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SERPIENTES Y ESCALERAS

 
Lo mismo que Andrés Manuel López Obrador, Cuauhtémoc Blanco ha prometido acabar con la corrupción. El reto no es sencillo ni tampoco será rápido, la corrupción se ha clavado en lo más profundo de las instituciones de los tres poderes del estado. El combate a la corrupción comienza con el ejemplo.

 

La lucha contra la corrupción que promete la próxima administración estatal no será sencilla y los resultados no serán inmediatos. El problema es muy profundo, está presente en todas las áreas de la administración pública e involucra a muchísimas personas. Más aún: las leyes y muchos de sus representantes son cómplices y para los delincuentes de cuello blanco los diputados crearon una red de protección para evitar que la justicia los alcance. El reto es duro, pero no imposible; si no se pone un alto a la corrupción y se acaba con la impunidad, nada de lo demás que quiera hacer el siguiente gobierno tendrá éxito.

La seguridad es una de las demandas más socorridas por la gente de Morelos, la ola de violencia no da tregua y el 2018 se perfila como el año más sangriento de toda la historia local. La delincuencia organizada ha sentado sus reales en el estado, en varios puntos de la entidad mandan los grupos criminales y más de una docena de alcaldes son extorsionados por distintos cárteles.

A pesar de ello en la agenda ciudadana la corrupción es un tema prioritario, porque la ciudadanía tiene claro que el blindaje de la delincuencia radica en la complicidad de las autoridades con los delincuentes. Más claro: en Morelos las leyes se rompen o se adecúan dependiendo del interés de los impartidores de justicia; los tres poderes negocian la ley de acuerdo a sus intereses.

Cuauhtémoc Blanco no utilizó la seguridad como ingrediente principal de su discurso de campaña, reiteradamente habló de ella, del dolor que causaba a la gente y de los efectos que ha provocado en los ciudadanos y en los pueblos. Pero el ex seleccionado nacional nunca quitó el dedo del renglón de un tema: la corrupción. Blanco Bravo repitió infinitamente que metería a la cárcel a Graco, pero al hacerlo insistía en la urgencia de acabar con la impunidad y la corrupción que se generó alrededor de este gobierno.

La pauta para ir contra la corrupción la ha dado Andrés Manuel López Obrador, el presidente electo insiste en acabar con los cotos de poder, terminar con la impunidad y brindar justicia pareja a toda la gente. Ahí el discurso de Cuauhtémoc encaja perfectamente y puede, si se decide a ir a fondo en el tema, lograr una transformación profunda en la entidad.

El primer paso es romper las redes de protección de los corruptos, hacer valer el estado de derecho y actuar en congruencia con su discurso. Morena y Cuauhtémoc Blanco lograron una victorias histórica en el estado y en el país, apuestan por la cuarta transformación de México y eso pasa invariablemente por la aplicación del estado de derecho.

En Morelos el reto es enorme, las condiciones como recibirá el estado la próxima administración son terribles y la presión social será un factor que puede ayudar o perjudicar al siguiente gobernador, dependiendo de sus primeros pasos.

Acabar con la corrupción en Morelos no será tarea fácil, ni tampoco inmediata; para ello se requiere de un esfuerzo mayor, de ajustes en los tres poderes del estado, de la suma de voluntades de muchas personas y de una actitud firme de quien lleve las riendas del estado, para que el gobierno no termine cediendo a las presiones políticas o pactando con delincuentes.

Hay mucha confianza en la administración que encabezará Andrés Manuel López Obrador y una gran expectativa sobre lo que hará Cuauhtémoc Blanco. La voluntad de hacer las cosas de manera correcta son plausibles, pero la decisión de llevarlas a cabo es lo que marcará la diferencia.

Entre el discurso político y la acción gubernamental hay un mar de diferencia.

  • posdata

Desde ahora se va dibujando el perfil que tendrá el próximo gobierno de Morelos. Cuauhtémoc Blanco es claro en sus afectos y a partir de ello se puede comenzar a delinear lo que sería su administración.

José Manuel Sanz es un personaje clave en la historia del ex seleccionado nacional, fue su representante como futbolista, luego su secretario técnico en el ayuntamiento y es la persona de más ascendencia en el futuro gobernador. Sanz es, dicen, un hombre de carácter fuerte, que no se deja intimidar y que a pesar de tener poca experiencia en política, sabe anticipar los problemas y enfrentarlos. Su carácter es también su talón de Aquiles.

Alejandro Villarreal es otra pieza muy importante del equipo de Cuauhtémoc Blanco; el actual tesorero municipal compitió en las urnas con el deportista y luego lo acompañó en el gobierno municipal; la capacidad profesional, el conocimiento de la administración pública y la personalidad de Alejandro hicieron que el deportista le tomara confianza y lo ubicara muy cerca de él. Villarreal es un experto en materia financiera y conocedor de la administración pública, además de que es un hombre bueno y un funcionario decente; su capacidad, honestidad y lealtad están fuera de duda.

Rafael Giménez fue el coordinador de la campaña y predijo con anticipación los resultados en las urnas; experto en estudios de opinión y bien relacionado en materia política, el hijo del Pato Giménez (conocido así porque su familia fue propietaria de la refresquera Pato Pascual) puso orden en la casa de campaña y atendió los momentos de crisis de la elección. Rafa llegó a la campaña enviado por Hugo Erick Flores y dicen, podría tener abiertas las puertas en el próximo gobierno federal.

Mirna Zavala también forma parte del primer círculo de decisiones del futuro gobernador de Morelos; la dama tiene capacidad y experiencia, es una jefa muy estricta y domina la materia que le han encomendado. El abogado Cipriano Sotelo también ocupa un buen lugar en el primer círculo del futbolista, lo asesora, le orienta y lo ha protegido de los múltiples ataques que sufrió como presidente municipal. Víctor Mercado, ex titular del área de licencias del gobierno estatal es otro de los hombres cercanos al gobernador electo.

No son los únicos, pero son algunos de los hombres y mujeres que han acompañado a Blanco Bravo en su corta (pero ascendente) carrera política y apostaron por su proyecto a pesar de todas las incidencias y amenazas. Varios de ellos, sin duda, ocuparán un lugar importante en la próxima administración.

  • nota

Analizar el pasado es sencillo, basta echar un vistazo a los datos, las cifras y los hechos consumados. Si revisamos los votos que recibió la coalición Juntos Haremos Historia en la capital de Morelos entenderemos que la diferencia entre la victoria y la derrota fue José Luis Borbolla.

Morena fue sin duda alguna el motor de la pasada elección, la fuerza de López Obrador y el empuje de Cuauhtémoc Blanco barrieron con todos, pero en el caso particular de Cuernavaca también contó lo que hizo Choche en las semanas que pudo hacer campaña.

En otras contiendas la coalición arrasó con sus adversarios, en algunos casos les dobló en votos y en otros ganó hasta con candidatos encarcelados. Pero en la capital es un caso particular, aquí el segundo lugar era un candidato con reconocimiento social y su partido parecía tener la fuerza suficiente para sacar adelante la elección. La diferencia en votos entre el primero y el segundo lugar en Cuernavaca fue de menos de 10 mil votos, es decir, apenas el 6 por ciento de diferencia.

El dato es meramente anecdótico, simplemente para ubicar el contexto en el que Antonio Villalobos recibió la constancia de mayoría y para entender el porqué del enfado de muchos hacia él. Villalobos podría ser el próximo alcalde de Cuernavaca de rebote, derivado de una serie de circunstancias que se combinaron y por mera casualidad. Villalobos no hizo nada para ganar la elección, no hizo campaña, tampoco invirtió un peso, ni se preparó para el cargo. Le entregaron la constancia de mayoría porque estuvo en el lugar y en el momento adecuado.

El problema es que a sabiendas de ello el joven Villalobos no ha sido prudente en su actuar, le ha faltado humildad, inteligencia y visión. Cuando vio el conflicto por la candidatura se escondió, cuando bajaron a Borbolla no tuvo la prudencia de buscarlo y al asumir la titularidad del proyecto lo primero que hizo fue atacar a Cuauhtémoc Blanco y refugiarse con quienes se la han pasado golpeando al futbolista.

Hoy el alcalde electo se ve solo, aunque presume el apoyo del Diario de Morelos; el domingo pasado el gobernador electo dijo que Antonio Villalobos no es de su equipo y que continúan buscando la manera de quitarlo del cargo; hoy están convocados los candidatos ganadores con su dirigencia nacional y ahí se pueden encontrar de frente ambos personajes.

Lo ocurrido en Cuernavaca (en la coalición) es una comedia de equivocaciones de principio a fin; puede ser que el tiempo permita a Villalobos asumir el cargo, pero aún en ese supuesto su escenario es profundamente complicado, porque además de que no está preparado para la responsabilidad ni cuenta con un equipo que le ayude a sacar adelante al municipio, está enfrentado con el próximo gobernador y representa el refugio de los beneficiados del gobierno de Graco Ramírez.

Faltan seis meses para la toma de protesta y serán muy largos para Antonio Villalobos. Como ya lo advirtió Cuauhtémoc Blanco, todavía hay una instancia a la cual van a acudir para evitar que tome protesta.

Esa instancia podría ser Andrés Manuel López Obrador.

  • post it

Apostar políticamente por el gobernador en su primer año de gestión es fácil, es más, para la clase política morelense parece obligatorio. Pero hacerlo al final, después de que el gobernador perdió la elección y se perfila como un futuro perseguido de la justicia es una locura.

La legislatura actual no fue proclive al gobierno de Graco Ramírez, estuvo absolutamente entregada de principio a fin a los intereses y las ocurrencias del gobernador. Los diputados actuales le aprobaron todo, le dieron todo y le permitieron hacer todo; cambiaron la ley al gusto y los intereses del gobernador, le autorizaron créditos, le dieron atribuciones para privatizar y vender los bienes del estado y hasta le construyeron el andamiaje para que no lo alcanzara el brazo la ley después de que dejara el cargo.

Pero nada de eso fue gratis: los legisladores actuales se sirvieron con la cuchara grande, se acabaron el presupuesto asignado (500 millones de pesos anuales por tres años) y pidieron más; cada voto, cada acuerdo y cada autorización, dicen, tuvo un precio y algunos de estos pagos quedaron reflejados en sus cuentas personales a través de transferencias bancarias.

Hoy el congreso está quebrado, arrastra deudas millonarias con proveedores y dejará a la siguiente legislatura una enorme carga financiera que cubrir. Las deudas contraídas por los diputados actuales son institucionales y como tal serán trasladadas a los próximos diputados; estos tendrán la opción de negarlas o eventualmente enfrentar demandas, de renegociarlas o simplemente de olvidarlas, en cuyo caso el costo político será enorme a lo largo de tres años.

Los daños que le causó este congreso al estado son mayúsculos, los diputados son cómplices de Graco, ellos le autorizaron los créditos y le permitieron hacer y deshacer lo que quisiera sin que hubiese contrapesos ni consecuencias. Sus abusos se han dado en todos los rubros: saquearon las finanzas legislativas, dejarán enormes pasivos a la próxima legislatura, modificaron leyes para dañar a la sociedad y golpear al estado, nombraron funcionarios para que proteger al gobernador en su séptimo año y concedieron pensiones y jubilaciones a decenas de personas que no cumplen con los requisitos legales para obtener ese beneficio; la última, dicen, Anahí Bahena, esposa del actual secretario de gobierno, quien a pesar de no tener ni 40 años de edad, recibirá una pensión vitalicia.

Más de una decena de los actuales diputados buscaron un cargo de elección popular en las elecciones del pasado 01 de julio, pero nadie ganó. Sobra explicar porqué.

Una obligación de la próxima legislatura es revisar lo que hicieron sus antecesores y actuar en consecuencia. Hacerse de la vista gorda sería caer en la corrupción y la complicidad que han criticado.

  • redes sociales

Los diputados de la actual legislatura se van a auditar, lo hará la Entidad Superior de Fiscalización que preside Vicente Loredo. El mismo Vicente Loredo que auditó el crédito de 2 mil 800 millones de pesos autorizado a Graco Ramírez y que concluyó que todo estaba en perfecto orden.

Es el auditor perfecto para la legislatura perfecta.

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