La captura de El Abuelo
La agencia de noticias michoacana Quadratín lo describió como “narcotraficante, homicida, autodefensa, empresario y hasta miembro del quinceavo Cuerpo de Caballería de Defensas Rurales, dependiente de la 43ª Zona Militar”, quien supuestamente era un objetivo prioritario para el gobierno y Michoacán, al ser uno de los incondicionales del jefe del Cártel Jalisco Nueva Generación, Nemesio Oseguera, apodado El Mencho. En estos últimos años eso nunca pareció ser relevante. El Abuelo se movía por Tepalcatepec sin mayor problema. Sus antecedentes y redes de protección habían sido expuestos en este espacio el 31 de julio de 2013, cuando se publicó:
“Tepalcatepec es un municipio en Tierra Caliente, Michoacán, frontera con Jalisco, que según un reporte confidencial del CISEN de 2007, estaba controlado por el Cártel de Sinaloa –hoy Pacífico– y era puerta de entrada a Jalisco de los precursores de las metanfetaminas que llegaban a los puertos de Manzanillo y Lázaro Cárdenas, procedentes de India y China. La plaza la manejaba el Cártel del Milenio –de los hermanos Valencia–, que se había unido a los sinaloenses en 2006 enfrentar al Cártel del Golfo y a Los Zetas. El representante era, según el mismo documento, Uriel Farías Álvarez, alias El Paisa, en ese entonces presidente municipal del PRI…
“El hermano de El Paisa, Juan José Farías Álvarez, El Abuelo, había organizado a los Antizetas, un grupo para repeler al cártel adversario. Su red de protección abarcaba, según el CISEN, a la Secretaría de Seguridad Pública local y a miembros de la Iglesia en Tepalcatepec. El Abuelo estaba vinculado a la red del empresario Zhenli Ye Gon; y su hermano, jefe de la protección, fue detenido en 2009 en el caso de El Michoacanazo, aunque después recuperó la libertad por falta de pruebas.
“El problema en Tepalcatepec no era desconocido para el gobierno de (Felipe) Calderón en 2007, cuando se agravó. Esto sucedió porque fue tan eficaz el golpe a los cárteles, que se quedaron sin dinero para pagar sicarios, con lo que se dio el traslape de delitos federales al fuero común. Los matones del Cártel de Tijuana se mudaron a los secuestros exprés para ganar dinero, mientras Los Zetas se expandieron a la trata, extorsión y piratería para sobrevivir. En ese traslape falló la estrategia de Calderón al no tener la solidez institucional para enfrentar los delitos del fuero común, y perdió el tiempo culpando a los gobiernos estatales de no hacer nada, cuando en realidad nunca tuvieron ni el dinero ni el tiempo para fortalecer sus cuerpos policiales. Por otro lado, la estrategia de Calderón dejó vacíos sin llenar, como el haber detenido a los Farías Álvarez, que mantenían con violencia la estabilidad, y no fortaleció institucionalmente al municipio.
“En cinco años, el vacío se volvió un conflicto. Los Zetas se metieron a Tepalcatepec y en el cambio de gobierno de Calderón al de Enrique Peña Nieto, el hueco institucional que se dio a nivel federal fue aprovechado por el Cártel Jalisco Nueva Generación –la nueva cara del Cártel del Milenio– para impulsar a las policías comunitarias y a los grupos de autodefensa civil en Tierra Caliente. Si los grupos en Tepalcatepec son inspiración o no de ese grupo criminal, no se sabe. Que sí existen cárteles de la droga en esa zona bajo el disfraz de grupos de autodefensa y policías comunitarias, es un hecho”.
Tepalcatepec era por donde los precursores de las metanfetaminas que llegaban al puerto de Lázaro Cárdenas, importados de China por el empresario Zhenli Ye Gon, que sigue preso en Estados Unidos, para el Cártel del Pacífico, entraban a Jalisco para ser convertidos en drogas sintéticas en los laboratorios instalados en el estado. La muerte de Arturo Beltrán Leyva, en el colofón de la fractura dentro de esa organización criminal, así como la captura de Joaquín El Chapo Guzmán, dio origen a otra escisión, donde surgió el Cártel Jalisco Nueva Generación, que tomó el control de las rutas que trabajaban los Beltrán Leyva para Guzmán.
Los Farías Álvarez aparecían profusamente en el expediente de Zhenli Ye Gon de la Subprocuraduría Especializada en Investigaciones de Delincuencia Organizada. La razón por la que no se quedaron en la cárcel cuando fueron indiciados, es porque el conflicto intragabinete en el gobierno de Calderón hizo que la PGR no judicializara las intercepciones telefónicas que aportó la Secretaría de Seguridad Pública en el caso de El Michoacanazo, y el juez determinó que las pruebas eran insuficientes.
El gobierno de Peña Nieto tenía toda la información, pero en lugar de armar nuevamente los casos, decidió utilizarlos dentro de los grupos paramilitares para aniquilar a Los Caballeros Templarios. La captura de El Abuelo cierra un capítulo del desastre de la política de seguridad pública, pero las consecuencias legales por esa limpieza criminal faltan por verse.