A las 10 de la mañana el sol pega con fuerza y las banquetas de la calle Chihuahua de la colonia Roma, frente al 216, se calientan. Para las tres de la tarde ahí se habrían vivido golpes y empujones, el desfile de ex deportistas, manifestaciones y un compromiso más de Andrés Manuel López Obrador: todos los que lleguen a su casa serán escuchados.
Un grupo de 15 personas, principalmente mujeres, defensoras de los animales, demandaron “derechos fundamentales” de los toros, cárcel para los toreros y la ayuda del virtual presidente electo. Médicos naturistas apoyan su proyecto de salud y piden que se incluya la herbolaria para reducir costos.
Cuauhtémoc Blanco, próximo gobernador de Morelos, arriba a la casona afrancesada. Explica que fue a saludar.
Blanco sale de la oficina de López Obrador, aunque no habla mucho, y menos cuando una reportera le acerca su grabadora y accidentalmente le pega en la mejilla. Fue apenas un toque, pero el ex americanista echa la cabeza para atrás y se cubre la boca, se va sin decir nada, molesto quizá.
Un rato después sale Juan Gabriel Castro, ex beisbolista de las Grandes Ligas, donde jugó con los Dodgers de Los Ángeles. Sabe de la afición del virtual presidente electo por el beisbol. No dice mucho, se limita a decir que pasó a saludar.
A las dos de la tarde hay una conferencia de prensa en el patio de la casona. Los reporteros entran a cuentagotas y López Obrador recuerda que va un mes desde que ganó la elección presidencial. Afuera las manifestantes le piden que se pronuncie sobre los toros.
El tabasqueño fija posiciones sobre otros temas y al final dice a la gente: “Todos serán atendidos, todos serán escuchados y cada uno tendría una respuesta en uno u otro sentido”. Le aplauden.
Juanito, bateado. A la salida hay empujones entre dos reporteros que se lían a golpes y los separan.
Juanito, el ex delegado de Iztapalapa, se limita a mirar la escena. Dice que llegó para buscar reconciliación, pero no lo reciben.
A las seis de la tarde llegan Olga Sánchez Cordero, Alejandro Encinas y Zoé Robledo; poco después, Marcelo Ebrard. Los tres primeros salen luego de dos horas. López Obrador se va con Ebrard. Un hombre se pega al auto blanco y le dice: “Usted necesita seguridad”. El auto blanco arranca. Ya casi llueve, son las ocho de la noche.