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"Palmeto": el mexicano que, en plena Guerra Fría, espió para los rusos una década en EEUU

Este antropólogo sobreviviente de la masacre del 2 de octubre del 68 y simpatizante ferviente del EZLN, afirma que nada bueno vendrá de la elección de julio. La partidocracia está en crisis, dice. Con López y Rivas hablamos de los comicios, sobre ese tema de moda que es el espionaje, de la guerra contra el narcotráfico que, sostiene, no es guerra y, también, sobre utopías

Gilberto López y Rivas radica actualmente en Cuernavaca, Morelos, y mantiene cercanía con el EZLN.

Eran los años 70 del siglo pasado. La Guerra Fría, en su apogeo, provocaba tensión de alcance planetario. Estados Unidos y la Unión Soviética querían imponer a la humanidad su visión del mundo y terminaron convirtiendo al planeta en su campo de batalla.     

Y justo ahí, en medio de ese combate soterrado, estaban ellos.

Gilberto López y Rivas y su esposa Alicia Castellanos, mexicanos, en sus veintitantos, espiando para la inteligencia militar soviética, el temido GRU, en el corazón mismo del imperio capitalista Yanqui.

Gilberto y Alicia, cuyo matrimonio alcanza ya 50 años, se conocieron en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.

Ambos sobrevivieron a la masacre estudiantil del 2 de octubre de 1968, en Tlatelolco, que los dejó marcados de por vida, como los dejó marcados el triunfo de la Revolución cubana en 1959, y la convicción de que lograr la utopía socialista era posible.

La pareja espió para los soviéticos entre 1969 y 1978, moviéndose entre Canadá, Estados Unidos y otros países europeos, según David Wise, periodista norteamericano especializado en tramas de espionaje.

En el año 2000 Wise publicó "Cassidy’s Run, The secret spy war over nerve gas", libro que retrata la vida de Joseph Cassidy, un militar de élite estadounidense que actuó como agente doble durante 20 años de su vida.

Cassidy espiaba para los soviéticos, bueno, eso les hizo creer.

En realidad, según el libro de Wise, usó información secreta para desorientar a los soviéticos, que creían estar robando secretos valiosos para desarrollar armas tóxicas.

López y Rivas y Alicia Castellanos, quienes habrían sido reclutados por el GRU a principios de los 60, fueron dos de los informantes de la inteligencia soviética con los que Cassidy intercambió información. 

Las actividades de la pareja fueron descubiertas por el FBI a principios de 1972), irónicamente, en un suburbio cercano a Tampa, Florida, de nombre San Petersburgo.

Agentes federales fueron alertados por Cassidy de que uno de los informantes del gobierno soviético aparecería a una hora determinada, para recoger un paquete secreto al pie de una palmera. El agente enemigo tendría que recoger en el lugar una piedra hueca, con un microfilme dentro con secretos militares.

El hombre que apareció en la escena fue López y Rivas. Los agentes del FBI tomaron fotos de todo y, por el detalle de la palmera, asignaron el nombre clave de “Palmeto” al espía mexicano.

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De acuerdo con el periodista David Wise, López y Rivas fue identificado a principios de la década de 1970 cuando apareció para recoger un microfilme escondido en una piedra hueca al pie de una palmera. López y Rivas apareció en la escena junto con su esposa, Alicia Castellanos, y cargando en una mochila en su espalda a su pequeño hijo. FOTO: ESPECIAL

Confirmaron su identidad gracias a una foto de la placa del vehículo que conducía. Lo rastrearon hasta una agencia de renta de autos. Al momento de contratarlo, López y Rivas mostró una licencia de conducir canadiense con su verdadero nombre en ella.

Desde ese momento la casa de los “Palmettos” en Salt Lake City, Utah, donde residían, fue equipada con micrófonos y cámaras ocultas que les permitieron a los agentes del FBI seguirlos muy de cerca durante los siguientes años.

Todo ese tiempo López y Rivas combinó sus actividades de espionaje con la academia, dedicado especialmente al estudio de la historia de abuso padecidos por los chicanos en Estados Unidos. 

En 1978, finalmente, agentes del FBI los confrontaron y dejaaron al descubierto su mascarada. López y Rivas pensó que iría a prisión, según Wise.

Los agentes les informaron que quedaban en libertad, pero debían abandonar de inmediato el país. López y Rivas pensó que era un engaño, una especie de ley fuga, y que su vida y la de su familia estaban en peligro.

En realidad, el Departamento de Justicia decidió no procesarlos.

Poco después de la publicación del libro de Wise, que dejó al descubierto su pasado, López y Rivas, ya en México, dijo en una entrevista a la Associated Press que todo lo había hecho por sus convicciones. 

“No nos arrepentimos de nada, por el momento histórico en el que vivíamos. Fue una alternativa de lucha. No hicimos nada de lo que pudiéramos avergonzarnos”, dijo.

Después de abandonar Estados Unidos, López y Rivas dedicó su vida a la academia y a la política. Fue dos veces diputado federal y se convirtió en el primer delegado electo en las urnas de la delegación Tlalpan, en el año 2000.

En 2003 renunció al PRD, partido que ayudó a fundar y del que terminó profundamente decepcionado, como del resto de la política tradicional.

Se ha mantenido cerca del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y ha colaborado con el proyecto del Concejo Nacional Indígena, cuya vocera, María de Jesús Patricio Martínez, intentó sin éxito reunir las firmas necesarias para aparecer en la boleta como candidata presidencial independiente en la elección del próximo 1 de julio.

Hace algunas semanas, en una mañana soleada en Cuernavaca, Morelos, donde reside ahroa, López y Rivas interrumpió la colecta de firmas para la candidata zapatista para hablar con EL UNIVERSAL, y esto dijo.  

Dicen que los rusos, a través del espionaje, quieren influir en la elección en México…

- No hay ningún sustento de una intervención de Rusia y sus organismos de inteligencia en las elecciones mexicanas. En Estados Unidos pudo haber ocurrido. Estudiar a Estados Unidos es una necesidad estratégica de los rusos, como lo es exactamente a la inversa.

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