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SERPIENTES Y ESCALERAS

 
Los priístas morelenses saben que ya perdieron la elección; incluso su candidato, ese que afirman que nadie, ni él son indispensables, se ha dado cuenta que no hay nada más que hacer en la contienda. La candidatura del PRI en Morelos nació muerta y él se ha encargado de enterrarla. Lo único que le quiere ahora Jorge Meade es quedarse con el dinero de la campaña.

 

La campaña del PRI en Morelos no está naufragando, está completamente hundida. El candidato se ha dado cuenta de que sus probabilidades de triunfo no existen y por ello ha emprendido una estrategia para apoderarse de lo que queda del partido para hacer negocio con la derrota. Jorge Meade está pasando la charola, obteniendo recursos y utilizando la nominación para ganar perdiendo. La candidatura a gobernador representa la última etapa de la vida política del gumaco, pero también su bono económico de retiro.

La del PRI en Morelos ya paso de ser una campaña política a convertirse en un ejercicio de simulación y rebatinga de poder. Lo ocurrido la semana pasada luego del accidente de Alberto Martínez confirma nuevamente el nivel de descomposición en el que se encuentra ese partido. Jorge Meade se ha encargado de aniquilar a la institución, de romper sus liderazgos, de expulsar a sus rivales y de hacer negocio con la derrota. Si su objetivo era sacar al PRI de la contienda, lo ha hecho muy bien.

La destitución de Alberto Martínez de la presidencia estatal del partido fue un exceso de parte del candidato; por supuesto que el incidente que protagonizó en estado de ebriedad el diputado es algo reprobable, pero no le correspondía al candidato quitar de su cargo a alguien que fue electo por el consejo político. Más aún: suponiendo que existieran los elementos jurídicos para remover a Alberto Martínez de la presidencia, el camino es la comisión de Honor y Justicia y quien temporalmente quedaría a cargo del PRI sería la secretaria general Maricela Velázquez.

En síntesis: lo de Jorge Meade fue un agandaye, aprovechó la burrada de Lapave para dar golpe de estado en el partido y así manejar a placer los recursos de campaña. En los pasillos de poder del PRI están enterados que quien operó las candidaturas fue el gumaco y saben que la meta del Fraile siempre ha sido colocar a sus amigos en las posiciones seguras y bombardear la candidatura de Cuauhtémoc Blanco.

Alberto Martínez no tiene defensa, más allá del penosísimo incidente que protagonizó recientemente, su efímera presidencia se caracterizó por la mediocridad, el entreguismo y la corrupción. El choque del martes fue el pretexto para quitar a Lapave de la presidencia del PRI, pero sus actos previos dieron las condiciones para que nadie repelara esa acción.

Pero también los argumentos de Jorge Meade Ocaranza carecen de valor; en un sintético mensaje el candidato tricolor afirmó que los actos de Alberto Martínez no lo representan y señala con dedo de fuego el penoso momento de un borracho al volante. Pero Meade no tiene calidad moral para hablar de ese tipo de cosas porque ha sido protagonista en distintos momentos de incidentes iguales o peores, como cuando se lió a golpes en las oficinas del Palacio de Gobierno o en las reiteradas ocasiones en las que ha sido señalado por acoso sexual. Quien no conozca la trayectoria del Gumaco que crea sus mentiras.

Lo de fondo en esta historia no es el duelo de torpes, ni las posturas mediáticas de ambos personajes, lo crítico para el PRI es que de nueva cuenta la militancia ha quedado sujeta a los caprichos de personajes sin identidad, sin moral y sin principios, sujetos que utilizan el poder y la política para hacer negocios, que no tienen empacho en pactar con cualquiera a cambio de dinero y aprovechan cualquier circunstancia para ganar dinero.

Alberto Martínez cometió un grave error al conducir en estado de ebriedad y actuar con prepotencia luego del percance, afortunadamente los daños sólo fueron materiales. A pesar de eso Jorge Meade se excedió al destituirlo, primero porque carece de facultades para hacerlo y segundo porque no tiene calidad moral para recriminar este tipo de actitudes.

Lo más grave, insisto, es que este tipo de personajes son los que se han apoderado del PRI en Morelos.

  • posdata

El momento de escribir esta columna no había definición sobre lo que ocurriría con la candidatura para Cuernavaca de la coalición Juntos Haremos Historia, lo único confirmado era que la alianza seguía y José Luis Borbolla no había renunciado.

En una entrevista en el marco de su campaña el candidato a gobernador Cuauhtémoc Blanco reiteró que su candidato para la capital era Gilberto Alcalá y reconoció que por problemas en las dirigencias de los partidos y con el grupo de Rabín Salazar no se había podido registrar al ex árbitro mundialista.

No se si después de enviar esta columna las cosas se modificaron y finalmente el futbolista pudo colocar en Cuernavaca a su candidato, lo cual sólo pudo ocurrir si Borbolla renunciaba o la coalición en Cuernavaca se rompía. Si eso no pasó, hoy El Choche arrancará campaña (dicen) en algún punto del centro histórico de la ciudad.

La tensión en el equipo de Cuauhtémoc Blanco por la candidatura en Cuernavaca es evidente; el rompimiento del futbolista con quien aún representa al PES en la entidad es total, lo mismo que el distanciamiento entre el Cuau y Rabín.

Si no pasó algo extraordinario y es Borbolla quien arranca hoy la campaña el análisis ya no debe ser sobre el nombre del candidato, sino sobre la importancia que Cuernavaca tiene en la bolsa de votos estatal.

Por muy enojado que este, Blanco no puede quedarse sin los votos de la capital ni puede confrontarse públicamente con quien compita por la coalición en ese espacio; Cuernavaca y la zona metropolitana representan más del 50 por ciento del padrón de votos de Morelos y nadie puede ganar la gubernatura sin ganar o al menos meter una buena cantidad de sufragios en la capital.

El pleito entre Cuauhtémoc Blanco, Rabín Salazar y José Luis Borbolla no beneficia a ninguno y pone el riesgo la contienda estatal. Queda claro que Borbolla ha dejado de estar en el ánimo del alcalde, que Cuauhtémoc no lo quiere de candidato y por tanto, aunque lo sea, no le dará su apoyo.

A pesar de ello, si al final el Choche es quien va a campaña, al futbolista no le quedará más que apechugar y apostar porque gane, porque en ello va implícito su triunfo en el estado. Suponiendo que ambos ganaran, la relación entre ambos sería fría, pero el futbolista no podría actuar en contra del ayuntamiento, porque caería en la misma actitud de la que ha acusado reiteradamente a Graco Ramírez.

La reflexión en ese equipo de campaña es básica: si se pelean, pierden.

  • nota

El ¿depuesto? dirigente estatal del PRI en Morelos Alberto Martínez reapareció luego del accidente que protagonizó a principios de la semana pasada. Rodeado de simpatizantes y frente a un numeroso grupo de reporteros el también diputado local ofreció su versión de los hechos; “No vengo a justificarme, vengo a pedir disculpas” dijo.

El priísta leyó un discurso bien escrito, puntual, que inició reconociendo que lo ocurrido había sido una irresponsabilidad de su parte; “Asumo mi responsabilidad por el error cometido y reitero mis disculpas a la sociedad y a toda aquella persona que pudiera haberla ofendido con mi comportamiento y mis palabras”.

Pero luego de hacer un ejercicio público de arrepentimiento, Lapave enfocó sus baterías hacia el gobierno estatal y el candidato de su partido: “...quiero compartirles también que los hechos que se dejaron ver en redes sociales y medios de comunicación fueron resultados derivados de un accionar del aparato de gobierno y algunos actores políticos que vieron en mi error la oportunidad de golpear a nuestro partido...

Esa oportunidad la aprovecho el partido en el gobierno, quien con toda intensión al ver que su servidor fue protagonista del accidente vial y ante el inminente hecho de mi condición y estado, sin importar que era un acontecimiento de tránsito el cual ya estaba siendo atendido, dando cumplimiento a sufragar los daños y bajo acuerdo con la parte afectada, desplegaron un operativo de más de una veintena de patrullas y elementos como para detener a un delincuente potencial.

... ya sabe de las arbitrariedades que se cometen por parte del Mando Único, los morelenses sabemos que las cámaras de seguridad y el famoso C5, solo sirven para extorsionar, no hay un solo rescate, un solo detenido, un asalto frustrado que sea producto de la operatividad de esta corporación y sus cámaras, pero no cometas un error cuando eres funcionario ajeno al partido del poder, porque toda la corporación policiaca se desplegara para dar paso al linchamiento político.

Y siguió: “... por los acontecimientos que sucedieron en torno a mi partido, al igual que mucha gente estoy sorprendido por ese accionar, cuando como Presidente que aún me adjudico el cargo, porque en ningún momento he sido llamado ni convocado para ser notificado de lo contrario, se tomaron decisiones que incomodaron y molestaron a muchos priístas, al nombrar un Delegado Especial en funciones de Presidente...

No me opongo a la remoción del cargo como Presidente, sin embargo, quiero hacer notar que fue un error de persona, en donde le pido a mi partido, por el cual he militado por muchos años, haga un procedimiento de cambio de dirigencia y se designe un nuevo presidente, si así tienen a bien considerarlo; y lo realicen de acuerdo a los estatutos del PRI.

Estoy molesto también, porque fui mediador y concertador para que la suma de aspirantes a favor de un candidato se haya dado como no había sucedido en más de dieciocho años y que el hecho de un accidente vial que no dejo de asumir mi irresponsabilidad, no haya tenido yo el apoyo ni defensa de quienes creí compañeros y amigos.”

Algo dejó claro Alberto Martínez: sigue siendo el presidente del PRI hasta que lo destituyan a través de un procedimiento como lo marcan sus estatutos. Y luego en respuesta a los cuestionamientos de reporteros manifestó su institucionalidad priísta, pero también su descontento con la manera como se está llevando la campaña a la gubernatura.

Lapave es otro de los damnificados por Jorge Meade. Es cierto que se equivocó, pero también es claro que Meade se aprovechó.

  • post it

Los candidatos a la gubernatura de Morelos ya desplegaron su publicidad y hay algunas cosas que llaman la atención:

El único candidato que no aparece sólo en su propaganda es el de la alianza PRD/PSD; Rodrigo Gayosso sale acompañado de su familia: su esposa, su hijo, también de jóvenes, de campesinos, de madres solteras, de trabajadores, deportistas y en general, de ciudadanos. Las sonrisas son la característica de su publicidad, que por cierto, es la mejor, visualmente hablando.

Cuauhtémoc Blanco apuesta por su fama y hasta en su publicidad deja claro que su candidatura es del PES; a pesar de que ese partido tiene sólo el uno por ciento de intención de voto en Morelos, el futbolista resalta esas siglas y deja de lado a Morena, que encabeza la preferencia electoral en Morelos y el resto del país.

Víctor Caballero también maneja una campaña en solitario; su imagen es sobria y en ciertos casos fría. Al panista le ponen un fondo azul y naranja y en algunas fotos luce serio, dando la impresión de estar enojado. Los videos del panista, empero, están mejor elaborados que los de sus adversarios.

  • redes sociales

Este día arrancan las campañas por las presidencias municipales y las diputaciones locales. Cuernavaca es la joya de la corona y por eso la contienda en la capital tiene (junto con Jiutepec) un sabor especial. Quien quiera ganar el estado necesita ganar una buena cantidad de votos en estos dos municipios.

Comentarios para una columna optimista:

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