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SERPIENTES Y ESCALERAS

 
Cuauhtémoc Blanco dice que meterá a la cárcel a Graco Ramírez, el futbolista lo dijo en campaña y lo ha repetido muchas veces más luego de ganar la elección; todos lo sabemos. Lo que no sabíamos, hasta ahora, es que Graco Ramírez también está en la mira de Andrés Manuel López Obrador. Esto último es determinante en el futuro del perredista.

 

La falta de diálogo entre las administraciones saliente y entrante de Morelos, las de Graco Ramírez y Cuauhtémoc Blanco, han provocado un clima de crispación social, inestabilidad política e incremento de la delincuencia. Este “rompimiento total y absoluto” como lo define el comisionado de seguridad Alberto Capella, ha generado una severa crisis de fin de sexenio que provoca altos niveles de violencia y anticipa semanas de mucha tensión para todos. Es tan grande el problema que se vive en el estado que Graco Ramírez podría ser el primer ex gobernador procesado por la administración de Andrés Manuel López Obrador.

Lo que ha sucedido en otras entidades del país con gobernadores que al término de su gestión fueron perseguidos y procesados se puede repetir en Morelos. Hay tres elementos que se requieren para que ese escenario se concrete: 1- Mal manejo de los recursos y violaciones a la ley; 2- Mala imagen pública y mal ambiente social en contra de la administración saliente y 3- Que el Presidente de la República avale la actuación jurídica contra los gobernantes salientes.

En Morelos se presentan los tres factores:

1-     El estado registra un endeudamiento como nunca en su historia y no hay claridad sobre el manejo de los recursos; las obras que se llevaron a cabo fueron muy caras y de mala calidad, todas presentan fallas y vicios ocultos y ninguna representa el costo que se pagó por ellas. Item más: los grandes proyectos que llevó a cabo la actual administración se hicieron por adjudicación directa a empresas ligadas a la familia del gobernador y en algunos casos, a constructoras recién creadas por los hijos de Elena Cepeda, Rodrigo Gayosso y José Domingo Ramírez.

2-     El manejo de la imagen de este gobierno fue malo desde el principio y, aunque al final del régimen trataron de revertir el daño causado por los primeros tres jefes de prensa del régimen, los esfuerzos han sido infructuosos porque los funcionarios no han ayudado a mejorar la percepción. Aunado a ello el gobernador y su familia se han encargado de abrir nuevos frentes y multiplicar enemigos, lo que ha provocado que a la vuelta de seis años el gobierno perredista y la parentela del tabasqueño sean profundamente repudiados por todos los sectores de la sociedad.

3-     La peor pesadilla de Graco Ramírez se hizo realidad: perdió la elección local con el candidato a quien se dedicó a atacar durante tres años, al que se la pasó poniéndole piedras en el camino, al que acusó de narcotraficante, al que intentó destituir como presidente municipal  y a quien trató de inculpar en un asesinato. Pero su desgracia no concluye ahí: a nivel federal se quedó sin aliados políticos y sin protección gubernamental, el próximo presidente de la república es un hombre con quien tiene mala relación porque todo el sexenio se la paso acusándolo y difamándolo y no existe la menor posibilidad de reconciliación. Ambos, Cuauhtémoc y Andrés Manuel coinciden en que deben proceder contra Graco Ramírez.

Pero a pesar del escenario adverso Graco Ramírez está decidido a seguir hasta el final con su misma línea política y actitud personal. Lo que hace unos meses parecía un cambio de actitud buscando la reconciliación al final de su mandato, hoy ha desparecido y en su lugar vuelve a surgir el mismo Graco de siempre, el que se confronta, el que agrede, el que no cumple acuerdos ni le importa limar asperezas con quienes atropelló en el camino.

Por eso es alta la posibilidad de que el primer gobernador procesado en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador sea el de Morelos, porque además de las irregularidades cometidas durante su administración acumula muchos enemigos políticos y ha generado un ambiente social de linchamiento en su contra que vuelven muy atractivo para todos ir por su cabeza.

A sus 69 años Graco Ramírez ha dejado de ser un político importante en el escenario de poder nacional y se ha convertido en una presa muy atractiva para todos los que presumen ir en contra de la corrupción. El tabasqueño perdió su olfato político y su habilidad para transitar en los pasillos de poder, se dejó chantajear por su esposa y cedió el poder a su hijo; por esas razones hay una altísima posibilidad de que vaya a la cárcel para no volver a salir jamás.

Pero el tamaño del enojo social que ha provocado el actuar del gobernador de Morelos es enorme y por eso su cabeza es insuficiente para satisfacer el deseo de venganza social. Elena Cepeda, Rodrigo Gayosso y José Domingo Ramírez forman parte de la trama, son corresponsables de la tragedia estatal y están bajo la lupa del gobierno de Cuauhtémoc Blanco y también de la administración de Andrés Manuel López Obrador. En Morelos igual que en Veracruz las tropelías se hicieron en familia.

La semana pasada el gobernador electo de Morelos se entrevistó con el presidente electo de México, fue una charla de 40 minutos en los que el futbolista explicó al futuro jefe de gobierno la gravísima situación de inseguridad que se vive en la entidad y acusó a Graco Ramírez y a los suyos de provocar este desastre con la idea de desestabilizar el estado. El ex seleccionado nacional, cuentan, pidió la autorización y el apoyo a AMLO para actuar en contra del perredista y los suyos y la respuesta, como ya ha trascendido en varios espacios nacionales, fue positiva.

Por todo lo anterior es inconcebible la actitud que ha asumido Graco Ramírez al final de su mandato; en lugar de tratar de cerrar bien, de conciliar con la nueva administración, de bajar el encono social y de intentar reparar algo del daño causado a la sociedad lo largo de seis años, su política es inversa: pone piedras en el camino, apuesta por la desestabilización y aviva el encono social.

La crisis y la ingobernabilidad que se ha generado en Morelos a dos meses de que concluya el sexenio del PRD es terrible, afecta a todos y provocará un muy convulsionado arranque de mandato para Cuauhtémoc Blanco. Pero contrario al cálculo de Ramírez, este ambiente de crispación no lo librará de la justicia ni mucho menos de la persecución, por el contrario, las acciones desestabilizadoras han aumentado el enojo público en su contra y ello ha hecho voltear los ojos hacia su familia. Derivado de este plan de fin de sexenio ahora la meta de los futuros gobernantes no es actuar sólo en su contra, sino también en contra de su esposa y de sus hijos.

Graco Ramírez nunca ha sido un político conciliador, pero tampoco fue (hasta ahora) un hombre de actuaciones tan absurdas. Es claro que el tabasqueño se dejó mangonear por su familia, cedió el poder y permitió que su proyecto político se vida se convirtiera en el negocio personal de sus hijos y de Elena.

Todo lo que hicieron tendrá consecuencias.

  • posdata

Las historias se conocían desde tiempo atrás, pero ahora comienzan a documentarse. La revisión a las finanzas estatales incluirá, dicen, el análisis de los contratos, el historial de las empresas y la calidad de las obras. Se trata, como lo ha ordenado el gobernador electo, de ir a fondo y castigar a quienes se enriquecieron a costa del erario y con cargo a la calidad de vida de la gente.

En el primer circulo de Rodrigo Gayosso y Elena Cepeda están nerviosos, saben que el escenario que se les viene es terrible y la posibilidad de que varios de ellos enfrenten procedimientos judiciales es alta. De ahí que, lo mismo que han hecho ya varios funcionarios y ex funcionarios estatales, amigos de la familia se comienzan a acercar al equipo de Cuauhtémoc Blanco con la intención de entregar información y pruebas de lo que se hizo al amparo del poder.

De este desfile de personajes ansiosos por contar historias han surgido datos que llamaron la atención; ya se sabía que la damota fue quien daba el visto bueno a los contratos y que Rodrigo era quien operaba los negocios, pero ahora aportan elementos que involucran al otro hijo, a José Domingo Ramírez Cepeda.

El hijo de Graco y Elena, cuentan, se manejó con un perfil más discreto, pero también se dedicó a hacer negocios; al joven lo relacionan con la edificación del estadio Agustín Coruco Díaz, con el Paso Exprés, con los eventos de la Secretaría de Cultura y la de Turismo y sobre todo, con jugosísimos contratos en la Secretaría de Salud.

A Elena Cepeda, Rodrigo Gayosso y José Domingo Ramírez los observan con mucha atención en el nuevo equipo de gobierno y están bajo la lupa de autoridades federales. Aunque ninguno firmaba documentos oficiales ni ocupó un cargo público, las historias y los documentos que están mostrando su amigos cercanos los confirma como operadores principales de los negocios en el estado.

La revisión que les hacen parte de una premisa simple: congruencia fiscal. Los próximos meses (¿años?) van a ser muy complicados para la familia de Graco Ramírez y ni siquiera tendrán capacidad o espacios para dar a conocer su verdad.

  • nota

Lo que comenzó con una denuncia en redes sociales ayer se volvió una manifestación pública en contra de la titular de la Comisión de Atención a Víctimas en Morelos. Nadxielli Carranco, la funcionaria consentida de Elena Cepeda es señalada de desviar recursos, de lucrar con el dolor de la gente y de enriquecerse con el dinero de los afectados por la violencia.

Hace unos años la robusta funcionaria presumía ser luchadora social, pero en cuanto se incorporó a la nómina de Graco Ramírez sus intereses y hasta su forma de vestir cambió. Carranco Lechuga se mimetizó con Elena Cepeda (se clonó con la damota) y asumió su mismo estilo y personalidad.

La cercanía de Nadxielli con la primera dama concedió a la funcionaria la libertad para hacer lo que quisiera en la comisión, para actuar con absoluta discrecionalidad y para gastar el dinero de las víctimas sin tener que rendir cuentas a nadie.

Entonces su vida cambió y la modesta (y gigantesca) mujer se convirtió en una muy arreglada (y gigantesca) funcionaria que aprendió a vivir muy bien del presupuesto y olvidó el dolor de la gente. Las denuncias contra Nadxielli Carranco Lechuga han estado presentes desde el primer día que asumió el cargo, en reiteradas ocasiones se ha señalado sus malos modos con la gente y el trato déspota con quienes acudían a la comisión en busca de ayuda, pero siempre gozó de la protección de Elena Cepeda.

Particularmente la han señalado por actos de corrupción en un contexto que agrava el mal uso del dinero público, porque se trata de recursos que tendría que estar destinados a los familiares de las víctimas y no al usufructo de una mujer que hace negocio con el dolor de los demás.

Es evidente que a la funcionaria no le pasará nada en las semanas que le restan a este gobierno, su cercanía con la damota (entre damotas se entienden) la ha blindado siempre y la cobijará hasta el final del sexenio.

Después de que concluya el gobierno de Graco Ramírez las cosas van a cambiar. Lo primero es que Nadxielli Carranco Lechuga nunca más volverá a ser funcionaria.

  • post it

El conflicto entre el gobierno estatal y los transportistas de Morelos es grave y aún puede dar muchos dolores de cabeza. El lunes los concesionarios convulsionaron el tráfico en Cuernavaca y Jiutepec y advierten que habrá más manifestaciones.

Un punto sobresale en esta historia: los permisionarios exigen que se cumpla lo que en campaña les prometió Rodrigo Gayosso, es decir, que les entreguen las concesiones que les ofrecieron a cambio de apoyar al PRD.

Terrible trabuco: los que se la jugaron con él quieren que les den su concesión y los transportistas no quieren que se liberen más permisos.

Este conflicto es parte de lo que dejó la fallida campaña del Gayo.

  • redes sociales

El Grupo Parlamentario de Morena ha comenzado a fijar agenda: habrá una comisión para revisar la actuación de la legislatura 53 y también se analizará lo que se hizo en el gobierno de Graco Ramírez.

No se descarta nada, dicen, ni siquiera hacer juicio político al gobernador saliente.

Algunos dicen: ¿Y ya para que enjuiciar a Graco Ramírez si ya se va?

Simple: aunque quedan menos de 2 meses del sexenio, no es lo mismo concluir un mandato que ser removido antes, así sea un día antes.

Esa diferencia puede ser clave para que el tabasqueño vaya o no a la cárcel.

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