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SERPIENTES Y ESCALERAS

 
Cuauhtémoc Blanco Bravo será  un ejecutivo muy poderoso: goza de la simpatía del presidente, manejará el gobierno estatal, tendrá el apoyo del congreso local y también estará de su lado el coordinador estatal. El respaldo que recibe Cuau de AMLO es total y evidente; no hay pretexto para que su gobierno fracase o sus promesas no se cumplan.

 

El cambio de Rabin Salazar por Hugo Erick Flores en la coordinación estatal de Morelos (el súper delegado creado por Andrés Manuel López Obrador) confirma el buen ánimo y la condescendencia que existe de parte del Presidente electo de México hacia el Gobernador electo de Morelos. La llegada del ex dirigente nacional del PES es una muestra más de apoyo al futbolista, pero también una señal muy dura hacia el gobierno que se va. Sin Rabín Salazar como Coordinador Estatal en Morelos Cuauhtémoc Blanco no tendrá contrapeso político y llegará con más fuerza de la que tuvo Graco en su mejor momento.

Con la designación de Hugo Erick Flores la suerte de los graquistas quedó echada; el cambio en la coordinación estatal es una señal más de la fuerza que tiene Cuauhtémoc Blanco y del apoyo presidencial para actuar contra Graco Ramírez y su familia. Rabín Salazar es un hombre cercano al círculo de López Obrador, apreciado por la dirigente nacional de Morena y reconocido como el líder de ese partido en la entidad, a pesar de ello fue sustituido para brindar al novel gobernador todo el margen de maniobra que ha pedido para cumplir sus promesas de campaña.

Ubicar al dirigente nacional del extinto Partido Encuentro Social en esa posición fortalece a Cuauhtémoc Blanco, pues ya no tendrá ningún contrapeso político en la entidad, como sucedería en el caso de que esa posición la tuviera uno de los líderes de Morena. Todo el pastel es para el futbolista.

No es cuestión de afectos o de intereses, sino de una realidad palpable: Rabín Salazar es un político mesurado que de manera natural sería un equilibrio en el escenario de poder local y abriría a la gente de Morena los espacios que evidentemente no tendrán en el gobierno estatal. Con Hugo Érick Flores como Coordinador Estatal el panorama es diametralmente opuesto: toda la fuerza política, operativa y estructural del estado y del Gobierno de la República en Morelos estará en manos del gobernador Cuauhtémoc Blanco y de su equipo.

Si como todo indica el cambio se confirma, a Cuauhtémoc Blanco le irá bien y a los graquistas muy mal, porque no habría nadie haciendo contrapeso al poder del gobernador, ni canales de comunicación para establecer algún tipo de diálogo o acuerdo entre la administración saliente y la entrante. Rabín Salazar, por otro lado, no quedará desamparado, se incorporará al gabinete federal, posiblemente en una subsecretaría de la SRE o en alguna de las otras posiciones que ya le han ofrecido.

Futurear electoralmente con este cambio es ocioso, porque falta mucho tiempo para que se vuelva a calentar el ambiente electivo; la sustitución de Rabín no tiene ninguna implicación de ese tipo, pero sí cambia el espectro político local en el corto plazo y eleva sustancialmente la presión en contra del gobierno del tabasqueño.

En política las cosas cambian constantemente, pero en este momento Cuauhtémoc Blanco tiene todo a su favor, y aunque no tiene la simpatía general de Morena (ni aquí ni en México), Andrés Manuel López Obrador le tiene muchas consideraciones y parece decidido a ayudarlo a arrancar bien su gobierno y a cumplir su más importante promesa de campaña.

Aún así, por la complejidad que representa el estado y la pesada herencia que recibirá de la administración saliente el equipo del gobernador electo tiene que ser más prudente y debe tener muy claro que no puede emular los errores del gobierno del PRD. Hacer justicia a la gente, perseguir y castigar a los pillos es la base de su gobierno, pero el ánimo justiciero de la nueva administración no puede desbordarse ni ocupar totalmente la agenda del próximo gobierno

Recordemos que la debacle de Graco Ramírez comenzó cuando el tabasqueño decidió pelearse con todos, anuló la división de poderes y entregó las riendas a alguien más. Cuauhtémoc Blanco tiene todo a favor y precisamente por eso debe ser muy cauteloso al actuar y evitar los excesos que han caracterizado al régimen de Nueva Visión.

Dos retos inmediatos tiene el ex seleccionado nacional: reconciliar a la sociedad y castigar a los corruptos.

  • posdata

El análisis que hace el gobernador Graco Ramírez sobre el final de su sexenio es, contrario a lo que ha caracterizado el tabasqueño a lo largo de casi 40 años de carrera política, simple.

El perredista supone que a pesar de su desgaste político y el descrédito social con el que termina su gobierno, el tiempo lo reivindicará y el contraste con el desempeño de Cuauhtémoc Blanco, a quien anticipadamente considera un fracaso, hará lucir sus acciones.

Bajo esa lógica el perredista pretende autojustificar el complicadísimo final de su mandato; lo mismo decían Jorge Carrillo Olea, Sergio Estrada Cajigal y Marco Adame Castillo y nadie fue reivindicado a pesar de que ninguno de los tres terminó tan mal como el tabasqueño.

Graco Ramírez, a diferencia de su esposa e hijos, tiene muy claro que vienen tiempos muy difíciles para todos ellos y que los procedimientos que pudieran venir en contra de la familia no sólo estarán sustentados en documentos. El perredista conoce el poder, lo ha ejercido y entiende que la fuerza del estado, cuando se utiliza, rebasa cualquier frontera legal.

Graco igual que Rodrigo y Elena gozaron del poder, se sirvieron de él y lo utilizaron para perseguir a sus enemigos. Sobre todo ellos, la esposa y el hijo, abusaron de las instituciones, fueron más allá de lo razonable y con sus actos, odios y ambiciones hundieron el proyecto político de vida de un hombre que quizá al principio sí intentó ser un buen gobernador, pero a mitad del camino fue chantajeado por los suyos.

Lo que viene no será fácil para ninguno de ellos, ya no tendrán la protección de un gobierno, tampoco blindaje político ni voz en medios de comunicación; se han convertido en personas non gratas, apestados, repudiados y señalados por su responsabilidad en el desastre que hay en el estado.

La arrogancia sigue presente en Rodrigo y Elena, ambos se sienten intocables, presumen que no firmaron nada y que por tanto no hay manera jurídica de que la ley los alcance. Peor: con su actitud retadora dejan claro que no tienen lealtad con los suyos, que no les importa la suerte que corran quienes les sirvieron, ni mucho menos que la ley se aplique a aquellos que desde una silla oficial les permitieron hacerse de muchos recursos.

La presión social es enorme y la demanda ciudadana de que se actúe contra ellos es brutal; la gente no quiere un borrón y cuenta nueva, no aceptará un pacto político ni tampoco que el nuevo gobierno vaya sólo contra el gobernador.

Cuauhtémoc Blanco lo ha dicho de manera reiterada: las “marranadas las hicieron Graco y el hijastro” y a ellos, en principio, llamará a cuenta.

Graco, Elena y Rodrigo lo saben: si la decisión es ir contra ellos, como todo parece, los meses y años que vienen les serán muy difíciles; sus amenazas y balandronadas no asustan a nadie, porque cualquier acción que intenten ahora será observada, perseguida y sancionada con todo el peso de la ley, el gusto de los nuevos gobernantes y la algarabía de la gente.

Insisto: ellos usaron el poder y saben lo que se puede hacer con él.

Las reses de hoy...

  • nota

Discretos, pero con pasos firmes, los encargados de recopilar la información sobre actos de corrupción en el equipo de Cuauhtémoc Blanco van avanzando en su búsqueda. El tema es tan grave que no han tenido que rascar muy profundo, los casos y las cosas hechas por esta administración saltan a la vista.

Un sector particular se analiza en materia de corrupción: salud. En esa oficina se cometieron muchas fechorías, se desviaron millones de pesos y miles de millones más se adjudicaron de manera directa a empresas relacionadas con los hijos del gobernador.

La ruta del dinero, cuentan, empezaba con Andrik Ruíz de Chávez, avanzaba a través de Armando Sanders y llegaba hasta Rodrigo Gayosso y José Domingo Ramírez; uno y otro hacían pingües negocios con adjudicaciones directas, compra de medicamento, de quipo médico y hospitalario y prestación de servicios.

Pero la historia, aseguran, no concluía ahí: además de ganar en todos esos contratos Andrik, Rodrigo y José Domingo autorizaron y operaron la compra de medicamento caduco y vacunas falsas; igual que como hizo Javier Duarte en Veracruz con el tratamiento para el cáncer en niños, sólo que aquí fue suero antialacránico y vacunas falsas.

Los elementos para actuar en contra de varios funcionarios y ex funcionarios del gobierno saliente ya están en la mesa, dicen; ahora se revisa la ruta del dinero y la manera como los recursos se canalizaron a las cuentas de la familia y a la compra de diversos inmuebles, entre ellos una enorme casa en Las Quintas, otrora propiedad de una poderosa empresaria refresquera.

Las reglas políticas en México han cambiado y ahora la ley no se aplica sólo a los gobernadores ladrones; aquella regla no escrita en la política de respetar a las familias de los corruptos se anuló cuando los familiares se convirtieron en parte de la corrupción.

Igual que en Veracruz, en Morelos la meta es ir por todos los que metieron la mano. Incluyendo la esposa, los hijos... y el yerno.

  • post it

Revisar lo que se hizo en el Congreso del Estado es parte primordial de la lucha contra la corrupción en Morelos. Fueron más de mil millones de pesos que se ejercieron de forma discrecional y que de forma arbitraria se repartieron entre unos cuantos diputados.

El hilo de la madeja comienza con Hortencia Figueroa. ¿Ya justificó la diputada los recursos que ha manejado? ¿O está más interesada en nombrar magistrado a su marido?

  • redes sociales

Gerardo Becerra conoce muy bien a Graco Ramírez; hace años fueron amigos, formaron parte de una misma causa y hasta vacacionaron juntos.

Luego algo pasó y se distanciaron, cada quien tomó un rumbo distinto y los caminos no volvieron a juntarse, salvo en los casos en que uno y otro se cuestionaban.

Durante muchos años Gerardo ha acusado a Graco de corrupto y de traidor, cuenta historias de cómo lucraba con las luchas sociales y por dinero olvidaba los ideales. Es un mercenario, dice, con una familia igual.

Durante todo el sexenio Gerardo Becerra ha acusado a Graco de malversar recursos, de enriquecerse al amparo del erario y de entregar a Elena, Rodrigo y José Domingo una patente para tomar al estado como un negocio personal; Becerra ha señalado insistentemente las tropelías cometidas en su gobierno y puntualizado los excesos de su esposa e hijos; por esa razón ha sido perseguido, acosado y golpeado en su imagen, patrimonio y familia. Más de una ocasión intentaron callarlo de diferentes maneras y siempre, a pesar de la presión, Gerardo Becerra se mantuvo firme.

La vida da vueltas y ahora Becerra se perfila como el encargado de revisar los temas de corrupción en el nuevo gobierno; Gerardo tiene la confianza del gobernador electo, goza de la simpatía de mucha gente y en breve tendrá las herramientas legales y operativas para cazar a los ladrones que tanto y tanto ha señalado.

El activista social se convertirá en unas semanas en un actor político con la capacidad de pasar del dicho al hecho. Sobre Gerardo Becerra hay una gran simpatía social, pero sobre una enorme expectativa de que ayude a ubicar y detener a los bandidos que  hundieron a Morelos en el desastre.

Confiemos que lo hará bien. Ayudemos a que así lo haga.

No es venganza, será justicia.

Justicia para todos.

  • es viernes

Y hoy toca.

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