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SERPIENTES Y ESCALERAS

 

La campaña priísta en Morelos se está desfondando. La renuncia masiva de militantes para sumarse a la campaña gubernamental del PRD es un signo de la descomposición que hay en ese partido. El problema del tricolor es múltiple: la campaña presidencial no levanta, el voto anti PRI es enorme y el candidato a gobernador en lugar de sumar, resta. El Partido Revolucionario Institucional está viviendo sus peores tiempos.

 

La renuncia masiva de priístas morelenses es un reflejo de la situación que vive ese partido en la entidad. La salida de un grupo de liderazgos regionales un día antes de la visita del candidato presidencial expone la forma como se hunde la campaña de Jorge Meade Ocaranza. El problema del priísmo de Morelos es multifactorial: cargan un gran desgaste nacional, son el partido con mayor nivel de rechazo en el estado y su candidato es el que peores decisiones está tomando. El PRI no tiene posibilidades de ganar la gubernatura de Morelos; su objetivo debe ser no hundirse más allá del cuarto lugar.

Los retos que enfrentan los priístas locales superan su capacidad de reacción y entendimiento. Lo primero es la falta de liderazgo en la candidatura gubernamental; Jorge Meade se ha peleado con todos: con el dirigente estatal, con la secretaria general del partido, con los sectores y con varios candidatos. El carácter y los modos del gumaco no ayudan: es arrogante, excluyente, represor e intolerante.

Pero más allá de eso Meade Ocaranza no sabe trabajar en equipo, no reconoce liderazgos y desconfía de todos. El candidato es un político viejo, hecho a la escuela antigua, acostumbrado a imponer y a que le obedezcan sin chistas; su estilo es claro: primero amedrenta y luego dialoga, suponiendo que con ello espanta a su interlocutor y mejora su margen de negociación. Se equivoca.

El problema de Meade es que la política actual no es la misma de antes: hoy el liderazgo se obtiene con trabajo y no por orden superior, las discusiones se ganan con argumentos y no con golpes y la imagen no se construye con mentiras. Jorge Meade no sabe hacer política moderna.

Dentro del Partido Revolucionario institucional se vive uno de los peores momentos de su hiatoria; hace unas semanas el dirigente estatal estuvo a punto de renunciar como consecuencia de las actitudes e imposiciones del candidato; también la secretaria general del partido ha marcado su distancia con él porque no acepta su estilo, ni está de acuerdo con el incumplimiento de acuerdos. Incluso varios de sus amigos, quienes se la han jugado con él desde hace años y lo apoyaron para obtener la postulación se han distanciado porque los engañó.

La renuncia masiva de priístas en Morelos no sorprendió a nadie, salvo al candidato que llegó al mismo lugar en donde se estaba llevando a cabo e éxodo de militantes a la candidatura de Rodrigo Gayosso. Igual que en otros casos, dicen, a Jorge Meade se le advirtió de las inconformidades, se le dijo que atendiera a la gente, que abriera canales de diálogo y buscara conciliación. Su respuesta fue la misma: minimizó las cosas, supuso que no pasaría nada y de repente se encontró con la salida de una treintena de priístas.

Como priísta viejo el candidato dijo que no pasaba nada, que no se iba nadie importante y que en todo caso se trataba de personas “que desde hace tiempo ya no estaban en el partido”. El rostro del candidato estaba descompuesto, sus primeras expresiones denotaban molestia y ni siquiera lo reblandecido de sus carnes pudieron ocultar sus gestos de encabronamiento.

El PRI se está hundiendo y no hay manera de salvarlo; hace unos meses se hablaba de la importancia de que alcanzaran acuerdos, de que eligieran buenos candidatos y salieran en unidad. Hoy es imposible: el abanico de candidatos es terrible, la unidad no existe ni en el primer círculo y la imagen que refleja esa campaña mezcla tristeza con decepción. La renuncia masiva del lunes fue espectacular, pero no es el único rompimiento que hay en el PRI; las estructuras que quedan en ese partido ya comenzaron a buscar nuevas opciones y más liderazgos de ese partido apuestan por otros horizontes.

Antes del destape de Jorge Meade Ocaranza las cosas ya eran complicadas en el PRI; el dirigente estatal demostró su enanez cuando se hizo acompañar de Francisco Moreno y perdió la conducción política del partido. Las cosas se pusieron peor cuando el PRI entregó el mando político en el estado al gumaco y entonces se acentuó la división, se agudizaron los problemas y se ampliaron las divisiones.

A unas semanas de que arranque la campaña por la gubernatura el PRI de Morelos luce dividido, debilitado, confrontado y sin imagen. Para entender esa situación basta conocer la candidato, ver sus decisiones y observar su estrategia.

En la campaña de Jorge Meade sólo él cree que aún tiene posibilidades de ganar.

  • posdata

Los conflictos en la coalición Juntos Haremos Historia comienzan a mostrar un rostro distinto a lo que hasta ahora nos habían dejado ver los simpatizantes del proyecto de López Obrador. El amor duró hasta que comenzó la repartición de espacios y la disputa de posiciones; ahora vemos una disputa de poder que pone en riesgo la gubernatura.

En Cuernavaca y en Cuautla la coalición no ha podido registrar a los candidatos a la presidencia municipal porque los militantes de Morena interpusieron procesos legales bajo el argumento de que no se cumplió la norma; un juez consideró que los quejosos tenían razón y ordenó al Movimiento de Regeneración Nacional que repitiera las asambleas.

Pero de fondo lo que hay en esta historia es una lucha interna: la gente de Morena no quiere a los candidatos del PES y viceversa; en estos dos municipios las cosas están entrampadas y por esa razón, independientemente de que se repitan los procesos, es altamente probable que se rompa la coalición y cada uno de los tres partidos compita solo.

El problema mayor no es que en Cuernavaca y en Cuautla Morena y PES se dividan, lo más grave es que esto impactará a la campaña estatal porque el candidato a la gubernatura es militante del PES y no goza de la simpatía de la base de Morena. Cuauhtémoc Blanco puede presumir popularidad, pero si no tiene el apoyo de la estructura de López Obrador en la zona metropolitana y oriente del estado, se le complicará ganar la elección.

Un elemento más hay que añadir a este escenario: La popularidad del ex futbolista es alta, pero ha venido disminuyendo de enero a la fecha; el equipo de Blanco presume los puntos que llevan de ventaja, pero no hablan de los que han perdido desde que comenzó el año.

Más aún: aunque Cuauhtémoc Blanco es el puntero en las encuestas, la preferencia hacia su figura ha comenzado a caer y poco a poco se desvanece la idea de que es inalcanzable. Nadie tiene duda que Andrés Manuel López Obrador ganará la elección presidencial en Morelos, pero poco a poco hay más personas que dudan que el futbolista se lleve la gubernatura.

La campaña por el gobierno estatal todavía no empieza y en el staff de Cuauhtémoc Blanco hay confianza en exceso, lo cual los está haciendo cometer errores que a la postre pueden hacer la diferencia en el resultado. Mientras otros candidatos ya tienen a sus equipos funcionando, la estrategia diseñada y la estructura operando, en el cuarto de guerra del futbolista aún no comienzan a trabajar.

El exceso de confianza es un pecado mortal en campaña.

  • nota

Hay varios temas interesantes en la agenda del congreso local. En la mesa de los diputados se han colocado asuntos que tienen que ver con el manejo financiero de algunos gobiernos y pendientes que dejaron algunos funcionarios.

Los legisladores han recibido resultados de auditorías, análisis de cuentas públicas y resolutivos en materia financiera; de lo anterior lo que procede es el carpetazo final en aquellos casos donde los pendientes han sido solventados y el inicio de procedimientos contra quienes obtuvieron un dictamen en contra.

Hay varios ex alcaldes festejando que finalmente quedarán a salvo de procedimientos, porque sus cuentas públicas serán dictaminadas a favor. En otros casos habrá gritos porque las sentencias ordenan la reintegración de recursos públicos en cantidades millonarias.

Un nombre salta en este último tema: Alejandro Villarreal Gasca.

  • post it

Puede ser que las obras que ha realizado esta administración sean importantes (un estadio de fútbol, un museo, piso nuevo en el zócalo...), pero los créditos para hacerlos comprometieron las finanzas de las siguientes cuatro administraciones y limitarán de manera sustancial la operación financiera del próximo gobernador.

A la vuelta del sexenio habría que reconocer que el estadio Agustín Coruco Díaz quedó muy bonito, pero vale preguntarse ¿Era una obra prioritaria?

Peor: costó muchos millones y luego se le regaló a un empresario.

  • redes sociales

Una semana después de haber concluido el registro de candidatos la coalición Juntos Haremos Historia sigue sin tener candidato en Cuernavaca. Mala señal que en el municipio donde gobierna el abanderado de esos partidos no tengan definido a quien competirá. Peor: por falta de acuerdos la coalición se puede romper.

Si eso sucede el panorama es complicado para los tres: en Morena las posibilidades que tienen a la vista se reducen y al final podría quedar Gerardo Becerra; al activista social se le debe reconocer su valentía al encabezar diversas manifestaciones en contra del gobierno de Graco, pero también hay que observarlo como un personaje sin experiencia electoral ni en administración pública, sin base ciudadana ni recursos (de todo tipo) para ir a una campaña. Más aún: Gerardo no goza de la simpatía de la base de Morena ni tampoco tiene el apoyo de los líderes de ese partido; si por alguna razón le entregaran la candidatura, Gerardo andaría sólo, sin recursos, sin apoyo institucional ni ayuda del partido.

En el PES también el panorama se complicaría; la candidatura de la coalición es atractiva para muchos, pero ir a campaña sólo bajo las siglas del Partido Encuentro Social está muy lejos de ser interesante. Sin Morena a un lado, pocos querrían tomar esa candidatura y puede suceder que manden a José Luis Borbolla a falta de alguien más que se anime. Lo mismo ocurre en Cuautla.

Suceda lo que suceda es evidente que en ambos municipios las cosas ya se le complicaron a la coalición y eso pega muy fuerte al proyecto de Cuauhtémoc Blanco. La falta de pericia entre los dirigentes de los tres partidos, las ambiciones en Morena y la inexperiencia del candidato están pasando la factura.

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