AMLO y los líderes sindicales multimillonarios
Una de las omisiones que más se le reprocha a los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón es la de no haber movido un dedo para cambiar las viejas estructuras del corporativismo priista.
No sólo no intentaron desmantelar ese sistema tan útil para los regímenes surgidos del PRI sino que hicieron alianzas estrechas con los líderes sindicales más repudiados por la sociedad que votó por un cambio en el año 2000, como Elba Esther Gordillo, Carlos Romero Deschamps y Víctor Flores, por mencionar sólo algunos.
A los dirigentes sindicales que se enriquecieron de manera escandalosa e impune a costa de los trabajadores que presuntamente representaban la primera alternancia les hizo lo que el viento a Juárez.
Se ha dicho que esa es una de las claves para entender por qué la salida del PRI de Los Pinos tras 70 años no significó un cambio de régimen.
Al regresar el tricolor al poder de la mano de Enrique Peña Nieto, vino la acción judicial contra Elba Esther Gordillo, pero la estructura corporativa siguió intacta.
Tras el triunfo de Andrés Manuel López Obrador y su anunciada cuarta transformación del país, empiezan a surgir las primeras señales de lo que podría esperarse.
En campaña, las baterías del candidato de Morena se enfocaron contra un sector del alto empresariado. Además de su condena general a la corrupción, hubo algunas declaraciones vagas en contra del "charrismo sindical" pero el tema no estuvo en el centro de la oferta que lo llevó a la victoria el 1 de julio.
Por el contrario, fue evidente la alianza lopezobradorista con los personajes más cercanos a Gordillo, quienes armaron una red de apoyo al tabasqueño en redes sociales y pusieron a su servicio una estructura de vigilancia y operación electoral conformada por maestros.
La alianza de Morena con la CNTE se fortaleció durante la campaña y hubo la percepción de que los viejos y encarnizados enemigos —Elba Esther y la Coordinadora— convivieron alegremente dentro del proyecto de López Obrador, unidos por la promesa de echar abajo la reforma educativa tan odiada por ambas fuerzas.
El líder minero Napoleón Gómez Urrutia fue candidato plurinominal de Morena al Senado, con lugar privilegiado en la lista y ocupará una curul en la nueva legislatura.
Ya en el periodo de transición, la idea de mudar secretarías federales a distintas ciudades del país produjo un acercamiento de Joel Ayala, líder de la Federación de Trabajadores al Servicio del Estado (FTSE), con el equipo de López Obrador. Pese a los entendibles temores de la burocracia que se verá afectada por la propuesta, su dirigente se apresuró a apoyarla y a ofrecer su respaldo al próximo gobierno.
La nominada de López Obrador para ser secretaria de Energía, Rocío Nahle, declaró hace unos días que no habrá persecución ni cacería de brujas contra el líder del poderoso sindicato petrolero, Romero Deschamps.
Una de las primeras reuniones de Manuel Bartlett tras ser designado para dirigir la Comisión Federal de Electricidad, fue con el viejo aliado del lopezobradorismo Martín Esparza, líder del revivido Sindicato Mexicano de Electricistas. El poblano se apresuró a aclarar que no planea usar al SME como cuña contra el Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), de filiación priista.
La izquierda mexicana ha condenado siempre en el discurso el sindicalismo corrupto pero su vocación en el poder, especialmente en la Ciudad de México, ha sido fortalecer y aprovechar el corporativismo sindical y el clientelismo gremial.
Es lógico que un gobierno de izquierda busque tener sindicatos fuertes, pero con dirigentes afines políticamente (aunque sea conversos por interés)
López Obrador tiene entre sus frases favoritas la de que no se puede tener gobierno rico con pueblo pobre. Falta saber si tolerará que siga habiendo líderes sindicales multimillonarios con trabajadores pobres.