El "mochamanos"
“Yo presentaré una iniciativa al Congreso, a ver si los diputados se atreven a aprobarla, necesitamos mocharle la mano al que robe en el servicio público. Eso no es malo, países que han salido de esa corrupción lo han hecho, la única forma de lograrlo es poniendo ejemplos. Yo creo que esta es una parte importante, tenemos que ir más allá de lo que ya hicimos”.
—No habla literalmente, ¿o sí candidato?
—Sí, claro.
—¿Mocharle la mano literalmente?
—Literalmente.
—A ver, explíqueme por favor.
—El que robe hay que mocharle la mano, hay que presentar una iniciativa para que los diputados aprueben esta sanción.
—Cortarles la mano a los delincuentes, ¿eso es lo que usted va a proponer en el Congreso?
—Así es, así es.
Quisiera pensar que no es más que una ocurrencia más del ocurrente, una balandronada más del macho, un gesto caricaturesco de quien se hace llamar por su apodo.
Hace seis años, la nota chusca del debate fue una edecán y las miradas de Quadri, ahora es un candidato que se pretende serio y cuya mayor propuesta es regresar a la barbarie.
No deja de ser curioso, sin embargo, que el día en que se iba a discutir la corrupción la discusión se redujera a las características personales de los candidatos, a sus historias familiares o a mutilaciones como solución.
Como a la hora de hablar de seguridad todo fuera o amnistía o más cárceles. Aunque hay que decir que Meade fue el único que hizo una propuesta un poco más estructurada.
Ahora, lo que sí es para deprimirse es que las primeras encuestas posdebate dejan la actuación de Jaime Rodríguez por encima de su intención de voto. Es decir, no le fue mal. Es más, hay algunas mediciones.
Sí, a un hombre que propuso la barbarie como solución a un problema, le fue mejor que lo esperado.
México 2018. Mutilar da réditos electorales.
Chale.
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