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TEMPLO MAYOR

YA RECUPERADOS de la boda real, del debate y del posdebate, todo indica que en la elección presidencial las cosas siguen exactamente igual... y no se moverán por el momento.

A DECIR de los expertos, la aguja electoral -que a veces parece ouija- no se moverá mucho después de lo que sucedió en Tijuana, por una razón muy sencilla: ninguno de los candidatos pudo noquear a su adversario. Ninguno.

¿POR QUÉ nadie cayó a la lona? Pues porque los dardos que se arrojaron los participantes resultaron o muy conocidos o poco picantes para la opinión pública. No hubo la revelación a la quijada, el upper descalificador ni el gancho al hígado del escándalo.

HABRÁ quienes digan que, tal vez, los candidatos presidenciales están guardando sus misiles para más adelante. Pero todo hace pensar que, más bien, no existe ningún elemento sorpresa que pueda cambiar el rumbo de la elección.

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POR CIERTO que el vuelo 185 de Aeroméxico de Tijuana a CDMX parecía ayer mitin político, pues viajaron juntos Ricardo Anaya y su esposa, Carolina Martínez; Juana Cuevas, esposa de José Antonio Meade; el consejero presidente Lorenzo

Córdova, Yeidckol Polevnsky y Manlio Fabio Beltrones. Pese a lo calientito que quedó el ambiente tras el debate, el vuelo transcurrió sin turbulencias políticos.

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CON ESO de que más vale negar la realidad que mejorarla, el gobernador Miguel Ángel Yunes salió con que el descarrilamiento del tren en Orizaba no fue sabotaje sino "accidente".

EN RESPUESTA, la empresa Ferrosur le recordó que sus trenes han sido objeto de diversos ataques y asaltos en los últimos meses. Sólo en el último mes llevan ¡siete! casos de sabotaje en sus carros. Y no sólo eso: que en los atracos orquestados por el crimen organizado, participan pobladores de la zona de Acultzingo a su servicio.

Y SI BIEN la SCT tiene que hacer un peritaje, la empresa ferrocarrilera cuenta con las pruebas de las mangueras cortadas, las grabaciones de los operadores y los 17 vagones chocados, para que Yunes compruebe que no fue cosa de la mala suerte, sino de la falta de Estado de derecho.

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LOS buenos fanáticos del futbol a todo le encuentran cábala y resulta que cada vez que Ángel Reyna pierde una final, Andrés Manuel López Obrador pierde la Presidencia.

ASÍ OCURRIÓ en 2006 cuando jugaba para San Luis; y en 2012, como jugador de Rayados del Monterrey. Reyna jugó su tercera final con el Toluca y perdió. En seis semanas se sabrá si AMLO le mete gol a la maldición y se corona campeón en las urnas.

Ámbito: 
Nacional