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SERPIENTES Y ESCALERAS

 

 

La promesa sigue pendiente, todos los partidos la hacen, pero nadie ha entrado realmente a fondo. Mientras no se combata la corrupción y se acabe con la impunidad, ni el país ni el estado van a salir adelante.

 

La lucha contra la corrupción es un pendiente de todos los partidos y de todos los gobiernos con la sociedad. El abuso de poder, los excesos y las tropelías que se cometen al amparo del poder representan un flagelo que ha lastimado mucho a los ciudadanos. La inseguridad, la corrupción y la impunidad, son temas que deben ser atendidos por los próximos gobiernos, no importa las siglas a las que pertenezcan. Si estos flagelos no se combaten de manera real y frontal, los conflictos del país y de nuestro estado no se van a resolver.

El tamaño del problema que representa la corrupción se puede entender de manera muy clara cuando se observan los estudios de opinión en donde la ciudadanía considera que la corrupción es un asunto más urgente de resolver que la inseguridad. Obvio: si no se soluciona el problema de corrupción es imposible que podamos solventar los demás asuntos, incluyendo la violencia.

El sexenio de Enrique Peña Nieto marcará un antes y un después en este punto. Al priísta no se le recordará por haber sacado adelante las reformas estructurales del país, tampoco por el avance en materia de infraestructura, por sus programas de corte social o la respuesta que tuvieron ante las contingencias naturales. Lo que marcará a este gobierno (además de las pifias personales de su titular) es la enorme corrupción en la que se vio envuelto el país de principio a fin.

Entendamos algo: la corrupción no es un tema exclusivo del gobierno federal ni está focalizado en un partido. El gobierno de la república ha estado envuelto en varios escándalos, varios de ellos han tocado a su titular y hasta a su familia, pero muchos otros crecieron en los estados. Un dato importante en este tema: nunca antes en un sexenio se procesaron por actos de corrupción a tantos ex gobernadores; vamos 15 y la cuenta sigue.

La corrupción está en varios lados, pero no es un asunto cultural como alguna vez lo planteó el presidente Enrique Peña, es más bien es un problema de abuso de poder y de impunidad en las administraciones públicas. Es falso que todos los mexicanos sean corruptos, es falso también que todos los políticos son ladrones, pero es cierto que hoy la política se ha convertido en un negocio y las instituciones se volvieron objeto de intercambio. Mientras no se acabe con la impunidad y se aplique la ley a quienes la violentan, los excesos se seguirán cometiendo.

En Morelos el problema de corrupción es enorme y está a la vista de todos; a nivel estatal en los municipios y en los tres poderes hay casos muy claros de corrupción en todas sus facetas. En el gabinete hay muchos nuevos ricos al amparo del presupuesto, funcionarios cuyo nivel de vida no corresponde a su sueldo que han utilizado el cargo para hacer negocios al amparo del poder. Dos casos concretos: Sergio Beltrán Toto y Andrik Ruíz de Chávez.

Pero no son los únicos, lo mismo se puede observar en los municipios sin distingo de partido y de manera grotesca en el congreso. Recientemente se hicieron públicas denuncias en contra la presidenta del poder judicial; ahí trabajadores y abogados señalan la mala actuación de Carmen Cuevas y la acusan de haber desviado, al menos, 91 millones de pesos de los trabajadores. Por primera vez en mucho tiempo el TSJ incumplió con sus compromisos financieros de fin de año a pesar de que los gastos, se supone, siguen siendo los mismos y el presupuesto aumentó.

El punto es uno: mientras no se aplique la ley a quienes están al frente de las instituciones este problema no se acabará. El problema de corrupción es enorme en el país y ha crecido frente al gobierno de la república. No se trata de culpar al presidente Enrique Peña de corrupto por que hicieron varios gobernadores, pero si de señalar a su administración como cómplice de las tropelías porque a sabiendas de que se estaban cometiendo irregularidades, dejó que las cometieran.

De manera inédita vemos que hay 15 ex gobernadores bajo proceso por actos de corrupción; algunos ya han pisado la cárcel, otros enfrentan procesos de extradición y algunos más están a punto de ser encarcelados. Esta situación no es saludable desde ninguna óptica, se trata de la generación más corrupta de gobernantes, de sujetos que traicionaron la confianza ciudadana y utilizaron el dinero público para abultar su patrimonio personal. El primer paso es que estén en la cárcel , pero el segundo debe ser que devuelvan lo que se robaron.

En Morelos hemos visto muchos actos de corrupción. Durante la administración de Sergio Estrada Cajigal se cometieron muchos actos ilícitos, fue un gobierno de amigos en donde la premisa era que los cuates hicieran negocios. De ese régimen salieron varios millonarios, como Eduardo Becerra, Javier Bolaños, Alfonso Pedroza, Noé Sánchez y otros tantos personajes más. Luego vino la administración de Marco Adame Castillo y las cosas se pusieron peor: durante el gobierno del médico los negocios se hicieron a través de su familia, de su esposa, de sus hermanos, de sus cuñados, de sus hijos… en ese periodo la corrupción fue económica, política y social, ahí entró la delincuencia organizada al gobierno.

Graco Ramírez tuvo la oportunidad de detener ese problema, pero fue incapaz de poner un alto a sus colaboradores. El discurso del perredista ha sido de honestidad, de transparencia, de rendición de cuentas, pero en sus entrañas hay un gabinete que ha traicionado la confianza de la sociedad y de su jefe. Muchos funcionarios presumen desde hace tiempo su nuevo estilo de vida, sus propiedades y sus gustos por la buena vida; varios han comprado propiedades, otros viajan y todos evidencian en las redes sociales su nuevo nivel socioeconómico. Imposible creer en la honestidad que pregona el gobernador cuando desde su equipo suceden estas cosas.

El combate a la corrupción es un asunto pendiente por resolver en nuestro país, de ahí lo llamativo del mensaje de Andrés Manuel López Obrador. El abanderado de Morena no ha soltado esa agenda, la tiene como un tema prioritario y eso le ha granjeado una enorme popularidad social y una alta rentabilidad política. Los otros partidos han dejado sólo a AMLO en ese tema, ninguno se ha atrevido a poner en su agenda la lucha contra la corrupción, ni tampoco el combate frontal a la impunidad. Ni siquiera el gobierno federal que de manera histórica ha actuado contra 15 ex gobernadores, (principalmente de su partido) ha sido capaz de encabezar esa agenda.

En Morelos como en el resto del país el tema de corrupción es atractivo y quien más lo maneja es Cuauhtémoc Blanco. Estratégicamente hablando los otros precandidatos están cometiendo un error al dejar al futbolista sólo en ese tema, pues es asumir que sólo él y su partido están libres de pecado, cuando no es así.

En Morelos la corrupción en los gobiernos es enorme, está presente en los tres niveles y los tres poderes del estado. Ningún partido está libre de culpa, todos en mayor o menor medida han consentido actos fuera de la ley y tienen figuras ligadas a escándalos. Dejar que el candidato de Morena sea el único que abandere la lucha contra la corrupción implica aceptar que sólo él y su gobierno están libres de culpa y son los únicos con calidad moral para hablar. El PAN, el PRD y el PRI tendrían que entrar al debate, hacer compromisos concretos sobre el tema y asumir el reto de poner un alto a la impunidad.

El costo de no hacerlo puede ser perder la elección.

  • posdata

Después de la gubernatura, la presidencia municipal de Cuernavaca es la posición más deseada por los políticos. La capital es el espacio desde donde el PAN construyó el andamiaje para gobernar Morelos en el año dos mil y es ahora la plataforma que utilizará Cuauhtémoc Blanco para ganar el estado.

La de Cuernavaca va a ser una contienda interesante: por un lado está el PAN con Javier Bolaños, un candidato fuerte que tenía los elementos para competir por la gubernatura, pero se bajo a medio camino. La capital es un bastión pianista y el trabajo que algunos militantes de ese partido han hecho puede ser determinante para que el veracruzano gane el próximo 01 de julio.

La otra oferta que tendrá el electorado es del PRI con Víctor Saucedo. El Gumaco llega a la candidatura luego de un desgastarte proceso interno y sin el respaldo de los grupos importantes de su partido. Saucedo tratará de armar una propuesta atractiva para el electorado ofreciendo experiencia y seriedad, pero tiene que cargar la pesadísima losa de un partido socialmente rechazado, con un candidato presidencial que no levanta y un abanderado estatal que dista mucho de ser electoralmente rentable.

El PRD apostará por Julio Yáñez, un personaje del PSD que carga un enorme desgaste social, que forma parte de una legislatura sumamente cuestionada y representa la antítesis del gobierno actual. El diputado del PSD necesita de mucho más que ocurrencias para ganar, tiene que hacer una campaña inteligente, intensa y convincente. No se ve como pueda lograrlo.

En el caso del PES-Morena la historia aún no se escribe; sorprendentemente ni el partido de la esperanza ni el que gobierna la ciudad tienen definido un candidato y no han podido convencer a quien, quisieran que fuera su representante en la boleta: Alejandro Vera. La coalición MoPeT (Morena-PES-PT) considera como posibles candidatos a Gerardo Becerra y a Miguel Lucia, aunque las tres dirigencias siguen buscando a alguien más carismático y con mayor capacidad para gobernar.

Ganar Cuernavaca se ha convertido en una meta prioritaria para quienes ven perdida la carrera gubernamental; un triunfo en la capital no solo les brinda una trinchera en la cual resguardarse, también les proporcionaría un espacio desde donde pueden resurgir como partido y afianzarse como grupo.

En una ciudad tan cosmopolita e informada como Cuernavaca, la estrategia de campaña debe incluir varios elementos, empezando por un buen plan de comunicación.

  • nota

Fiel a su naturaleza, Manuel Martínez volvió a ser presa de su carácter y de sus torpezas. El ex priísta salió expulsado de su partido, no pudo entrar por la puerta de enfrente a Morena y terminó mal en el PT. Hoy no tiene casa política que lo cobije, ni grupo que quiera estar cerca de él.

El ex alcalde va de un error a otro, se confronta, agrede y al final, una vez más, es considerado un político que juega en canchas distintas al mismo tiempo y sirve a dos amos a la vez. A Manuel nadie le tiene confianza.

La expectativa de competir en el 2018 ya es muy remota para Martínez Garrigós; no supo mantener su relación con Rabin Salazar, llevó al plano personal sus diferencias con Cuauhtémoc Blanco y hasta quienes le trataron de ayudar desde Morena hoy lo ven como un alfil del PRD para boicotear la nave obradorista.

La senaduría de la coalición no va a ser para Martínez Garrigos: la primera posición es para una dama y la tiene Lucia Meza, la segunda es para un varón y por acuerdo nacional le corresponde al PES; Ni Cuauhtémoc ni Borbolla se la dejarán.

Manuel volvió a jugar mal sus cartas: llevó al plano personal sus diferencias políticas y se distanció de sus amigos. Ni cómo ayudarlo.

  • post it

Terminó la precampaña y comienza la intercampaña. En un sistema político como el que tenemos, agotado, pervertido, absurdo, lo que vemos es la simulación avalada desde los órganos electorales.

Legalmente hay menos tiempo de campaña, pero en realidad los aspirantes a los diferentes cargos de elección popular pueden promocionarse por medio año. Entre la precampaña, la intercampaña y la campaña sólo cambian algunas cosas, de fondo es lo mismo.

Quienes entiendan el sistema y se muevan con apego a la ley pueden aprovechar las lagunas que concede este esquema electoral. En seis meses (cinco ahora) muchas cosas pueden cambiar en una campaña.

  • redes sociales

Tuitazo mata carita.

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