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SERPIENTES Y ESCALERAS

Persiste un mal humor social, a pesar de las cosas buenas, dice el presidente Peña. Eso ocurre a nivel nacional, pero también en Morelos, donde el enfado ciudadano es notorio. ¿Hay o no hay razones para estar enojado en Morelos?

 

Hace algunas semanas el presidente Enrique Peña Nieto habló del sentir de la gente: persiste un mal humor social pese a que hay muchos argumentos y razones para decir que México va avanzando. Algo así puede decirse de lo que pasa ahora en Morelos: somos un estado rico en cultura, bendecido con innumerables bellezas naturales y envidiable por su ubicación geográfica; en la tierra de Zapata hay gente buena, trabajadora, que siempre sale adelante a pesar de las adversidades y que nunca se da por vencida pese al tamaño de los retos. ¿Qué pasa entonces en Morelos? ¿Por qué la gente anda de tan mal humor?

La respuesta a lo que ve el presidente y se percibe en Morelos es obvia: gobiernos. En uno y otro caso vemos un deterioro constante de la confianza ciudadana en sus autoridades, aunque en Morelos este proceso es cada vez más marcado y agudo en todos los sectores sociales.

Es innegable que la administración de Graco Ramírez ha hecho algunas cosas positivas para la gente; ningún gobierno puede marchar sin avanzar en al menos ciertos rubros, porque a pesar de la pasividad o incapacidad que pudieran tener algunas áreas oficiales, es la propia ciudadanía la que con su esfuerzo y empeño empuja al estado hacia delante. El problema no es que todo vaya mal en Morelos, sino que en muchos rubros el camino que siguen las cosas no es el correcto o no gusta a la mayoría de los ciudadanos. Graco gobierna a contrapelo de la sociedad.

La mayor queja en estos más de tres años de administración perredista ha sido la inseguridad: los constantes hechos de violencia, las reiteradas oleadas de inseguridad y el permanente acoso de los grupos delictivos a los ciudadanos es un tema que lastima y hace enojar a las personas.

Pero no se trata sólo de la inseguridad y la violencia manifiesta en todos los sectores de la población, sino de la forma como este gobierno pretende contrarrestarla y la manera como comunica estas y muchas acciones oficiales.

Más claro: los resultados de la estrategia de seguridad en Morelos no son los mejores, pero además de ello el discurso y la postura oficial es falsa y ofensiva. Los ciudadanos podrían entender que el problema es mayor, que el esfuerzo es grande y que los resultados tardan en llegar, pero la estrategia utilizada por esta administración para comunicar sus acciones es mentirosa, ofensiva y victimiza al doble a las víctimas de la violencia.

En lugar de que este gobierno asuma su responsabilidad, escuche a sus representados y explique el porqué de la situación, la nueva visión sigue una estrategia de mentiras, ocultando información o tratando de cambiar la realidad y utilizando un lenguaje agresivo que persigue a quienes se quejan y descalifica a los críticos.

Lo que la administración de Graco Ramírez ha hecho es distanciarse cada vez más de la sociedad y abrir una brecha enorme entre el ciudadano y el gobernante. Sin dudas hay muchas cosas que podrían resaltarse en un gobierno, pero la estrategia oficial se ha construido en torno al carácter y personalidad de la familia gobernante y en lugar de ser un espacio que comunique y dialogue, se ha vuelto un mensaje retador y contestatario.

La gente en Morelos está enojada y tiene razones para estarlo: los problemas de inseguridad se han multiplicado y afectan a todos los estratos sociales y la economía está estancada porque muchos negocios, empresas e inversionistas están yéndose de la entidad por miedo. El estilo de gobernar del PRD ha resultado sumamente agresivo para la población porque en lugar de entender los problemas de la gente, se burla de ellos, los desprecia y los minimiza.

Una a una las promesas de campaña del tabasqueño se han ido desvaneciendo por falta de interés gubernamental o de recursos públicos. El programa más fuerte y consistente de este gobierno es la Beca Salario, mismo que depende en un 98 por ciento de recursos federales, porque es un programa piloto federal. Hoy la obra pública es poca y en muchos casos los proyectos están suspendidos porque, a decir de la propia secretaria de obras, ya no hay dinero para continuarlos.

Podría insistir en la necesidad de que Graco Ramírez ajuste su estrategia, cambie su estilo de gobernar, modifique su actitud personal y mueva piezas en su gobierno; podría, incluso, mencionar que estos acomodos darían oxígeno a su administración y ayudarían a su proyecto político personal, porque si piensa dejar la gubernatura antes de que concluya su ciclo, ya se le está pasando el tiempo para conciliar y abonar a la obligada estabilidad social que necesita al momento de tomar la decisión.

Pero no sirve de nada decirlo o analizarlo, porque a la vista del tabasqueño Morelos es un ente sin voluntad propia que acepta sólo las verdades que dicen sus boletines y (así lo piensa) está convencido de que su forma de gobernar es la mejor. Morelos es un pueblo bicicletero, dice la damota.

Es evidente que este estilo recio de gobernar continuará hasta el final de la administración, no importa si antes hay un relevo del gobernador. Graco Ramírez es un hombre obstinado, lleno de traumas y rencores personales y no va a cambiar; impondrá su estilo de mando siempre que pueda. Es más: si Graco Ramírez decidiera (como algunos afirman) dejar la gubernatura en enero del 2017 y su relevo es Matías Quiroz, las cosas no cambiarán en nada porque el tabasqueño seguirá tomando las decisiones en el estado.

Peor aún: si Matías Quiroz es el gobernador sustituto, la fuerza del poder ejecutivo recaerá en Rodrigo Gayosso, pues el noble secretario no tiene la personalidad ni el carácter para oponerse a las ocurrencias del hijo pródigo.

El enfado social en Morelos es evidente y se puede observar de muchas maneras. Está latente en las expresiones cotidianas en las calles, en las manifestaciones públicas y también en las redes sociales. Morelos no se ha venido abajo porque es el propio ciudadano quien lo mantiene de pie a pesar de la pésima conducción gubernamental que tenemos; si no fuera por la nobleza de la gente y la necesidad de todos de salir adelante, hace mucho que Morelos se habría caído a pedazos por los dislates de sus gobernantes.

  • posdata

En algunas reuniones privadas el gobernador Graco Ramírez ha expresado con simpleza su tranquilidad, a pesar del rumbo que llevan las cosas en el estado. La gente me apoya, está de acuerdo en las acciones que realiza mi gobierno y tiene claro que los que se quejan son sólo unos cuantos, dice.

Una manera de medir el respaldo social, considera Graco, son las marchas. “Ahí me doy cuenta como se siente la gente: al principio había más gente en las calles y ahora puedes ver que sólo unos pocos acompañan a la Coordinadora en su lucha contra mi administración”.

Y agrega: “Una muestra sólida del respaldo social que tiene mi gobierno es la marcha que hicieron los ciudadanos para apoyar mis decisiones; la marcha del PRD fue una expresión legítima y espontánea de aquellos que saben realmente cómo van las cosas y saben distinguir entre una crítica sana y un ataque con fines políticos. ¡Fueron más de 30 mil gentes marchando a mi favor!”.

Las cosas en Morelos, dice Graco, van bien. “Si tenemos algunos problemas, aún no alcanzamos los niveles óptimos de seguridad… pero destacamos en muchos rubros a nivel nacional y somos un ejemplo que toma la federación para implementar políticas públicas en el país”.

En la mente de Graco Ramírez la candidatura presidencial sigue siendo una posibilidad, aunque ahora su primera opción parece ser la dirigencia nacional de su partido. Ir a contienda es algo que llama la atención del tabasqueño, pero encabezar una fuerza partidista a nivel nacional (aunque fuera el cuarto lugar) representaría al todavía gobernador de Morelos la posibilidad de tener interlocución con este presidente y el que llegará después del 2018.

Voy bien, dice Graco, estoy en la competencia, no me descarten, dice Graco al referirse a la carrera presidencial. ¡Y realmente está convencido de ello!.

  • nota

Los ciudadanos volvieron a salir a la calle; acompañaron al obispo en un nuevo llamado por la paz en Morelos.

Fueron miles los que se dieron cita en los cuatro puntos que fijó el líder de la iglesia católica en Morelos como inicio de este nuevo llamado a la tranquilidad.

La gente acudió de blanco, algunos portaban mensajes de paz y otros llevaban imágenes de recuerdo a sus víctimas.

En la caminata se mezclaron ciudadanos y políticos, actores de la sociedad y también la comunidad académica encabezada por el rector Alejandro Vera. Nadie buscó protagonismo propio, como ha ocurrido otras ocasiones; todos sabían que la única voz autorizada en este movimiento era la de Ramón Castro.

La caminata empezó a tiempo y terminó temprano; ríos de gente inundaron el primer cuadro de la ciudad sin que en esta ocasión hubiesen unidades de transporte público para acarrear ciudadanos; quienes acudieron a la marcha por la paz convocada por el obispo lo hicieron por decisión propia y con sus propios medios.

Una vez más los morelenses mostraron que el reclamo más sensible sigue siendo por la paz y la tranquilidad de todos. De nueva cuenta la caminata de obispo fue utilizada como medio de expresión de todas aquellas personas que piden que regrese el estado seguro de hace unos años.

Morelos no es el lugar seguro que nos presume este gobierno; no lo es desde hace muchos años porque varias administraciones lo han ido perdiendo con sus malas decisiones y sus perversas componendas. Lo que hoy vivimos es responsabilidad de Graco, pero también consecuencia de las ocurrencias y las omisiones de otros gobernadores.

El mensaje de ayer en la marcha fue por la paz. La expresión no pudo ser más genuina ni respetuosa, pero quizá ello no sea suficiente para que las autoridades hagan caso. Al fin y al cabo, lo dijo unas horas antes de la caminata el secretario Matías Quiroz: “La marcha está politizada y la utilizarán para pegarle al gobierno”.

Imposible hacer escuchar a quien tiene oídos sordos.

  • post it

Mucho cuidado debe tener el alcalde Cuauhtémoc Blanco con el tema de las donaciones. La denuncia hecha por varios regidores es delicada y puede generar el primer gran problema de su gobierno.

La pavimentación de más de 250 mil metros cuadrados de calles es maravillosa, pero el esquema de “donación” presumido por los hermanos Julio y Roberto Yáñez es, por decir lo menos, extraño.

El edil capitalino debe recordar que ahora es un servidor público con facultades y responsabilidades; a diferencia del futbolista de antes que podía hacer todo lo que quisiera siempre y cuanto no violara la ley, como funcionario Cuauhtémoc sólo puede llevar a cabo aquellas acciones que la ley le faculta.

Bajo la nueva ley de lavado de dinero el esquema de donaciones es muy delicado de operar. Claro que es posible que exista un ciudadano con altísimo sentido filantrópico y un gran cariño por Cuernavaca capaz de “donar” obras por más de 60 millones de pesos; pero incluso en ese supuesto existe un proceso que se debe cumplir y una serie de requisitos que se deben llenar. Y al parecer no se hicieron.

Igual que otros ciudadanos, aplaudo las acciones que hasta el momento ha llevado a cabo el alcalde capitalino; como a muchas personas Cuauhtémoc Blanco me cae bien, sobre todo cuando se le contrasta con otro tipo de políticos. Pero también observo (y eso lo hacen mejor otras personas) que en un gobierno las cosas no resultan de la buena voluntad ni los resultados son consecuencia de la suerte.

Cuauhtémoc Blanco fue un ídolo del fútbol, pero ahora es el alcalde de una ciudad sumamente complicada. El cuidado de sus acciones y también de sus decisiones es clave para que a la vuelta del tiempo su nombre no este ligado a historias de corrupción, como ha sucedido en el pasado reciente.

Insisto: gobernar no es tirar penales ni hacer cuauhtemiñas… tampoco puede resolver los problemas mandando saludar a la hermana de quienes le cuestionan.

  • redes sociales

Las redes sociales son magnánimas. Un día un político, un funcionario o un comunicador tiene algunos cientos de seguidores y a la mañana siguiente sus cuentas superan los cien mil.

A eso se llama volverse popular de la noche a la mañana.

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