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SERPIENTES Y ESCALERAS

 
 

No hay garantía de que un político cumpla su palabra; ninguna. El voto es un acto de fe a través del cual muchos confiamos en pocos. Pensemos bien el voto: honestidad y justicia es un buen principio.

 

No hay varita mágica para gobernar, ni tampoco garantía de que un político vaya a cumplir; todos mienten, es naturaleza humana. Así lo escucho de voz de un líder católico en una mesa de reflexión en donde se discutió el escenario político actual y el clima que rodea las próximas elecciones. Coincido: gobernar no es sencillo, cumplir no es fácil y nadie nos garantiza que nuestras próximas autoridades vayan a hacer mejor las cosas. El camino es la participación.

Estamos viviendo uno de los procesos electorales más peculiares de los últimos tiempos. En principio pareciera que a muchos, la mayoría quizá, no les interesa escuchar las propuestas de campaña de los candidatos, ni buscar la diferencia entre partidos. El enfado social es evidente y el rechazo a todos los políticos está a la vista, aunque algunos tienen más repudio que otros.

A nivel nacional observamos una disputa que se asemeja más a una pelea callejera que a la contienda por dirigir una nación. Unos y otros se atacan, se ofenden, se descalifican y se acusan de representar lo peor del estado. En el fondo son muy parecidos, todos forman parte de la mafia del poder porque en todos los equipos de campaña hay personajes acusados de lo mismo.

En Morelos las cosas se ven más o menos igual; la diferencia entre candidatos es más notoria por el color de sus playeras que por las ideas que presentan. Obvio: es el mismo estado, somos las mismas personas y se trata de los mismos recursos. Las necesidades que tiene la entidad son las mismas gane quien gane la elección y los elementos que tendrá el próximo gobernador para trabajar no dependen de las siglas que los impulsan.

Graco Ramírez es un mal gobernador, según la apreciación de muchas personas. Marco Adame, Sergio Estrada, Jorge Carrillo Olea y Antonio Riva Palacio también lo fueron, según otros tantos. Los últimos cuatro mandatarios han enfrentado retos muy severos en materia de seguridad y ninguno ha entregado buenas cuentas; quien gane la elección el próximo 01 de julio y proteste como gobernador el 01 de diciembre también deberá enfrentar este cáncer.

Lo dicho por el líder religioso es totalmente cierto: No hay varita mágica para resolver los problemas, ni tampoco garantía de que las próximas autoridades vayan a cumplir sus promesas de campaña; nos queda la esperanza de que así sea, pero tenemos también nuestro voto como instrumento para elegir a quienes más creamos que pueden hacer valer su palabra.

Gobernar no es un asunto individual y precisamente por ello tenemos que ser muy cuidadosos al momento de elegir. Dicen que en estas elecciones correrá mucho dinero y afirman que podría haber un gran operativo para movilizar gente a favor de algunos candidatos. Ojalá todo ese dinero en verdad circule y regrese a manos de los ciudadanos, aunque sea en forma de despensas y propaganda política, pero no olvidemos que en esos segundos en donde el ciudadano se encuentra sólo en la urna, podemos votar por quien queramos, sin importar las ofertas, amenazas, dinero o apoyos recibidos.

Morelos enfrenta dos problemas muy serios en la actualidad: inseguridad y corrupción. No son cosa menor, se trata de dos flagelos que han lastimado mucho a nuestra entidad desde hace varios años y que en lugar de disminuir han ido tomando fuerza. Se puede acusar a un gobernador de incapaz o de corrupto, pero no podemos dejar de ver que los resultados (buenos o malos) dependen también del equipo que los acompañan.

Aún sin tener garantía de que quien resulte ganador de la elección cumplirá sus promesas de campaña, lo importante es la participación ciudadana en forma de votos. Ausentarse de las urnas no perjudica a la clase política, por el contrario, ayuda a quienes tienen más estructura propia para competir. Si más gente vota, no hay forma de que un partido o un candidato compre la elección.

Administrar Morelos nunca ha sido fácil; menos lo será para el próximo jefe de gobierno, que heredará una entidad profundamente endeudada, con altos índices de marginación, de violencia y de impunidad.

En principio tendrá que lidiar con el manejo de una deuda superior a los 11 mil millones de pesos, lo cual compromete las participaciones federales; al mismo tiempo deberá atender un Morelos invadido de grupos delictivos que se pelean la plaza a sangre y fuego.

¿Quién puede con eso? ¿En quién podemos confiar?

Gobernar no es un tema individual. Para que el próximo gobierno sea exitoso, es indispensable que el gabinete que acompañe al gobernador este preparado para hacer su trabajo.

Podemos estar convencidos ya de por quién no votar. La pregunta verdaderamente importante es por quién sí hacerlo.

  • posdata

No hay quien ponga un alto a la violencia en Morelos. Los índices delictivos locales están por las nubes, igual que la cifra de ejecutados en lo que va del año. No hay manera de comprender los niveles de violencia que vivimos, ni de entender la razón de la ola de sangre.

El problema no es exclusivo de Morelos, las cifras de homicidios a nivel nacional son terribles y ya superaron a las del año pasado, que por cierto, fue el año más sangriento de los últimos diez.

¿Cómo entender lo que está pasando? O mejor dicho ¿Cómo solucionarlo?

Las ejecuciones se cometen a plena luz del día, los asaltos son cada vez más violentos y de nueva cuenta aparece Morelos en notas nacionales por la muerte de un sacerdote de la Basílica de Guadalupe.

El problema de la violencia no se va a terminar el primero de julio y difícilmente el panorama cambiará el primero de octubre. La crisis es tremenda, es producto de muchos años de descuido y enormes lazos de complicidad entre delincuentes y gobierno. 

Bien lo dicen los investigadores del Colegio de México: Entre más corrupción hay en un estado, más violencia existe.

  • nota

De facto, el INE está tomando el control del proceso electoral de Morelos. Los cambios que se han hecho en cargos de primer nivel del IMPEPAC tienen que ver con dos cosas: el interés del Instituto Nacional Electoral de que la elección no se vaya de control en el estado y el convencimiento de que los consejeros electorales no tienen la capacidad de conducir el proceso.

Muchas veces desde hace varios meses la presidenta Isabel León ha dicho que la elección está en riesgo y todas las veces ha mencionado que es por la falta de recursos económicos. Lo que no dice, pero está a la vista, es que no hay confianza en el instituto porque existe parcialidad de su parte; es más: las pugnas entre consejeros son de dominio popular y eso se convierte en un foco rojo para partidos, candidatos y ciudadanos.

La intervención del INE en el IMPEPAC designando nuevos funcionarios es una señal importante ante el descrédito en el que se encuentra el organismo electoral. De aquella confianza y certeza que tenía el IEE nada queda, todo ha sido dilapidado por un grupo de funcionarios que cobran muy bien, que reciben millones de pesos cada año, pero trabajan sólo cuando hay elecciones.

La revisión del funcionamiento al organismo electoral debe estar en la agenda del próximo congreso; aunque el nombramiento de los consejeros depende del INE, será importante que a nivel local se señale el mal trabajo que han hecho estos funcionarios y el elevado costo (económico, social y político) que representan para la entidad.

Simple: los consejeros electorales locales no tienen capacidad para conducir la próxima elección. Vaya, ni siquiera gozan ya de la confianza de la gente.

  • post it

Este domingo arrancan las campañas por la gubernatura. Son ocho candidatos, entre los cuales hay una mujer y un independiente. Solo existen dos caminos: la continuidad o el cambio.

Pero entendamos bien: la continuidad no sólo es de un proyecto de gobierno o de un partido, continuidad también puede entenderse como una manera de ejercer el poder. Por ejemplo: Jorge Meade representa la continuidad de Graco Ramírez.

En dos meses los aspirantes a la gubernatura deberán hacer una campaña muy intensa en tierra y con buena presencia en medios de comunicación y redes sociales. La batalla ahora es en diferentes frentes porque al electorado ya no se le llega sólo por una vía.

De ocho candidatos hay que observar a los tres que tienen posibilidad real de ganar: Cuauhtémoc Blanco de la coalición Juntos Haremos Historia, Víctor Caballero de la alianza PAN Movimiento Ciudadano y Rodrigo Gayosso del PRD PSD. Los demás no tienen posibilidades de triunfo, algunos, como Alejandro Vera, ya analizan hacia quién piensan declinar y otros ni siquiera tienen idea de lo que es una campaña.

No hay plazo que no se cumpla. La opinión pública jugará un papel central en este proceso electoral.

  • redes sociales

Ahora son dirigentes de partidos políticos los que elevan la voz y ponen el dedo en la yaga: ¿Dónde está el dinero de la reconstrucción?

Según cifras del dirigente estatal del PAN se trata de más de 7 mil millones de pesos, entre créditos y reorientación de fondos lo que se tiene apartado para ayudar a las familias que resultaron afectadas por el sismo del 19 de septiembre.

Siete meses después de aquellos lamentables sucesos y a pesar de los miles de millones de pesos destinados al tema la gente sigue quejándose de falta de apoyo e insiste en señalar a los funcionarios (Sergio Beltrán Toto y Alexis Ayala) de lucrar políticamente con la tragedia y robarse el dinero de los afectados.

Electoralmente hablando el tema es apetitoso, más de un candidato abanderará la causa de los afectados y acusará al gobierno de malversar recursos. Para entender la rentabilidad política que puede tener esta historia recordemos el pasaje de las despensas, que llevó a Graco Ramírez a convertirse en el gobernador peor calificado de todo el país.

Se puede decir mucho sobre el tema, pero la realidad es una: la gente, los damnificados siguen viviendo en carpas, algunos continúan en albergues y la mayoría sigue esperando los apoyos que les prometieron.

Retomar el tema de la reconstrucción y llevarlo a la campaña no es simplemente un argumento electoral, podría ser la diferencia entre ayudar o no a los miles de morelenses que se quedaron sin vivienda.

Algunos dirán que se quiere politizar el tema; otros pensaríamos que al meter presión, lo que se logrará es que finalmente la ayuda fluya, los recursos lleguen a la gente y quienes lucran con la tragedia obtengan su merecido.

  • es viernes

Pocas, pero muy desequilibradas ideas deben tener en la cabeza aquellos que piensan que la política lo es todo. No confíes en quienes anteponen “su carrera política” al resto de las cosas que el ser humano tiene que hacer en la vida.

Como creerle que quiere hacer lo mejor por los demás quien no está dispuesto a hacerlo por si mismo. La política no es un mal oficio, de hecho, en esencia, representa una de las mejores cosas que el ser humano puede hacer por los demás.

Lo malo son los políticos que tenemos y la forma que tienen ellos de entender la política. La delincuencia más peligrosa que enfrenta nuestro país y muchos países más del mundo está en la clase gobernante, esa que vive de los demás y se aprovecha de todos. Eso no es política.

Para esos ladrones, el desprecio colectivo. O las manos mochas, como dice El Bronco.

Digamos algo mejor: hoy toca.

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