El voto dividido
Hace algunos días le comenté la encuesta difundida por Coparmex y la Fundación Este País. Es la más grande en cuanto a número de entrevistas y la única que ha presentado datos de la totalidad de estados en los que habrá elección para gobernador.
De acuerdo con ese estudio, AMLO recibiría el 53.1 por ciento de la votación efectiva, si las elecciones fueran ahora.
El estudio no presenta la intención de voto para diputados y senadores, sino el escenario respecto al número de legisladores.
En la estimación media, Morena recibiría el 38.2 por ciento de los diputados; el PT, el 4.4 por ciento; y el PES, el 1.2 por ciento.
En conjunto obtendrían, el 43.8 por ciento de los asientos. Es decir, casi 10 puntos menos que la votación que obtendría AMLO.
En el caso de los senadores, y de acuerdo con la misma encuesta, Morena obtendría el 46.8 por ciento de los escaños y el PT, el 0.8 por ciento. En total tendrían el 47.6 por ciento del total, 5.5 puntos menos que la votación que recibiría AMLO.
Cuando se observan estos datos se entiende por qué al término del debate del martes pasado, AMLO mandó el mensaje de votar parejo.
Las cifras de la encuesta referida muestran que existe un importante voto dividido. Es decir, hay electores que van a dar su voto a López Obrador en la elección presidencial, pero no lo darán a ninguno de los partidos que forman la alianza en la elección legislativa.
Sin embargo, quizás con un porcentaje relativamente pequeño de personas que decidieran hacer caso a AMLO y no dividir su voto, obtendría mayoría en absoluta en las dos cámaras.
¿Qué pasó en las tres elecciones previas?
El porcentaje de legisladores de los partidos fue superior a la votación presidencial.
Con Peña, el candidato ganador tuvo en 38.2 por ciento; pero la coalición ganadora tuvo el 48.2 de los diputados y el 49.1 por ciento de los senadores.
Con Calderón, la votación del candidato ganador fue de 36.9 por ciento; pero le correspondió el 39.8 por ciento de los diputados y el 41.2 por ciento de los senadores.
Y con Fox, la votación recibida por el candidato ganador fue del 42.5 por ciento contra un 46.8 por ciento de los diputados y un 44.8 por ciento de los senadores.
Ahora podría haber una preferencia por el candidato presidencial muy superior a la preferencia por los partidos.
Ante el escenario posible de una mayoría absoluta para AMLO en las dos cámaras, algunas voces, notoriamente Enrique Krauze, han llamado al voto dividido, para impedir que México vuelva a ser “un país de un solo hombre”, por la concentración del poder en el presidente.
Desde que hay alternancia, el Congreso ha sido el primer dique al poder presidencial.
Sin embargo, algunos piensan que al margen de que AMLO no consiga la mitad más uno de los legisladores, las defecciones de partidos como el PRD o el PRI, acabarán por darle bloques legislativos que controlen el Congreso.
Si la clase política mexicana decidiera olvidar principios, preferencias o trayectorias para subirse al tren del candidato ganador, por el puro interés de preservar el poder, sería otra decisión mezquina que terminaría por cavar su tumba.