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SERPIENTES Y ESCALERAS

 

 

El cierre de gobierno de Graco Ramírez no es bueno desde ningún ángulo. No me refiero a los logros o acciones que pudo haber llevado a cabo como administración, sino al sentimiento que deja entre la gente. Dos elementos fueron claves en el fracaso de esta administración: el manejo político y la comunicación.

 

Los saldos que deja el sexenio de Graco Ramírez en Morelos no son buenos para nadie; ni para el gobernador, que concluye su mandato como el peor gobernante de México, ni para la gente, que considera al tabasqueño como un hombre que dividió al pueblo y quebrantó las instituciones. Tampoco a su partido le resulta fácil cargar con lo que representa la actual administración, ni a los ciudadanos les es grato vivir en un ambiente tan convulsionado como el que tenemos al final del régimen. Quien tome las riendas de Morelos a partir del 01 de octubre tendrá que llevar a cabo un profundo trabajo de reconciliación.

El argumento político del gobernador Graco Ramírez ha sido el mismo de principio a fin, su mensaje habla de logros, de aciertos, de avances y en general, sólo de cuestiones positivas. No hay ninguna reflexión del gobernante en la que se reconozcan fallas o exista autocrítica. A la vista del perredista el sexenio fue exitosos y los resultados son plausibles desde todos los ángulos.

Esa actitud es la que hizo fracasar al régimen; esa falta de humildad y exceso de soberbia impidió al gobernador entender a la gente de Morelos y darse cuenta que había vida más allá de su minúsculo círculo de aduladores. Durante seis años el gobierno avanzó a contra sentido de la gente, se confrontó con todos los sectores y se conformó con aceptar la realidad que le pintaba su periódico rosa.

El primer gran error de esta administración fue su estrategia de comunicación y su intento de manipular la realidad: al mandatario le engañaron y él se sentía cómodo siendo engañado, porque era más sencillo creer en esa realidad ficticia pagada a precio de oro, que preocuparse por escuchar los reclamos y las críticas de la gente.

Una cosa llevó a la otra: al intento fallido de manipular la realidad vino la confrontación con muchos sectores y organizaciones y la multiplicación de voces críticas en contra del gobierno. El lugar de atender esas expresiones el equipo de Graco Ramírez trató de minimizarlas, hacerlas a un lado y excluirlas del debate público. También en eso fallaron.

A pesar de ser un político experimentado Graco Ramírez no supo entender la realidad del estado ni tampoco quiso escuchar a la gente. Paradójicamente, porque el salto del tabasqueño de la política bananera a las primeras ligas nacionales tiene que ver con el rol que jugó en diversos movimientos sociales y su crítica permanente a los gobernantes que no escuchaban al pueblo.

El gobernador perdió mucho tiempo de su administración por dedicarse a hacer grilla nacional; Graco Ramírez fue el primer político que reconoció el triunfo de Enrique Peña Nieto como presidente de la república y luego fue uno de los principales promotores del Pacto por México, que fue el mecanismo presidencial para sacar adelante las reformas estructurales del país. Durante cuatro años Graco fue el gobernador más peñista de todos, hasta que se confrontó con el presidente.

La mitad de su sexenio Graco Ramírez jugó en el terreno nacional, haciendo política de partido y desde la Conago, atendiendo temas de carácter federal e involucrándose en todos los debates políticos del país. Mientras eso ocurría Graco dejó el gobierno estatal en manos de Jorge Messeguer, un hombre profundamente limitado en lo profesional y con severos traumas personales, lo que provocó que las diferencias políticas en el estado se agudizaran y el distanciamiento del régimen con la gente aumentara.

Desde México Graco Ramírez confiaba ciegamente en sus encargados de la política interna y de comunicación, a partir de la información que ambos le daban, el perredista asumía que Morelos caminaba a la perfección y que las críticas eran sólo “algunas voces”. En lugar de escuchar o replantear la política estatal, los asesores del mandatario le azuzaban para que elevara el tono del discurso y endureciera el trato con los disidentes.

Seis años después los resultados están a la vista: ni el secretario de gobierno era el experimentado político que presumía ser, ni su responsable de comunicación tenía la capacidad profesional ni la fuerza informativa para hacer de este o cualquier gobernador una figura exitosa. Pero la culpa no fue sólo de estos dos personajes, sino de quien aceptó esa idea a sabiendas de que se trataba de una falacia.

Graco Ramírez siempre supo que las cosas estaban mal, pero pensó que podría contener el problema a base de periodicazos rosas y discursos tronantes. El mandatario se equivocó al diseñar su proyecto de gobierno y también en el planteamiento de su política interna y su estrategia de comunicación, pero particularmente falló al suponer que los morelenses eran un pueblo manipulable y agachón.

Al final del camino las cosas no resultaron bien para nadie: el gobierno concluye entre críticas y reclamos, el partido oficial sufre para poder convencer a la gente, los ciudadanos están molestos con el deterioro de la calidad de vida en el estado y el avance de la delincuencia... y hasta quienes amenazan con poner y quitar gobernadores con su periódico rosa quedaron exhibidos por su limitada influencia social.

Hoy el problema es mayor y eso heredará el próximo gobierno. Quien asuma el control del estado deberá tomar en cuenta los errores cometidos por Graco Ramírez para no volver a cometerlos. La gente ya despertó.

  • posdata

Los tres candidatos punteros se metieron a una estrategia de desgaste, de descalificaciones y de golpes. Unos a otros se atacan y se desacreditan por su relación con Graco Ramírez o su incapacidad para gobernar.

Cuauhtémoc acusa a Rodrigo Gayosso de ser corrupto y a Víctor Caballero se ser el Plan B de Graco Ramírez; Gayosso acusa a Cuauhtémoc Blanco de estar financiado por la delincuencia organizada y tener vínculos con el narco y a Víctor Caballero de haber cometido actos de corrupción cuando fue secretario de salud; y Caballero dice que Cuauhtémoc Blanco es incompetente para gobernar y que Rodrigo Gayosso representa la continuidad de la corrupción de Graco Ramírez.

El discurso de estos tres candidatos ha venido subiendo de tono y aún se elevará más. Los hechos recientes así lo advierten y el nerviosismo de la elección provocará que unos y otros arrecien sus ataques.

No hay estrategia, se trata simplemente del golpeteo mutuo para ver quién queda de pie al final. Por este camino nadie gana, pero algunos pierden más que otros.

  • nota

Tomen nota: en 33 días habrá dos gobernadores en Morelos, uno en funciones y otro electo. El triunfo de uno representará la desgracia de otros, sobre todo si quien toma las riendas es quien (quienes) han prometido ir en contra del gobernador y su familia.

A propósito de lo anterior rescato la reflexión que el ex gobernador Jorge Carrillo Olea le hizo a un amigo (y este a su vez me la contó): “Cuando dejé la gubernatura vinieron años muy difíciles para mi, los más duros de mi vida. Si yo la pase mal, Graco va a querer suicidarse”.

  • post it

Lo comenta mi amigo Gerardo Suárez en su columna Observador Político: “Desde la llegada a Morelos de Pablo Sergio Aispuro Cárdenas como vocal Ejecutivo del INE, todo lo que había construido Dagoberto Santos Trigo, lo echó a la borda. Las buenas relaciones y la cordialidad de la que siempre gozó se fue al vació con la llegada del norteño, en gran medida por su afición a las bebidas etílicas, que tal parece, le ha provocado severos problemas a su páncreas por el consumo a granel.

Y es que, para nadie es un secreto su afición a las costumbres del dios Baco. Sin embargo, ser un alcohólico empedernido no tendría en lo absoluto qué sorprender a nadie, lo grave, lo triste y preocupante es que se conjuga con su alto nivel de soberbia, puesto que en muchas de las ocasiones actúa así, bajo los efectos del alcohol. Insisto, el que sea adicto al trago es el problema. Si él desea comprimir su páncreas, muy su gusto. Lo preocupante es que la vicisitud reside en la toma de decisiones de carácter institucional...

¿Cómo puede una autoridad de ese nivel mezclar su adicción con el mando del proceso electoral 2018, el más complejo de la historia? Esto no parece importarle a Pablo Sergio Aispuro quien sí lo hace. Quizá más preocupante aún es su forma de tratar al personal del Instituto Nacional Electoral, al que acosa, inventa, acecha, persigue, amenaza, hostiga, manipula y engaña con psicología barata para despedir a quienes no son de su agrado. Ejemplos hay varios. Y muchos de estos están a punto de salir a la luz pública para desenmascarar a un personaje que se siente todo poderoso por utilizar recursos federales de una institución que tendría que ser noble como el INE...”

No puedo estar más de acuerdo en lo escrito por mi querido Gerardo. De aquel respetable INE que por muchos años representó Dagoberto Santos no queda nada. Entre las pasiones etílicas del delegado Pablo Sergio Aispuro y las tendencias cleptómanas de la presidenta del IMPEPAC, los morelenses tendremos un proceso electoral complejo y con autoridades muy poco confiables.

  • redes sociales

Cada golpe que le dan al candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, en lugar de debilitarlo, lo fortalece. Al futbolista se le puede criticar por no haber podido sacar adelante la ciudad o porque en varios momentos fue rebasado por los problemas de la capital, pero no le pueden acreditar que tiene relaciones con el narcotráfico ni mucho menos se le puede comparar con los saqueadores del estado.

Se puede poner a debate la historia del contrato que supuestamente firmó Blanco Bravo para ser candidato, pero ni eso lo coloca al nivel de otros personajes de la política que verdaderamente han lastimado al estado y abusan de las instituciones. Como diría Andrés Manuel López Obrador: lo pueden llamar Peje, pero no es lagarto.

La reciente filtración de documentos del congreso es otra pifia de los inteligentísimos operadores de las campañas negras. Los documentos se hicieron públicos con el objetivo de lastimar al candidato del PAN, pero se hicieron de forma tan estúpida que lo único que provocaron fue endurecer el discurso del panista en contra del gobernador y abrir la Caja de Pandora del congreso.

Peor aún: al golpear a Caballero lo único que lograron fue fortalecer la carrera y el discurso de Cuauhtémoc Blanco, quien desde el otro lado de la barrera se ríe y reitera que panistas, perredistas y priístas son iguales.

Un dato más: Cuauhtémoc Blanco era el único de los tres candidatos punteros que no pactaría jamás con el gobernador saliente, ni con nadie relacionado con esta administración; luego de la filtración y los ataques contra el candidato del PAN, parece imposible que Caballero pueda tener algún acuerdo con el gobierno saliente.

Tomemos en cuenta algo: cuando el futbolista habla de meter a la cárcel al gobernador y a su familia lo dice en serio, de corazón, convencido de que es lo primero que quiere hacer al sentarse en la silla del ejecutivo.

Parece que quien diseña esa estrategia de guerra sucia contra Cuauhtémoc Blanco es el mismo que llevó al fracaso al gobierno de Graco Ramírez. ¿Casualidad?

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