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SERPIENTES Y ESCALERAS

 

 

Los debates electorales no son para exponer ideas, de hecho muy pocas personas les ponen atención; la verdadera utilidad de los debates en las elecciones es política, tiene que ver con la estrategia de campaña y con el lugar que ocupas en la contienda. En un debate se gana poco, pero se puede perder mucho.

 

Al menos tres de los ocho candidatos a la gubernatura de Morelos proponen debatir; se trata, dicen, de exponer ideas, de contrastar propuestas y ofrecer a los electores elementos para tomar la mejor decisión. Uno de los ocho contendientes ya dijo que no debatirá porque no se mezcla con corruptos. Los debates pueden ser un instrumento de análisis y de juicio, pero también son una herramienta electoral. La regla dice: quien va arriba no debate; el sentido común recomienda: si no puedes ganar, mejor no discutas. ¿A quién le conviene debatir?

Cada uno de los candidatos (al menos aquellos con posibilidad de ganar) tienen una estrategia para obtener el mayor número de votos. Cuauhtémoc Blanco confía en su popularidad, Rodrigo Gayosso apuesta por la estructura, Víctor Caballero quiere ser un candidato que contraste y Jorge Meade espera un milagro.

El futbolista sabe que ir a un debate lo expone a un golpeteo del cual no hay forma de que salga bien librado; el alcalde es un hombre monosílabo que nunca ha debatido, al que le cuesta mucho trabajo organizar sus ideas y no tiene ninguna posibilidad de triunfo en un duelo de ideas. Para Blanco los debates son un riesgo que no está dispuesto a correr porque no tiene nada que ganar y si, por el contrario, mucho que perder. Como puntero en la carrera electoral y sin obligación legal para ir a este tipo de foros, el americanista no participará en debates.

En el otro extremo de la moneda está el candidato del PRI: Jorge Meade, ocupa un lejano cuarto lugar y necesita espacios para lucir, el gumaco quiere enfrentar al futbolista porque sabe que lo puede golpear, porque hay elementos para criticarlo y porque el edil no tiene capacidad (intelectualmente hablando) para responder. En un debate el priísta enfocaría sus baterías contra el presidente municipal y trataría de arrinconarlo a sabiendas que no habría respuesta; el equipo de Blanco lo saben y por ello reiteran: No debatiremos.

Los debates electorales son instrumentos de campaña y parte de la estrategia de los candidatos: su audiencia es baja, su impacto social es mínimo y la mejor parte de ellos es el post debate. La gente pone poca atención a lo que dicen los contendientes y casi siempre se entera hasta el día siguiente de quién ganó por lo que se publica en los medios de comunicación. Muy pocos ven la transmisión.

La campaña que estamos viendo es peculiar: los candidatos mantienen un perfil muy bajo y en el contexto social la gente desconfía de la clase política, está molesta con los gobiernos y distante de las campañas. Ya pasamos las precampañas, estamos en las intercampañas, en breve inician las campañas... y todavía no se nota en la población interés por el proceso electoral.

Los debates son parte de las campañas y serán una herramienta de los candidatos; el del PRI insiste en debatir porque eso les otorgaría reflectores y la oportunidad de meterse a la contienda; en Morena saben que no tienen necesidad de exponerse ni tampoco ganan nada acudiendo a este tipo de foros. Meade quiere enfrentar a Cuauhtémoc para que alguien le haga caso; si acudiera a un debate el alcalde sería cuestionado por todos y quedaría exhibido por su falta de propuestas, su desconocimiento del estado y su dificultad para hablar.

Debatir en la campaña por la gubernatura no es una obligación legal para ningún candidato, es más bien una decisión estratégica de los equipos. Para el electorado morelense este tipo de foros no cambia el escenario político, ni modifica las tendencias electorales, en todo caso evidencia lo que ya es de conocimiento público.

La gente sabe que Cuauhtémoc Blanco no tiene ideas y que desconoce el estado, también que Jorge Meade no es confiable y tiene un pasado tortuoso. Más que un debate político, lo que Morelos necesita es una reflexión social para identificar con cuál de los candidatos le puede ir mejor a nuestro estado.

Again: votemos en el presente pensando en nuestro futuro.

  • posdata

La de Cuernavaca es todavía una contienda a ciegas. Aunque ya se han definido algunas candidaturas, todavía no hay claridad de cómo quedará la boleta electoral.

El PAN, el PRI y el PRD ya postularon a Javier Bolaños, Víctor Saucedo y Julio Yáñez, pero Morena, quien encabeza la preferencia electoral, aún analiza si lanzará a Gerardo Becerra o José Luis Borbolla; el primero es un activista social y el segundo un empresario de confianza del alcalde. José Luis Urióstegui aparecerá en la boleta como el único candidato ciudadano.

En Cuernavaca Morena lleva la delantera seguido del PAN y el PRI; a José Luis Urióstegui aún no lo miden, pero en el arranque podría ubicarse en alguno de los tres primeros lugares; su reto, nada fácil, es hacer que quienes simpatizan con su figura salgan a votar sin una estructura partidista.

La imagen y la estructura serán muy importantes en la contienda de Cuernavaca; quien sea representante de Morena tiene a su favor la simpatía que despierta la propuesta de López Obrador, pero cargará con los malos resultados del gobierno de Cuauhtémoc Blanco. Javier Bolaños presumirá los gobiernos panistas, su postura contra el gobierno de Graco Ramírez y su negativa a ir de la mano del PRD, pero tiene que armar una estructura en muy poco tiempo.

Víctor Saucedo carga con la mala imagen nacional y estatal del PRI y el mal sabor de boca que dejaron los gobiernos tricolores de Cuernavaca; Saucedo no tiene estructura de partido, ni tampoco imagen personal que explotar. Julio Yáñez tiene mala imagen personal, no tiene estructura ni tampoco propuestas. José Luis Urióstegui es para muchos el mejor candidato de todos, pero también se sabe que su lucha contra los partidos es desigual y muy complicada.

En Morena la decisión no es sencilla: el alcalde tiene que mantener su bastión electoral y refrendar el triunfo en el municipio que gobierna, pero tiene que hacerlo con alguien de su confianza, que le sume votos, pero que también le garantice continuidad y certeza; el único que le brinda esos elementos es José Luis Borbolla.

La de Cuernavaca es una carrera de estructuras, pero por las características de la zona metropolitana es también una competencia de imagen. En la capital cuenta mucho la identidad de los candidatos, su historia personal, la forma como se comunican y el enfoque que den a su campaña; la estructura es la base para competir, pero la imagen es el elemento que puede determinar el triunfo.

  • nota

Por muchas razones Jiutepec es la segunda ciudad en importancia de Morelos. Su densidad poblacional, su impacto económico y su ubicación geográfica hacen de ese municipio una capital espejo.

La última elección en Jiutepec fue reñida: se enfrentaron dos priístas con playeras diferentes y al final, en un resultado polémico, Manolo Agüero le ganó a Rafael Reyes por unos cientos de votos.

Tres años más tarde la batalla se repetirá: el alcalde peredista Manolo Agüero volverá a medirse contra Rafa Reyes, sólo que ahora el segundo viste la playera de Morena. Las encuestas en ese municipio colocan al de Morena como favorito porque el desgaste del alcalde es evidente; la lucha será, dice Rafa Reyes, no sólo por ganar la presidencia, implica la transformación de fondo en el municipio, empezando por la revisión de las cuentas municipales y la actuación penal en contra de los funcionarios que desviaron recursos, empezando por el edil.

La de Jiutepec será una batalla épica, sin cuartel y de pronóstico reservado; el discurso de Morena es fuerte, habla de combatir la corrupción y de poner ejemplos claros de combate a la impunidad. Manolo Agüero ofrece continuidad, darle seguimiento al proyecto actual de gobierno y seguir por el mismo rumbo para consolidar los logros alcanzados.

En Jiutepec igual que en Cuernavaca, los ciudadanos están altamente politizados y muy bien informados; en unos meses sabremos si los electores de ese municipio refrendan la confianza en el proyecto actual o buscan un cambio que incluye perseguir legalmente al presidente actual.

  • post it

Algunos personajes del gobierno de nueva visión han estado constantemente en el ojo del huracán, son señalados por manejar muchos recursos, orientar contratos y sacar provecho personal. Dos han sido referidos de manera recurrente: Sergio Beltrán Toto y Andrik Ruíz de Chávez.

Al primero se le vienen tiempos complejos, su fuerza y manto protector se acaba con el sexenio y entonces pasará de ser un personaje poderoso a ser el hilo más delgado de la historia; el primero en la lista de ser procesados. Muchos ojos se han puesto en su figura, varios candidatos ya lo tienen ubicado y lo incluyeron en sus discursos de campaña. ¡Y cómo no! El funcionario pasó de la medianía económica a la abundancia, en un lustro acumuló una fortuna que incluye muchas propiedades en Cancún que su familia presume y que ya es observada por dependencias federales. Irse del estado no resolverá los problemas económicas de Beltrán Toto. Pregúntenle a los ex funcionarios de Duarte.

El otro personaje también es considerado uno de los operadores claves del sexenio, en torno a su actuar se cuentan muchas historias y algunos de los proveedores de medicamentos con quien trató comienzan a filtrar información comprometedora. En días pasados la Coordinadora Morelense de Movimientos Ciudadanos presentó una denuncia en su contra y documentó la compra de una propiedad de más de un millón de dólares. Los procesos penales en contra del ex funcionario estatal ya están tomando forma y las instancias fiscales federales lo observan con lupa.

Uno y otro están en el escaparate público, Sergio Beltrán Toto tiene la encomienda de administrar los recursos para la reconstrucción del estado y también ahí es acusado de desviar recursos y lucrar con la tragedia; Andrik Ruíz de Chávez dejó el cargo hace unos días y está a punto de ser postulado como candidato a diputado federal por el primer distrito, una decisión equivocada que en lugar de ayudar a sus promotores, les va a descomponer el escenario.

Ruíz de Chávez será candidato en medio de acusaciones por mal manejo de recursos y enriquecimiento inexplicable, pero no lo será bajo las siglas del PRD, sino por la alianza PRI-Verde-Panal. En esa posición el ex funcionario dividirá al PRI, no tendrá el apoyo de los maestros, ni unirá al Verde; quien lo promueve se equivoca, pues el joven en lugar de fortalecer al proyecto, dividirá los votos y anulará una posición que se puede ganar con otro candidato.

Dicen que las desgracias no vienen solas: con Rodrigo Castañeda como candidato a diputado local por el primer distrito y Hugo Manzo como candidato en el segundo, el Partido Revolucionario Institucional ya tiene perdidas esas posiciones, igual que la diputación federal.

  • redes sociales

A propósito de debates, un abogado electoral me explica lo siguiente:

A nivel de cargos federales si es obligatorio (debatir), pero en el caso local la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales establece que los debates a cargos estatales serán conforme lo establece la legislación local; en el caso de Morelos no son obligatorios”.

Comentarios para una columna optimista:

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