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SERPIENTES Y ESCALERAS

 
 

Graco Ramírez es un golpeador político; lo fue desde la oposición y lo fue en el gobierno. Cuando golpeaba desde la oposición estiraba la mano para cobrar y como titular del gobierno golpeó y robó. Pero el tabasqueño nunca actuó sólo, como jefe del ejecutivo en Morelos lo hizo junto con su esposa y sus hijos. Son delincuentes organizados.

 

Desde que asumió el poder en Morelos Graco Ramírez implementó una política de confrontación, de choque, de caos. El tabasqueño es un político que se forjó en la adversidad; “sabe vivir en crisis y saca provecho de ello”, presumía su gente cercana. Al final de su mandato el estilo sigue siendo el mismo, el tabasqueño apuesta por el caos, por la descomposición social y la ingobernabilidad para librar el brazo de la ley. Los problemas que vivimos hoy en el estado no son producto de la casualidad.

El perredista lo advirtió y está cumpliendo: si Cuauhtémoc Blanco ganaba estaba listo para ir a la batalla, le generaría un clima de ingobernabilidad y violencia tal que el nuevo gobierno estaría más ocupado en apagar los incendios que en buscar castigo a los culpables. La estrategia, dicen, la planeó con Elena Cepeda y con Rodrigo Gayosso; de ellos fue la idea de generar anarquía, encender las antorchas y convulsionar al pueblo antes de irse.

La lógica de quienes tomaron la decisión de volver terroríficos los últimos dos meses del sexenio es la misma que aplicó Graco a lo largo del sexenio y Rodrigo durante su campaña; es el uso de la fuerza sin inteligencia, la represión para acabar con las inconformidades y el uso de recursos públicos para comprar voluntades.

En la mente del matrimonio gubernamental el objetivo al final del sexenio es uno y simple: evitar ir a la cárcel; si el estado se convulsiona y la gente se desespera el nuevo gobierno estará muy ocupado resolviendo conflictos y tendrá que postergar sus promesas de campaña. Más aún: si ante la llegada de Cuauhtémoc Blanco la sangre corre y la violencia se desata, quedará confirmado, según ellos, que la gente se equivocó al emitir su voto por un futbolista.

Se trata de la estrategia perversa de dos mentes malvadas; es el estilo que caracterizó al gobierno de Graco Ramírez a lo largo de su sexenio y que replicó Rodrigo Gayosso, quien ejerció el poder y manejó los recursos públicos del estado después del segundo año del sexenio; consciente o inconscientemente Graco transfirió a su hijo y a su esposa el control de las instituciones estatales. Elena Cepeda nunca quiso ser una primera dama como Beatriz Gutiérrez de Obrador, ella fue una Karime Macías de Duarte.

Muchos de quienes están cerca del primer círculo critican hoy la forma monárquica como se ejerció el poder en Morelos y el estilo golpeador de la dupla Graco-Gayosso; lo hacen ahora que estamos al final del régimen porque entienden que la suma de enemigos y la rudeza innecesaria hicieron que el gobierno naufragara y muchos esten en riesgo de perder la libertad. Antes callaron y aplaudieron los excesos porque eran parte de la fiesta y también de los beneficios.

El estilo de ejercer el poder y la estrategia de gobierno de la familia gobernante hicieron naufragar un proyecto político que incluyó a muchas personas, pero luego se volvió el negocio de tres. Elena, Graco y Rodrigo actuaron con fuerza, con arrogancia, con violencia y sin humildad; uno presumía su basta experiencia política y el otro su visión empresarial; la mujer simplemente chantajeó a su marido. Al final los tres fallaron.

No hay forma de verle el lado bueno a una historia que concluye como la que estamos viendo. Graco Ramírez fracasó porque cierra su gestión en medio de reclamos, escondido y con el temor de ir a la cárcel; Rodrigo Gayosso tampoco puede presumir nada, pues a pesar de su personal bonanza económica, queda señalado, derrotado y muy probablemente perseguido por la justicia. Sobre Elena también está la mira puesta, la responsabilizan de la crisis social y del desfalco financiero del estado. Los tres llevaron al estado al peor momento de toda la historia.

Pero lo que esa familia hace ahora supera todo lo hecho a lo largo de la administración; su plan de cierre de sexenio es absurdo, una locura cuyas consecuencias serán muy graves para todos los ciudadanos. Incitar a la violencia, provocar caos, generar inestabilidad y azuzar a la delincuencia está causando una convulsión que va a ser muy difícil de controlar y cuyo costo se está pagando con sangre.

La actuación del gobierno saliente es irresponsable y muy dañina para todos; bajar la guardia en materia de seguridad y espolear a los grupos delictivos está causando muertes y agravando la de por si complicada situación de seguridad. Graco, Elena y Rodrigo están mentalmente enfermos, han dejado de ver la realidad y en su desesperación o locura apuesta por un caos que distraiga al nuevo gobierno y evite que la justicia los alcance.

El daño económico que provocó la familia Ramírez Cepeda a Morelos es enorme, los adeudos superan los 13 mil 700 millones de pesos y todavía faltan más oficinas por revisar; socialmente la historia es igual de triste: el gobierno de Elena Cepeda, Graco Ramírez y Rodrigo Gayosso lastimó a la gente, provocó fracturas familiares, confrontó a los amigos y dividió a sociedad en buenos y malos.

El remate de esa historia la estamos viendo hoy: a unas semanas de entregar el poder el gobierno y sus titulares impulsan un clima de violencia e inseguridad, provocan caos y fomentan la descomposición social. Es utilizar el ataque como medio de defensa.

El daño que han causado Elena Cepeda, Graco Ramírez y Rodrigo Gayosso a Morelos es enorme, se contabiliza en dinero y se mide en sangre.

La cárcel no es suficiente para pagar todo el mal que han hecho.

  • posdata

Contratar familiares, entregar obra pública a sobreprecio para sus empresas, rentar propiedades al ayuntamiento, lucrar con programas sociales, sacar dinero del alcoholímetro y de las grúas, desviar recursos del municipio y de la federación...

Nada de lo anterior es suficiente para Manuel Agüero Tovar, el peor alcalde que ha tenido Jiutepec y uno de los peores en la historia de Morelos. Tras su derrota en las urnas el rubicundo presidente municipal ha tomado revancha contra la sociedad, canceló los programas de recolección de basura y útiles escolares aludiendo que se trataba de un ajuste presupuestal; la presión ciudadana lo hizo revertir la orden.

Hoy José Manuel Agüero Tovar está a punto de causar un nuevo daño a las finanzas del municipio al impulsar la creación de dos nuevos sindicatos en el ayuntamiento para garantizar la permanencia de 600 trabajadores afines a él, quienes actualmente prestan sus servicios en la Sindicatura, en el Sistema de Agua Potable, el DIF y la Consejería Jurídica.

Cuentan que el pasado martes 30 de julio el perredista se reunión con el titular de la secretaría del Trabajo del Poder Ejecutivo, Mauricio Xavier Garduño Montoya, con quien acordó tal acción y se habrían comprometido a que la autoridad laboral estatal sería el aval para expedir la toma de nota de los comités sindicales.

Paralelamente Agüero Tovar habría ordenado provocar un incendio en las instalaciones del archivo que alberga los documentos del personal municipal, para destruir la evidencia de la acción ventajosa que pretende concretarse en próximos días.

Manuel Agüero juega con fuego, de la misma manera que su padre putativo Graco Ramírez quiere causar un conflicto social para generar inestabilidad a la siguiente administración. El regordete no entendió el mensaje social que le dieron cuando perdió en las urnas, ni el que recibió cuando trató de cobrar el servicio de recolección de basura. Es ladrón y torpe.

El que se ríe se lleva... y el que se lleva se aguanta.

  • nota

Con una mayoría aplastante en todos los espacios de poder, el escenario de Morena para los siguientes años podría ser considerado sencillo por muchos, pero en realidad el reto es enorme y sumamente complejo.

Los gobiernos emanados del Movimiento de Regeneración Nacional y de la coalición Juntos Haremos Historia tienen todo para salir adelante: estarán al frente de la administración nacional y estatal y sus diputados son mayoría en el congreso morelense y en las dos cámaras federales.

Desde los viejos tiempos del PRI en la era de los presidentes omnipotentes ningún partido había tenido tantos espacios en los puestos de representación popular. Hoy Morena y sus aliados avasallan y pueden hacer prácticamente lo que quieran, sin necesidad de conciliar con las demás fuerzas políticas. A pesar de ello Andrés Manuel López Obrador ha dicho que no abusarán, que discutirán todo y avanzarán a partir del diálogo y la conciliación.

En el caso de Morelos el reto es enorme, porque el ambiente social está muy deteriorado y el enojo de la gente está a flor de piel. Aquí vivimos una situación crítica, con una administración quebrada y una delincuencia que ha rebasado al estado con la complacencia o la perversidad de las autoridades salientes.

La gente quiere resultados pronto y exige un cambio drástico en el estilo de hacer política y ejercer el poder. Los abusos cometidos por la clase gobernante actual no tiene precedente: diputados, alcaldes y gobernador, incluyendo las familias de todos ellos, saquearon las arcas públicas, corrompieron las instituciones y lastimaron profundamente a la entidad.

Hablamos de desvío de recursos, de abuso de poder, de fraudes y desfalcos, de tráfico de influencia y lavado de dinero, de violaciones constantes a la ley y actos de rapiña como nunca antes habíamos visto en la tierra de Zapata. Es tanto el daño causado por Graco, su familia y aliados, que la gente no aceptará un borrón y cuenta nueva de parte de las nuevas autoridades.

Ahí radica el gran reto de Morena y la coalición; antes de pensar en avanzar tienen que resolver lo pendiente, aplicar la ley, hacer justicia y castigar a los culpables en el gobierno estatal, en las administraciones municipales y en el congreso de Morelos.

El reto de la nueva legislatura de Morena es enorme, tienen que dar un mensaje inmediato de cambio, tienen que transformar la mala imagen que les heredan y demostrar que no van a replicar los mismos vicios. Obligadamente tienen que revisar las leyes aprobadas por la legislatura 53, particularmente aquellas que se hicieron a modo del gobernador, a petición de su hijo o por interés económico de los diputados.

Además de la revisión a las cuentas públicas legislativas para saber en dónde quedaron los 1,500 millones de pesos que tuvieron de presupuesto, hasta el análisis financiero y jurídico de los muchos fideicomisos que crearon para manejar cientos de millones de pesos y luego eliminaron para que no quedara huella de la forma como lavaron el dinero del estado, los diputados de la 54 tienen mucho que analizar

Los nombres de los principales defraudadores de la cámara están a la vista: Francisco Moreno, Hortencia Figueroa, Beatriz Alatriste... y uno de los caminos que utilizaron para tomar dinero público fue el Fondo para el Desarrollo y Fortalecimiento Municipal, en el que participaron, entre otros, el actual consejero electoral José Enrique Pérez, Josué Espíndola, Ana Cristina Guevara y Antonio Díaz Guerrero.

Muchos son los temas que hay en la agenda de la próxima legislatura, pero ninguno tan importante como dar una inmediata muestra de que los nuevos diputados no serán iguales a los del pasado, ni van a emular los actos de la 53.

La comunicación que tenga la próxima legislatura será clave para posicionar la imagen que pretendan dar los nuevos diputados.

  • post it

Los empresarios y comerciantes del centro histórico de Cuernavaca lo dicen con todas sus letras: el proyecto de la Ecozona fracasó. No reactivó la economía, no atrajo al turismo, no eliminó el ambulantaje, no reguló el transporte público, no volvió más seguro el primer cuadro y no cumplió con su objetivo ecológico. Fue, lo dicen, una ocurrencia más del gobierno de Graco Ramírez.

Fueron cientos de millones de pesos los que invirtió el gobierno estatal en esta parte de la ciudad; las obras, todas, de mala calidad, a sobreprecio y sin socializarse.

Emular a Polanco en la capital de Morelos fue una de las muchas (y muy caras) ocurrencias de Elena Cepeda.

  • redes sociales

La cifra va en aumento: hace unos días hablábamos de la deuda que dejaría Graco a Morelos: 12 mil millones de pesos. Conforme se analizan más las cuentas y se obtiene mayor información la cifra crece; el conteo actual es brutal: la deuda pública de Morelos asciende a 13 mil 700 millones de pesos.

Again: ¿Dónde está ese dinero?

es viernes

... Y toca.

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