¿No que Peña era frívolo, don Andrés?
Hay que decirlo con todas sus letras: el Presidente tuvo un gesto de humanismo que en mucho enaltece a su persona y al país, al llevar a Los Pinos a la comunidad lésbico-gay y mandar desde ahí una iniciativa de reforma constitucional para legalizar en toda la República los matrimonios entre personas de un mismo sexo.
Peña Nieto no es el frívolo encorbatado que a manera de estereotipo se nos ha presentado, o como un insensible al atropello a los derechos de los débiles y de las minorías.
No sólo mandó las iniciativas con propuestas de cambios constitucionales, sino que les abrió a los gay, lesbianas y transexuales la casa de la Presidencia de México, para ser recibidos como ciudadanos de primera, como debemos ser tratados todos.
Enhorabuena por la valentía de dar un paso adelante en el terreno de la igualdad de derechos de los seres humanos, en un país catalogado de machista.
La Iglesia alzó su voz en contra, y está bien que lo haga. Que opine lo que quiera y lo diga, pero no puede boicotear una ley.
Las iglesias están en todo su derecho de decir a sus respectivos feligreses que no se casen si son homosexuales, pero hasta ahí.
La expresidenta del Partido de Acción Nacional, Cecilia Romero, rechazó con virulencia la iniciativa que acepta el matrimonio entre personas de un mismo sexo.
Está en su derecho, pero es un error. El Estado no tiene por qué impedir que dos personas se casen. Ni siquiera debería ser materia de discusión.
Vamos a ver ahora cómo responden los que, en el discurso, se presentan como políticamente progresistas.
Y también cómo interpreta el sector moderno de la sociedad el silencio ominoso que ha guardado el líder de la izquierda en México, Andrés Manuel López Obrador.
Los perredistas ya dijeron que aprobarán con sus votos la iniciativa de igualdad de derechos para las personas con distintas preferencias sexuales. Para ser justos, hay que decir que ellos –destacadamente Ebrard– fueron pioneros en esa lucha, salvo uno de sus gobernantes, López Obrador.
El PRI la va a aprobar, como en efecto lo ha hecho en otras entidades del país.
Vamos a ver qué opina el PAN, pues Cecilia Romero no necesariamente representa lo voz de todo el partido. Habrá discusión, o aprobarán ciertos puntos y otros no. Son un partido de derecha y se vale actuar como tal.
Pero, ¿y Morena? Lo que hay que exigir es un pronunciamiento claro e inequívoco de López Obrador sobre el tema, y no que deje al arbitrio de cada legislador el sentido de su voto.
Él es el principal líder de la izquierda en México y debe expresar su opinión. Especialmente él, que llamaba “frívolo” al Presidente.
Los hechos, y no los dichos, definen a las personas.
Ése es Peña. ¿Y don Andrés, quién es?
Twitter:@PabloHiriart