Reconciliación, el reto
Hoy concluyen las campañas electorales y el próximo domingo se llevarán a cabo las elecciones en México; los morelenses elegiremos gobernador, alcaldes y renovaremos los poderes legislativos local y federales. Las encuestas dejan muy poco margen de duda sobre lo que ocurrirá la jornada dominical en algunas posiciones; la preferencia de la gente parece bien definida en lo presidencial y aunque no se descarta una sorpresa, parece difícil que veamos un cambio en el rumbo de las cosas. Lo difícil viene después del 01 de julio, el verdadero reto del país y del estado es la reconciliación.
Pocas elecciones habían dividido tanto a la población como la que estamos viviendo. El enojo social por lo que hemos visto en los últimos años en México y en Morelos es enorme y eso ha provocado que la sociedad se parta; de cara al proceso electoral federal hay dos tendencias muy marcadas: quienes quieren a López Obrador y quienes lo rechazan. Lo mismo vemos en el estado: unos apoyan a Cuauhtémoc Blanco y otros lo desprecian.
Ganar una elección no es sencillo, pero frente a lo que representa administrar un estado o un país puede ser lo más fácil. En Morelos, por ejemplo, las tendencias favorecen al candidato de la coalición Juntos Haremos Historia; el futbolista tiene una amplia preferencia electoral y se ganó la simpatía de muchos por la única razón de que ha prometido encarcelar a Graco Ramírez.
Al ex seleccionado nacional le bastó montarse en el enfado ciudadano y en la ola obradorista para apoderarse del discurso anti sistema y colocarse de principio a fin como puntero de la carrera. El alcalde con licencia no ha tenido necesidad de hacer propuestas para el estado en materia de infraestructura, de desarrollo social, de salud, de educación o de empleo, su discurso ha explotado ese profundo resentimiento social contra el gobierno y desde ahí catapultó su candidatura.
Es probable que el domingo se confirme lo que dicen las encuestas, que de manera relativamente sencilla Cuauhtémoc Blanco supere a sus adversarios y se convierta en el próximo gobernador de Morelos. Si lo logra marcará un antes y un después en la política local, porque su triunfo no será el resultado de los típicos acuerdos entre grupos de poder, sino efecto directo del hartazgo social contra la clase política que históricamente nos ha gobernado.
Casi todos los políticos cuestionan la poca preparación de Blanco Bravo, su falta de residencia o los malos resultados que dio al frente del ayuntamiento de Cuernavaca. Le desprecian porque no aceptó pactar con nadie, porque armó un equipo de trabajo distinto y no ha tenido empacho en llamarlos corruptos a todos. Cuauhtémoc es un peligro y una afrenta para la clase política morelense, en tres años les ganó la elección en la capital y en unos días les puede ganar el control del estado, lo que implicaría la muerte política de muchos personajes de la vida pública local.
Lo que no dicen los políticos que lo critican es que Cuauhtémoc Blanco es producto de ellos mismos; el futbolista fue candidato por la ocurrencia de dos hermanos que recientemente incursionaron en política, luego fue apadrinado por algunos políticos que hoy hacen campaña en el PRD y el PRI y también por algunos comunicadores que lo consideraban su propiedad.
Ninguno le concedió al ídolo deportivo la capacidad neuronal para valerse por si mismo y tomar sus propias decisiones, se creyeron su propias versiones de que era un personaje totalmente manipulable y cometieron el primero y mayor error de todos: lo minimizaron. Cuauhtémoc Blanco surgió como político por ellos, creció por los ataques de ellos y puede ganar por los errores de ellos.
A muchos les parece indignante que un hombre sin preparación académica ni currículum público pueda desplazar a políticos que llevan más 30 años en la vida pública, que han pasado por innumerables posiciones y presumen más experiencia, capacidad y relaciones que él, pero no se detienen a pensar que el origen del triunfo de Blanco Bravo es precisamente el desempeño de ellos, de esos personajes que brincan de una posición a otra, que abusaron del poder, que degradaron las instituciones y lastimaron a la sociedad.
Jorge Meade y Alejandro Vera, por ejemplo, se pasaron la campaña llamando ignorante a Cuauhtémoc Blanco, se burlaban de su falta de estudios, de su limitado vocabulario y de su personalidad discreta. Meade y Vera, por cierto, cargan en sus hombros acusaciones por actos de corrupción, abuso de poder, desvíos de recursos y en el caso del priísta, hasta de acoso sexual. ¿Desde qué ángulo ellos son mejores que el futbolista?
El triunfo de Cuauhtémoc Blanco en Cuernavaca puede representar un viraje radical en la política morelense porque al futbolista no le agradan los actores políticos tradicionales y con casi todos se ha enfrentado. Eso no quiere decir que el abanderado de la coalición sea un personaje inmaculado, pero al menos no forma parte de la misma clase gobernante que durante décadas ha lastimado y saqueado a Morelos.
De ganar la elección del próximo domingo el reto de Cuauhtémoc Blanco será enorme, pero intentar superarlo sin los mismos actores políticos de siempre puede representarle un enorme bono democrático y social. Sí el futbolista se convierte en el próximo gobernador podríamos estar a punto de ver el surgimiento de una nueva clase política en Morelos, figuras distintas a las que ya conocemos.
¿Eso será mejor para Morelos? No lo se, pero individualmente prefiero la expectativa de algo que puede ser mejor a la certeza de que todo seguirá igual.
La clase política que conocemos abusó de Morelos y de sus instituciones, envileció la función pública y agravió a los ciudadanos.
- posdata
Suponiendo que Cuauhtémoc Blanco Bravo gane la elección del próximo domingo el primer reto del futbolista y de su equipo va a ser reconciliar al estado.
No hablo de ninguna manera de pactar con la clase política actual, a quien la mayoría de los ciudadanos está a punto de expulsar con su voto, sino de recomponer el ambiente en el estado, entre los grupos ciudadanos, de profesionistas, los sectores económicos y productivo y sobre todo entre la ciudadanía.
Son muchos los retos que tiene enfrente la siguiente administración, empezando por acabar con el enfrentamiento que provocó el ejercicio de poder de los últimos seis años. Morelos ha vivido cuatro sexenios terribles en los que hemos pasado del secuestro al narcotráfico sin tregua, con gobernadores autoritarios, frívolos, cómplices de la delincuencia y corruptos, por eso la gente está tan enfadada.
A Cuauhtémoc Blanco o a cualquiera que gane los comicios del 01 de julio le toca poner un alto a esa dinámica, acabar con los cotos de poder, con la corrupción, con la impunidad y de manera específica le corresponde iniciar una nueva etapa de reconstrucción en el estado.
Morelos está devastado en muchos aspectos: en lo social, en lo político, en lo económico y en lo estructural, el camino para la reconstrucción de la entidad es largo y requiere indispensablemente de la participación social, pero es imposible que el ciudadano se involucre con sus autoridades si observa que las viejas prácticas se repiten, si la corrupción continúa con diferentes personas y la ley se aplica sólo a los rivales.
La tolerancia del ciudadano ha llegado a su límite en lo federal y en lo estatal, la gente está cansada de tantos abusos y de tanta complicidad, de ver que la vida es cada vez más difícil y los robos del erario son cada vez más descarados. La política dejó de ser un ejercicio de servicio público para atender las necesidades de las mayorías y se convirtió en un negocio personal para enriquecerse en poco tiempo.
Todo esto es lo que ha hecho enojar a la gente y hundió a la clase política.
A muchos les puede resultar absurdo o indignante que un sector importante de la población este a punto de votar por un personaje sin estudios ni preparación, con escaso conocimiento de la política y de la administración. Para entender esta situación hay que conocer a la clase política que hasta ahora nos ha gobernado.
Más claro: si votamos por un futbolista es porque nuestros políticos no son mejores.
- nota
Charlo con Cuauhtémoc Blanco y me encuentro con un personaje que no luce manipulable, como muchos dicen. Ya no es el hombre que entró temeroso a la política, que dudaba, que hablaba poco y rehuía las preguntas. Se nota una persona que ha sufrido los embates del poder, que comienza a dominar los temas y que está profundamente enfadado con la clase gobernante.
El mensaje de Cuauhtémoc Blanco es simple, pero consistente; igual que Andrés Manuel López Obrador, el futbolista coloca todos los problemas en torno a la corrupción y a la mafia de poder, aunque en el caso del ex seleccionado nacional no aparece el discurso amoroso de AMLO, sino la promesa directa de que se encarcelará a los corruptos.
Al candidato se le nota cansado, pero entusiasmado, convencido de que ganará y decidido a cumplir la única promesa que hizo en campaña. En la frente del futbolista se marca el ceño de un hombre que se nota preocupado, que conoce su ventaja en las encuestas, pero también teme que le hagan trampa. La lucha, dice, no es contra un partido, es contra un sistema.
Cuauhtémoc Blanco no es el típico político al que estamos acostumbrados en Morelos; es un hombre sencillo, directo, sin mucho conocimiento de la administración pública, pero con la claridad de lo que quiere hacer como gobernador.
Aquí la charla completa que tuvimos con el candidato antes de que concluyeran las campañas:
https://www.youtube.com/watch?v=GoAsWdQ1LwM&feature=youtu.be
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Lo comentan en algunos corillos políticos: Manuel Martínez Garrigós y Marco Adame Castillo también están jugando en la elección del próximo domingo, el primero apoyando la estructura electoral del candidato del PRD Rodrigo Gayosso y el segundo padroteando la figura del candidato del PAN Víctor Caballero.
Lo del primero es patológico, representa una maroma más de un ex alcalde capitalino que a lo largo de su carrera ha pasado, como Fernando Martínez Cué, por casi todas las siglas partidistas. El segundo es irrisorio: el ex gobernador intentó vender al candidato como una figura propia y a la vuelta del tiempo, cuando el barco comenzó a hundirse, huyó como el roedor que es.
La campaña que hoy concluye ha dejado muchas anécdotas que se irán contando a lo largo del tiempo, figuras que nacen, otras que resurgen y algunas que ya no veremos más en los primeros círculos de poder.
Cada elección es diferente, pero la que está concluyendo ha sido sui generis desde casi todos los ángulos.
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El que la debe la paga, los vamos a investigar con lupa y vamos a llevarlos ante la ley... así es como va a pagar Garrigós todo lo que le hizo a Cuernavaca: Cuauhtémoc Blanco Bravo.
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