con otras instituciones y casi siempre competían acompañados de sus dos partidos satélite. Hoy ni ellos quieren estar a su lado.

Este día está programada la visita a Morelos del precandidato presidencial José Antonio Meade; el abanderado tricolor llegará a una tierra llena de conflictos sociales, en donde la constante en los últimos años ha sido la discordia pública y la represión gubernamental, con administraciones municipales quebradas y en la que prevalece el reclamo al gobierno estatal. Aquí el PRI tenía la oportunidad de ganar con una propuesta distinta, de contraste, que escuchara al ciudadano y respondiera a sus necesidades; en lugar de ello los priístas apostaron por lo peor de si mismos: colocaron al frente del partido y en la candidatura a dos personajes de la peor calaña, diametralmente opuestos al precandidato presidencial. Las cabezas del PRI en Morelos son cuestionadas por su integridad, están vinculadas al gobierno estatal y son socialmente impresentables. Ese PRI recibe a José Antonio Meade Kuribreña.

El rompimiento de Nueva Alianza con el PRI es resultado de la pésima conducción partidista y de la mala imagen del precandidato. El Verde no firmó el acuerdo de coalición con el Revolucionario Institucional porque Alberto Martínez nunca buscó a la dirigencia ecologista y el diputado Francisco Moreno Merino bombardeó la alianza. La salida del Panal tiene que ver con lo mismo, añadiendo que el partido de los maestros no está de acuerdo con la postulación de Jorge Meade y hubo mano negra para que se rompiera el pacto.

La división en el Partido Revolucionario Institucional es absoluta e irreparable, algunos ex aspirantes ya están operando en contra del PRI y otros más han negociado con otras siglas. Frente a ello ni la dirigencia estatal, ni la coordinación parlamentaria, ni el precandidato reaccionan; ninguno ha dimensionado el tamaño del problema y todos suponen que la división no impactará en las elecciones; los tres personajes responden a un plan para anular al PRI, acordado desde el gobierno estatal por intermediación de Francisco Moreno Merino, el operador político de Graco Ramírez.

El hundimiento del Partido Revolucionario Institucional en Morelos es inevitable. La salida de Nueva Alianza del convenio de coalición es el remate de una comedia de equivocaciones y componendas que exponen con toda claridad a la peor generación de priístas de la historia, un grupo de personajes que no sólo abandonaron los ideales de su partido, también traicionaron la confianza de los ciudadanos y mancharon el apellido de su familia.

Lo que le pasa al PRI en Morelos no es motivo de júbilo porque confirma lo deteriorada que está la clase política local. Quizá esta debacle sea lo que necesita ese partido para reinventarse, para replantear sus objetivos, para volver a sus raíces, para retomar la agenda social que le dio vida, para recuperar los liderazgos que tuvo en otro tiempo, pero sobre todo para que de una vez por todas expulsen de sus filas a los políticos que tanto daño le han hecho a ese partido y a nuestra sociedad.

Por el PRI que tenemos en Morelos no vale la pena votar.

  • posdata

A media semana se registró como precandidato del PAN a la gubernatura Víctor Caballero Solano. hombre discreto, ordenado y honorable, el panista logró vencer las resistencias que internamente hubo de parte de su dirigencia estatal, del ex gobernador Marco Adame y del propio precandidato a la alcaldía de Cuernavaca Javier Bolaños. Ninguno de ellos estaba de acuerdo en la postulación del doctor y los tres, desde sus trincheras, intentaron evitar que se registrara.

A pesar de todo Caballero ya se registró y se perfila como el futuro candidato de la alianza PAN-MC. Víctor no es el favorito en las encuestas, el rango de conocimiento que tiene entre los ciudadanos es bajo, pero tiene potencial para avanzar en la carrera. Al diputado con licencia le ayuda ir bajo las siglas de un partido que tiene una buena intención de voto en el estado, pero sobre todo que se colocará como la tercera oferta del electorado.

En la carrera por la gubernatura la figura que acapara la atención es la del futbolista Cuauhtémoc Blanco; el alcalde capitalino tiene el brillo que le concede su trayectoria deportiva y la simpatía que provoca su enfrentamiento personal con el gobernador Graco Ramírez. Frente al americanista está el candidato del PRD Rodrigo Gayosso, quien representa la continuidad del proyecto actual y tiene la estructura más fuerte de todos los partidos.

Los tres constituyen ofertas distintas: uno es el cambio radical, el otro es el refrendo de lo actual y el tercero es una vía distinta. Más claro: Cuauhtémoc promete venganza sin ningún proyecto de gobierno, Rodrigo plantea resaltar lo bueno del sexenio y corregir lo malo; Víctor habla de combate a la corrupción y reconciliación.

En los tres equipos de campaña se observa el panorama de manera distinta:

En el equipo de Cuauhtémoc Blanco se respira una confianza que raya en la soberbia, piensan que el triunfo está en sus manos y que no hay manera de que pierdan. Los Cuauhteniños desdeñan a sus rivales y olvidan que a pesar de la fama personal del alcalde y la fuerza de Morena, existen aún temas legales pendientes por resolver que podrían dejarlos fuera de la contienda. Las condiciones para el triunfo del futbolista están dadas, pero la actitud triunfalista es peligrosa y puede ser el punto que eche por tierra la ventaja que hoy tienen.

Del lado de Rodrigo Gayosso la dinámica es opuesta: entienden que su carrera es cuesta arriba, que cargan con la imagen negativa del gobierno y pagan el costo de un régimen en el cual se han cansado de acumular enemigos. El esfuerzo de ese equipo está la calle, en la estructura y de manera poco efectiva en la imagen; el precandidato del PRD está saturando el estado de anuncios y al hacerlo comete un error estratégico; evidentemente no tienen un encargado de medios, ni tampoco un coordinador de campaña que ordene el esfuerzo colectivo.

Con Víctor Caballero se observa un optimismo que no se ve en ningún otro lado; el panista se impuso a las resistencias internas y emerge como una tercera opción que podría abrirse camino en poco tiempo. Al médico le están rodeando de una estructura importada, con especialistas en campañas y profesionales en varias áreas; aunado a ello lo comenzaron a presentar con diversos sectores como la oferta seria de cambio, como el hombre que representa un viraje sin ocurrencias y puede conducir un gobierno que se reconcilie con la sociedad. Saben que van abajo, pero apuestan a que la imagen del doctor y el contraste con las otras propuestas les alcance para ganar.

Si algo extraordinario no sucede (y como está Morelos cualquier cosa puede ocurrir), la pelea por la gubernatura de Morelos será entre estos tres personajes. Uno se mueve a partir de la fama personal y la imagen de un partido que ofrece esperanza, el otro lo hace en función de un trabajo permanente en la calle y la fuerza de su estructura, el tercero apuesta por el contraste y la valoración ciudadana de un cambio inteligente.

  • nota

El trago amargo en el PRI apenas comienza; uno a uno han ido decantándose las posiciones y mostrando a la militancia el terrible error que cometieron al entregar las riendas del partido a una dupla que responde a intereses económicos.

Seis meses han bastado para que el partido se ahogue en sus jugos gástricos, para que la simpatía popular se vuelva repudio y las expectativas de triunfo se esfumen. Peor: en una semana el precandidato acabó de hundir el barco y llevó al tricolor a la peor crisis de los tiempos recientes.

Poco se puede hacer ya en ese partido, el ánimo de los priístas está en el suelo porque saben que las cosas se les complicaron al máximo; no se trata sólo de la suma de los votos de otros partidos (ni el Verde ni Nueva Alianza pueden presumir liderazgo), es más bien el golpe mental, social y político de ver cómo una institución se queda sola y hasta sin aquellos que siempre le sirven de paleros.

De aquí a que se instalen las urnas es muy difícil que las cosas mejoren para el PRI; vista la personalidad y la capacidad de quienes toman las decisiones en ese partido, es más probable que la situación empeore. Luego vendrá el ajuste de cuentas, el conteo de daños y la búsqueda de culpables. De aquí a julio la dirigencia podrá sortear el temporal; una vez que se conozcan los resultados vendrá el revire, el reclamo y la petición al unísono de cambiar a la dirigencia.

Es cíclico en el PRI, sobre todo cuando las cosas les salen mal.

  • post it

En cuestiones públicas, el manejo de la percepción es clave. El gobierno de Nueva Visión descuidó este tema, dejó la estrategia en manos de idiotas y al final se da cuenta el enorme error que fue confrontarse con la sociedad. La gente comenzó muy temprano a ver mal la administración y el régimen nunca hizo nada para tratar de cambiar las cosas. “Es sólo percepción” decía estúpidamente Jorge Messeguer. Cierto: era (es) percepción y eso hundió al PRD en Morelos.

En campaña la percepción vuelve a ser relevante: del lado de Cuauhtémoc Blanco se impulsa la percepción de triunfo, se repite que van a ganar y se crea un ambiente de victoria anticipada. Con Rodrigo Gayosso el planteamiento es otro: la pelea es de dos, nadie ha ganado y la carrera se definirá en el último momento. Con Víctor Caballero la idea es otra, se tratará de vender la esperanza de una carrera de tres en la que el último en arrancar dará la sorpresa; Caballo que alcanza gana.

Fuera de estos tres, no hay manejo de medios en ninguna otra casa de campaña. El PRI está desarticulado y no tiene ni estrategia ni equipo para mover la comunicación. Alejandro Vera es un candidato atractivo, pero sin estructura que le ayude a transformar su trayectoria en votos. Fidel Demédicis es el peor: no tiene nada ni ofrece nada al electorado.

La percepción es clave en una campaña tan peculiar como la actual. Quien mejor la maneje, llevará ventaja sobre los demás.

  • redes sociales

Marco Adame y Javier Bolaños se equivocaron al tratar, hasta el final, de vetar a Víctor Caballero. El primero por sus obvias relaciones con el gobierno actual y marcado interés de jugar del lado del PRD. Lo de Javier no tiene sentido, no había razón para que se opusiera ni motivos para que intentara dejarlo fuera, pues fue el propio Bolaños quien se bajó de la candidatura gubernamental.

Víctor Caballero debe ser inteligente: no se debe pelear, pero tampoco puede olvidar el actuar de ambos personajes. Si ganara la gubernatura, sabe que tiene en ellos a dos aliados, pero ninguno digno de confianza.

  • es viernes

De tacos y de abrazos.

Hoy Toca.

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