Incognitapro

SERPIENTES Y ESCALERAS

 
 

Un buen gobierno se mide por sus resultados, pero calificar a un buen gobernante es más subjetivo. Por un lado están las cifras, las estadísticas y los discursos, del otro aparece el sentimiento ciudadano y la percepción. El sexenio de Graco Ramírez se puede medir de las dos maneras.

 

En menos de un mes habrá dos gobernadores en Morelos, uno en funciones y otro electo. Al primero ya pocos se le querrán acercar porque representará el fil de una era, la conclusión de un proyecto político y la personificación del rechazo ciudadano; al otro, quien sea, lo buscarán, lo adularán y tratarán de complacerlo en todo. Así es la política y así son los ciclos en la vida pública, aunque a veces, como en este caso, se tratará de un cierre de sexenio mucho más doloroso que otros. El rey ha muerto, ¡Viva el rey!.

Graco Ramírez se preparó toda su vida para ser gobernador y buscó por casi 20 años la candidatura; hombre de poder, con un gran olfato político, el tabasqueño trazó en su mente los objetivos de su vida pública y ubicó a Morelos como su plataforma para alcanzar sus metas.

Graco no nació aquí, pero se avecindó desde hace muchos años. Su acceso a la cámara federal por la vía plurinominal fue desde la cuarta circunscripción que incluye al estado de Morelos y como diputado fue, en el papel, representante del estado qui nacer a Emiliano Zapata. Así todas las veces que estuvo en el parlamento y también cuando llegó al Senado de la República.

Desde el año 2 mil Graco Ramírez trató de ser candidato a gobernador, pero lo logró hasta el 2018. Graco tenía claro lo que quería y también lo que haría al frente del gobierno estatal, por eso diseñó su campaña desde tres años antes e incluyó a especialistas de todos los temas y todos los estratos sociales.

Graco Ramírez fue el mejor candidato de todos, hizo las mejores propuestas, tuvo el mejor discurso, armó la mejor campaña y se rodeó de los mejores. Frente al tabasqueño había tres muy malos candidatos (Amado Orihuela del PRI, Adrián Rivera del PAN y Julio Yáñez del PSD), pero a pesar de ello el perredista se empeñó en hacer lo mejor en todo para ganar con absoluta claridad.

Los problemas comenzaron una vez que las autoridades electorales le levantaron la mano y le entregaron su constancia de mayoría. Ahí Graco Ramírez regresó a su origen y comenzó a destruir todo lo que con mucho cuidado armó desde tres años antes. De inmediato se acabó el discurso de inclusión y la tolerancia, también la sonrisa y los buenos modos; reapareció el político mal encarado, agresivo, retador y profundamente rencoroso.

A pesar de ello el bono democrático del triunfo y la terrible situación que dejaba Marco Adame en Morelos brindó al nuevo gobierno la tranquilidad de tomar cualquier decisión por alocada que fuera, incluyendo la ocurrencia de protestar como gobernador en la Plaza de Armas en un acto populista similar a los que en el sur del continente organizaba Hugo Chávez.

Pero insisto: la crisis de Graco no detonó con el abrupto cambio de discurso y las ocurrencias del nuevo gobierno, sino por el carácter y la personalidad de un hombre que de inmediato comenzó a pelearse con todos. Ramírez Garrido confundió la gubernatura con un imperio y supuso que podría gobernar sin la ayuda de nadie. Muy rápido empezó a tener problemas y a dilapidar el bono democrático.

Aunado a ello el perredista elevó muchísimo las expectativas sobre su administración; Graco Ramírez no supo dividir la campaña del ejercicio de gobierno y siguió prometiendo cosas a sabiendas que no había condiciones para cumplirlas. El mandatario calculó mal, se equivocó con la gente, hizo cuentas alegres, gastó mucho más de lo que tenía el gobierno y supuso que los ciudadanos aguantarían todo. Se equivocó.

Cinco años después el saldo está a la vista. Desde el gobierno se pueden dar todas las excusas posibles, pero la percepción es totalmente desfavorable al régimen. Más allá de excusas gubernamentales, cifras estadísticas o discursos oficiales, la gente tiene un mal sabor de boca porque nunca pudo establecer una buena comunicación con su gobierno ni hubo atención y respuesta a sus demandas. Reitero: el problema fundamental de este gobierno fue la política y la comunicación social.

Al final del sexenio los saldos del régimen se ven en el rostro y en la salud del gobernador; seis años de conflictos le pasaron la factura a Graco Ramírez y lo peor apenas viene.

A pesar de todo ello la política gubernamental siguió siendo la misma de principio a fin; Graco definió un estilo y así lo mantuvo hasta el final sin importar el costo político, electoral y personal que eso trajo aparejado.

No se trata de juzgar si el gobierno del perredista fue bueno o malo, eso lo calificará la gente en las elecciones, sino de acotar la manera como el tabasqueño ejerció el poder. Graco Ramírez fue un buen candidato, pero un mal gobernante.

  • posdata

A un mes de que políticamente concluya su mandato Graco Ramírez podría hacer un ejercicio de reflexión personal sobre lo que fue su administración y lo que le depara el futuro. Al perredista nunca le interesó recomponer su escenario ni reencontrarse con todos aquellos a quienes lastimó, confía en su suerte, en sus relaciones políticas y en que mantendrían el control de las instituciones aún después de que deje el poder.

Al final del sexenio de qué se arrepentirá más el gobernador Graco Ramírez:

¿De haberse peleado con todos?

¿De no haber escuchado?

¿De su estrategia de comunicación?

¿Del manejo de su política interna?

¿De no haber replanteado el rumbo a tiempo?

¿De haber dejado en manos de otros el manejo de la administración estatal?

¿De la elección de su gabinete?

¿De sus alianzas y rompimientos políticos?

¿De no haber conciliado al final?

El tiempo y el voto ciudadano del 01 de julio dirán si Graco Ramírez fue un buen o un mal gobernador.

  • nota

 

 

Miles de personas vestidas de blanco volvieron a salir a las calles de Cuernavaca para marchar por la paz  y en contra del aumento de los índices de violencia registrados en la entidad desde hace varios años. En lo que va del 2018 se han registrado más de 320 ejecuciones, lo que representa la cifra más alta de violencia en toda la historia de Morelos.

Fue la cuarta Caminata por la Paz convocada por la Diócesis de Cuernavaca y nuevamente la respuesta a la convocatoria fue multitudinaria . La gente acudió vestida de blanco, se reunieron afuera del Santuario de Tlaltenango y de ahí caminaron hacia la Catedral.

Sólo dos candidatos a la gubernatura asistieron al evento: Cuauhtémoc Blanco y Víctor Caballero. Ambos se mezclaron entre la gente y avanzaron en medio del río de personas que con su silencio exigían alto al baño de sangre en Morelos.

Al final de la marcha el Obispo Ramón Castro refirió que el año 2017 ha sido el más violento, por lo que pidió a todas las personas ser partícipes de la construcción de la paz. “... Que no seamos indiferentes ante el dolor de nuestros hermanos que sufren la violencia, que sufren la inseguridad, somos solidarios con ellos, queremos y buscamos esa paz”, dijo.

El obispo de Cuernavaca pidió a todos los participantes no acostumbrarse a la situación de violencia que se vive en la entidad. “No queremos acostumbrarnos, precisamente es el deseo más profundo del presbiterio y de su servidor, que no nos acostumbremos a la violencia porque, entonces sí, se disminuye y se lastima la esperanza”.

Desde su llegada a Morelos Ramón Castro ha insistido en los problemas de violencia e inseguridad, situación que ha traído como consecuencia una violenta persecución política en contra de la iglesia católica y del Obispo de Cuernavaca en lo particular. Graco Ramírez ha acudido en diversas ocasiones a México al Episcopado Mexicano a solicitar la destitución de Castro Castro, a quien ha calificado de activista político, desestabilizador social y delincuente.

Varias veces el jefe de la iglesia católica en Morelos ha sido acosado en lo individual por hablar de los problemas de inseguridad y en alguna ocasión, incluso, le fueron pinchados los cuatro neumáticos de su auto. Antes, los padres del vicario Luis Millán fueron agredidos dentro de su casa por elementos del Mando Único.

Historias de inseguridad y violencia hay muchas en Morelos, varias de ellas registradas en el Observatorio de Seguridad de la iglesia católica en Morelos. Ese espacio de monitoreo social fue ofrecido al inicio del sexenio al gobierno de Graco Ramírez como un elemento más que podría ayudar a resolver los enormes problemas de violencia en el estado, pero la respuesta del ejecutivo fue monosílaba: no.

Al final del sexenio, a un mes de las elecciones, se llevó a cabo la cuarta Marcha por la Paz en Morelos. La convocatoria fue abierta y la respuesta enorme; la gente acudió por convicción y sin acarreo, caminó y al final escuchó lo que dijo el líder de la grey católica. Aunque no hizo alusiones personales, todos enterndimos hacia quién estaba dirigido el discurso del Obispo.

La inseguridad fue la bandera de campaña de Graco Ramírez y la inseguridad sella el final de su sexenio. El problema no sólo es la estrategia que no funcionó, ni el esfuerzo que no fue suficiente, lo que fracasó en esta batalla fue la actitud de un gobernante que politizó el problema y en lugar de enfocar los esfuerzos institucionales contra la delincuencia, los utilizó para tratar de callar a sus críticos.

Al final no logro nada: ni disminuyó la violencia, ni tampoco pudo acabar con sus críticos.

  • post it

Los consejeros electorales del IMPEPAC negaron el registro a Gilberto Alcalá Pineda como candidato a la Presidencia Municipal de Cuernavaca. Con este fallo sólo le quedan dos opciones a la coalición Juntos Haremos Historia: José Luis “Choche” Borbolla o el suplente.

Aún si las autoridades electorales emiten un fallo en las próximas horas el candidato de Morena-PT-PES tendrá menos de un mes de campaña, lo cual lo coloca en seria desventaja respecto a sus rivales. A pesar de eso la ola del Movimiento de regeneración Nacional es tan grande que no es imposible que el candidato de la coalición logre ganar la elección.

El pleito por esa candidatura es interno, entre la gente del PES, Morena y por supuesto el candidato Cuauhtémoc Blanco. Colocar a Gilberto Alcalá como candidato se ha vuelto una obsesión que ha salido muy cara al equipo de campaña del futbolista y puede poner en riesgo la gubernatura.

En este caso no hay a quien echarle la culpa: ni al gobernador, ni a los otros partidos, ni a la mafia del poder. El problema es doméstico, entre los miembros del mismo equipo y por razones que hasta el momento, sólo ellos saben.

No queda claro quién quedará como candidato, aunque la lógica jurídica indica que debe ser Choche Borbolla, lo único seguro es que ya no hay forma de que sea Gilberto Alcalá.

  • redes sociales

5 años de persecución política y agresiones personales,

4 jefes de prensa y cientos de millones de pesos invertidos en golpearlo,

3 visitas al Episcopado para pedir la destitución del Obispo de Cuernavaca...

¡Que por cuarta ocasión salgan miles a marchar por la paz en Morelos no tiene precio!

Comentarios para una columna optimista:

eolopacheco@elregional.com.mx

Twitter: @eolopacheco

Facebook: Eolopachecomx

Instagram: eolopachecomx

Ámbito: 
Local