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SERPIENTES Y ESCALERAS

 
Las elecciones se han caracterizado por los ataques, las ofensas y las descalificaciones; la lucha es todos contra todos y sin cuartel. Las encuestas ya perfilan a un ganador, pero nadie se ha preocupado por pensar en lo que vendrá después del 01 de julio. A nadie conviene que el estado esté dividido.

 

El proceso electoral de Morelos se acerca a su fin y de la misma manera que el sexenio, la constante es la confrontación. Del primero al último año el gobierno de Graco Ramírez se caracterizó por el choque con sus opositores, con quienes pertenecían a otro partido, con quienes opinaban diferente o con quienes le llevaban la contraria; la elección es igual: la lucha es de todos contra todos, en particular entre quienes tienen posibilidades reales de triunfo. Las encuestas perfilan ya a un probable ganador de la elección, pero la pregunta que nadie ha hecho es ¿Quién reconciliará a Morelos después del 01 de julio?

Jorge Carrillo Olea dejó el cargo en 1998 derivado de la presión social que hubo por la crisis de inseguridad y la imparable ola de secuestros; la salida del priísta fue política, se cocinó en el estado con el malestar social de la gente y la descomposición del ambiente político, pero se decidió en la ciudad de México en Los Pinos. El general dejó el cargo, pero las cosas no mejoraron de inmediato; el nuevo gobierno tuvo que hacer un enorme esfuerzo de reconciliación para poder empezar el trabajo de reconstrucción institucional.

Varias veces a lo largo de este sexenio se especuló con la salida de Graco Ramírez, primero se dijo que abandonaría el cargo para buscar la candidatura presidencial, luego para competir por la dirigencia nacional de su partido y al final para allanarle el camino a su hijo en la contienda por la gubernatura; ninguna hipótesis de concretó y el tabasqueño se quedó hasta el final de su régimen, principalmente porque sus expectativas políticas nacionales no se concretaron.

Ganar la elección fue mucho más sencillo para Graco Ramírez que gobernar el estado; lo primero lo logró gracias a diversas circunstancias que se conjugaron a su favor, además de su capacidad de negociación política nacional y un buen planteamiento de campaña. El perredista hizo proselitismo durante tres años, se transformó físicamente y cambió radicalmente su discurso; al buscar los votos el tabasqueño prometió de todo y abrazó a todos, se convirtió en un personaje amable y conciliador que siempre traía la mano en el corazón. Todo cambió cuando asumió el poder y lo que sucedió después todos lo sabemos.

Hoy las encuestas perfilan ganador al candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Cuauhtémoc Blanco Bravo. El deportista se apoderó del discurso anti sistema y al hacerlo se convirtió en el némesis de Graco Ramírez y en el redentor de miles de ciudadanos. El planteamiento de campaña de Blanco es absolutamente simple, ha dejado de lado las propuestas y se centró en una simple promesa de campaña que es, además, la principal petición de la gente: venganza.

El problema de esta historia es que a lo largo de la elección ningún candidato se ha puesto a pensar más allá del 01 de julio; unos y otros están enfocados en la elección, en ganar a como de lugar y en hacer cualquier cosa por obtener el poder: el fin justifica los medios.

Cuauhtémoc Blanco va a la cabeza, pero enfrentado con todos los demás, su discurso ya no es sólo contra el gobernador y su hijo, ahora abarca también al PRI, al PAN y al resto de sus adversarios. Algo similar ocurre del lado del PRD, en donde los odios han crecido a un nivel personal que no dejará nada bueno para nadie. PAN, PRI y los demás parecen haber entendido que solos no podrán darle alcance al deportista y por eso ahora promueven una alianza para hacerle frente; una alianza de choque, no de diálogo ni mucho menos de conciliación.

La constante en todos los actores políticos es el encono personal y la descalificación del rival, en la campaña se han formado tres bloques confrontados entre si: el de Cuauhtémoc Blanco, el de Rodrigo Gayosso y el de los demás. Todos piensan en ganar, en anular al rival, pero nadie se detiene a reflexionar lo que vendrá después del 01 de julio y la necesidad de tender puentes de diálogo.

La historia de Jorge Carrillo Olea y la de Graco Ramírez deben conocerse para que no se repitan; ambos gobernantes asumieron el poder republicano como una monarquía y al hacerlo equivocaron totalmente el planteamiento de su administración. Más allá de logros y avances estructurales y administrativos, en ambos casos hablamos de un profundo proceso de descomposición social causado por la falta de tacto de las autoridades y el rompimiento de la estabilidad política que algunos llaman gobernabilidad.

Antes de dejar el cargo Jorge Carrillo Olea advirtió que lo extrañarían, que el tiempo le daría la razón y que a la vuelta de los años la gente reconocería sus logros; decía que los conflictos eran políticos, provocados por unos cuantos y con el único objetivo de obtener el poder. El general nunca entendió la necesidad de dialogar, de abrir canales de comunicación y de trabajar con los demás. Veinte años más tarde la  gente lo sigue considerando un mal gobernador y nadie lo extraña, porque se le recuerda como un gobernante que protegía a secuestradores.

Hace unos días Graco Ramírez repitió casi las mismas palabras de su odiado rival político, también dijo que lo extrañarían y se regodeó de los logros de su administración. Pidió a la gente que no votaran por rencor, que entendieran la importancia de darle continuidad a sus proyectos y advirtió que tal vez tendríamos que vivir la demolición de los espacios de democracia. En esa cómoda reunión con sus cuates de su prensa el tabasqueño lanzó una amenaza velada: “Hoy estoy de cantinero, pero también se pelear con los borrachos, con los del otro lado”

Al final Graco y Carrillo resultaron ser personajes muy parecidos, con actitudes y formas muy similares de ejercer el poder, con la diferencia que a uno lo destituyó un presidente priísta y al otro lo protegió un presidente del PRI.

Estas historias, insisto, se deben recordar para que no se repitan. La contienda que está por concluir se ha caracterizado por la pelea, la descalificación y la falta de diálogo entre los candidatos. Cuauhtémoc Blanco no habla ni quiere a los demás contendientes ni a sus partidos y lo mismo ocurre con el candidato del PRD. Los otros plantean un bloque opositor para frenar al futbolista, pero parece más una alianza perversa para tratar de negociar migajas de poder.

Independientemente de quien gane la elección es fundamental que se entienda la importancia de reconciliar al estado, a su gente, a las instituciones y a los sectores que tanto han lastimado a lo largo del sexenio. No digo de ninguna manera que el ganador cobije a los corruptos u otorgue amnistía a los delincuentes, ¡jamás!, me refiero a la importancia de que se gobierne de una manera distinta, con gente distinta y con una concepción distinta de la autoridad.

Un gobierno que prolongue la pelea en la entidad no le sirve a nadie y representa un enorme riesgo que nos involucra a todos. Morelos es un estado democrático, no una monarquía.

Nadie puede gobernar solo.

  • posdata

Los candidatos del PAN, PRI y el Independiente se han dado cuenta que solos no podrán alcanzar al abanderado de la coalición, por eso desde hace varios días iniciaron pláticas para sumar fuerzas e intentar así darle la vuelta al futbolista.

Ayer el PRI a través de Erick castro anunció que existe un acuerdo entre casi todos los candidatos: Víctor Caballero del PAN, Jorge Meade del PRI, Fidel Demédicis como Independiente, Nadia Luz Lara del Verde, Alejandro Vera de Nueva Alianza y Mario Rojas del Humanista. El anuncio lo hizo el vocero de Jorge Meade sin la presencia de ninguno de los candidatos.

Si pretenden esa alianza, los candidatos tienen, primero, que despojarse de egos y ambiciones personales para entender cuál de ellos tiene posibilidades reales de dar la pelea; luego deben diseñar una estrategia que en verdad sume fuerzas y no se quede en una mera declaración de medios. Explico:

Según varias encuestas el candidato más cercano a Cuauhtémoc Blanco Bravo es el panista Víctor Caballero; la distancia que separa al primero del segundo lugar es de alrededor de 15 puntos, imposibles de remontar en una semana. Después de Caballero aparece Rodrigo Gayosso del PRD y abajo Jorge Made del PRI.

Si la lógica impera (eso en política rara vez ocurre), la suma de candidatos en una alianza de este tipo debería darse en torno al PAN, quien además tiene mejor ánimo social que el PRI. Pero la suma no debe ser pública, pues el efecto de que el PRI y los demás declinen por el PAN resultaría contraproducente. El esfuerzo se debe hacer en las estructuras, entre los equipos de trabajo y los seguidores, para intentar sumar el mayor número de votos posibles hacia una misma causa.

Si lograran eso, la multiplicación de estructuras, fuerzas y recursos en torno a un mismo candidato, entonces sí podríamos estar ante una propuesta que daría batalla al futbolista.

El reto es enorme y la tarea no es nada sencilla; primero habría que vencer los egos y ambiciones personales y luego trabajar a marchas forzadas entre los equipos operativos. Suena fácil, pero no lo es.

La motivación para hacerlo es enorme: Si Cuauhtémoc Blanco gana, lo ha dicho, ninguno de ellos tendrá espacio en su gobierno, ni chance de hacer política durante su sexenio.

Para los opositores de Cuau la alianza no es una ocurrencia, es un acto desesperado que representa su única posibilidad de mantenerse vigentes en la vida pública y en algunos casos, de conservar la libertad.

  • nota

La nota del día la dio el candidato del PRD Rodrigo Gayosso. No me refiero a la adhesión a su campaña de algunos militantes de Morena, ni tampoco a lo que dijo en el segundo y muy (muy) aburrido debate del Impepac. Hablo de su anuncio de que votará por Andrés Manuel López Obrador.

El comentario del perredista causó escozor, para algunos se trató de una ocurrencia, para otros es un acto desesperado y no falto quienes de plano dijeron que se volvió loco.

Lo dicho por el candidato puede ser la suma de todo lo anterior, pero también representa un intento de jalar el voto de los ciudadanos que en Morelos apoyan a Andrés Manuel López Obrador pero no coinciden con la candidatura de Cuauhtémoc Blanco.

Recordemos que el candidato de la alianza Por México Al Frente que integran los partidos Acción Nacional, de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano es Ricardo Anaya, pero ese Frente NO se concretó en Morelos. En la tierra de Zapata se rompió la alianza nacional y por eso hay dos candidatos: uno del PRD-PSD y otro del PAN-MC. Quizá por eso Ricardo Anaya nunca se paró en Morelos, porque ¿Con quién haría campaña?

En ese escenario Rodrigo Gayosso es libre de apoyar al candidato que quiera y precisamente por ello se atreve a dar pasos tan audaces (alocados dicen algunos) en la carrera por la gubernatura.

¿Servirá esta estrategia? El tiempo lo dirá.

  • post it

Los magistrados del TRIFE determinaron la tarde de ayer retirar la candidatura a la presidencia municipal de Cuernavaca a José Luis Borbolla y negaron el registro de Gilberto Alcalá Pineda, por lo que, aunque la fotografía de Choche aparecerá en las boletas, en caso de ganar quien tomará las riendas del ayuntamiento será Francisco Antonio Villalobos Adán, conocido también como Lobito.

El fallo tomó a todos por sorpresa y dejó fuera de la contienda al empresario, pero también al árbitro que era impulsado por Cuauhtémoc Blanco y el PES. En este jaloneo el inmediato ganador es Miguel Lucia, quien respalda a Villalobos.

El pleito por la candidatura de Morena en Cuernavaca representa un lamentable episodio de la política local y podría costar a Morena el triunfo en la capital.

El verdadero ganador de esta historia es Javier Bolaños.

  • redes sociales

Más tardó Erick Castro en anunciar la declinación de casi todos los candidatos a favor de Jorge Meade que en salir varios de ellos a desmentirlo.

Genio y figura: las declaraciones de Erick Castro son tan certeras como las encuestas que comparte.

  • es viernes

Carne, vino, pastel y vos. ¿Qué más puedo pedir?

Hoy toca.

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