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COORDENADAS

Habrá un nuevo TLCAN

 

Como quien dice, ya puso un límite, al jueves de la próxima semana, para que el documento pudiera ser ratificado en diciembre.

No es novedad. El pasado 11 de abril le decíamos en este espacio lo siguiente:

La USTR (United States Trade Representative), la oficina comercial del gobierno de Estados Unidos que encabeza Robert Lighthizer, está obligada a notificar formalmente al Congreso de su país cuando se haya llegado a un acuerdo en principio.

Tras esa notificación, tiene 30 días para enviar el borrador al Congreso.

Y, tras la revisión del borrador, bajo las reglas del Trade Promotion Authority se tienen 60 días para revisar y autorizar la firma del Tratado por el Ejecutivo.

Si, por ejemplo, se llegara a un ‘acuerdo en principio’ el próximo 15 de mayo y ese mismo día Lighthizer enviara la notificación al Congreso, estaríamos hablando de que Estados Unidos podría estar en condiciones de firmar hacia el 15 de agosto.

La ratificación del Tratado por las dos cámaras del Congreso de Estados Unidos tiene otros tiempos, pues la International Trade Comission tiene 105 días antes de enviar el Tratado a que sea ratificado.

La ventana de oportunidad se ubicaría en algún momento de diciembre de este año, tras las elecciones de medio término en Estados Unidos y antes de que en enero se instale la nueva Cámara de Representantes.

Ryan nos ajustó dos días y puso el 17 de mayo como límite.

Como en toda negociación, los jugadores están llevando el tema al límite. Pero existe el interés de todos de lograr un acuerdo.

En el caso de México la intención sería que, de firmarse el acuerdo, se llamaría a un periodo extraordinario en la segunda quincena de agosto para ratificarlo en el Senado.

Trump lo necesita para tener más oportunidad de retener en noviembre la mayoría en la Cámara de Representantes. México lo requiere ante la expectativa de un triunfo de AMLO en las elecciones del 1 de julio. Y Canadá necesita el acuerdo para fortalecer su competitividad.

Por esa razón, seguramente tendremos algunos días complicados todavía, en los que no habrá señales de que nos estemos aproximando al desenlace.

Pero es muy probable que en alguna fecha próxima, tal vez el fin de semana o poco después, trascienda que se ha logrado llegar a un acuerdo. Y es probable que en dos o tres días se resuelvan las diferencias que se han mantenido por meses.

Así son las negociaciones.

Ese hecho será de una enorme trascendencia. Al margen de lo que suceda el 1 de julio, a las empresas y los inversionistas les dará una gran certidumbre.

Eso no eliminará los vaivenes cambiarios, pero –mientras no haya signos en otro sentido– dará garantías a quienes invierten en México, de que las reglas del juego no se van a poder mover arbitrariamente.

Cuando finalmente las cosas se pongan en su justa dimensión, tendrá que dimensionarse la tarea que emprendieron Ildefonso Guajardo, Luis Videgaray y el sector privado mexicano.

Pero, más allá de que lo que expresamos en el título de este texto, no está de sobra que ponga una veladora al santo de su devoción, para pedir que Trump esté distraído con otros asuntos y no interfiera en este último jalón de la negociación del TLCAN.

Ámbito: 
Nacional