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QUEBRADERO

Para qué le buscan

Como se han dado las cosas entre los gobierno de México y EUA, no pareciera que tenga sentido que se reúnan sus presidentes. No es tomarle distancia a la siempre imprescindible diplomacia, lo que pasa es que Trump se ha convertido en un personaje al que no hay manera de descifrarlo y leerlo, y más cuando se trata de la relación con nosotros.

Hemos visto y padecido sus desplantes en contra del país, no ha tenido una sola declaración o actitud que sugiera que hay un cambio de señales. Más bien, cada que puede nos envía tuitazos o declaraciones que ratifican cómo nos ve y cómo nos quisiera ver.

No hay duda de que para una tan intensa y tan dependiente relación como la que tienen México y EUA, la cercanía y los encuentros regulares entre sus presidentes son necesarios. Ayudan enormemente a la relación bilateral y tienden a acelerar y crear nuevos acuerdos; el hecho mismo de que los presidentes se vean provoca que se conviertan en centro de atención.

Los medios, las redes, los analistas y la sociedad misma entienden que los encuentros son indicadores de voluntades políticas y personales de los mandatarios. Las reuniones mismas son mensajes para las sociedades de los dos países.

Los encuentros no sólo se hacen para revisar aspectos económicos, políticos, sociales y culturales de la relación, sino también para visualizarse ante al mundo. Por más compleja que sea o pueda llegar a ser la relación, los presidentes entienden y saben de la relevancia que tiene un encuentro entre ellos.

Bajo la actual coyuntura, ¿tiene sentido programar un encuentro entre los presidentes Trump y Peña Nieto? Nunca sale sobrando una reunión bilateral a ese nivel pues, insistimos, fortalece el valor de la diplomacia, en la cual nuestro país tiene una larga y virtuosa experiencia. Está probado, con todo y las irregularidades recientes.

Lo que pasa en este momento es que no hay indicios ni elementos favorables para el encuentro.

No es negarse a la diplomacia; es saber actuar con ella y para ella. No hay indicador que muestre que Trump ha cambiado su visión de México, de su gobierno, de la relación bilateral, de los migrantes y, en general, del país. Sigue bajo una perspectiva discriminatoria y maniquea. Cada vez que puede, lo hace saber.

La Cancillería no puede pensar sólo en limpiarse la cara. El ahora titular de la SRE fue el responsable de la muy desafortunada y lamentable reunión en Los Pinos entre Peña Nieto y Trump, siendo secretario de Hacienda, hasta renunció por ello.

No hay garantía de que en la reunión, antes y después de ella, Trump no vaya a lanzar comentarios, vía su flamígero tuit, en que de nuevo arremeta contra nosotros.

No hay nuevas condiciones, no hay necesidad de hacerlo. La relación fluye a pesar de Trump; la renegociación del TLC camina, aunque sea con dificultades. No vamos a pagar el muro y no quiere hablar de migrantes, de no ser como él quiere.

¿Realmente creen en la Cancillería que hay un nuevo Trump con México?

Para qué le buscan.

RESQUICIOS.

De nuevo el susto y la pérdida de los equilibrios. El temblor del viernes, con su réplica del sábado, volvió a sacudir a varios estados y a la Ciudad de México. Hemos aprendido, y mucho, en materia de prevención. La reacción en la CDMX fue rápida y organizada, sin por ello dejar de vivir en el susto. Como sabemos lo que puede pasar, nuestras acciones son cada vez más serias y responsables.

Lo que resultó lamentable fue la caída del helicóptero militar en Oaxaca, en el que iban, entre otros pasajeros, el titular de Gobernación y el gobernador del estado. Las explicaciones que se han dado sobre el caso dejan dudas. ¿Cómo que el polvo y cómo que se destanteó el seguramente muy profesional piloto militar?

Más vale que aclaren bien y rápido el asunto, no vaya a ser que se hayan tomado decisiones que rebasaron la autoridad del propio piloto.

Ámbito: 
Nacional