NO SE lo digan a nadie, pero el pasado fin de semana se desactivó una bomba penitenciaria en el reclusorio de Atlacholoaya, enMorelos.
HASTA donde se sabe, grupos de reos estaban planeando un motín que hubiera superado a la tragedia acontecida -dos veces- en Topo Chico. Las autoridades descubrieron el complot y, en coordinación con las federales, lanzaron un operativo la madrugada del sábado.
UNA DE las principales medidas fue trasladar a otros penales a una docena de reos de alta peligrosidad, antes de que éstos protagonizaran la revuelta.
POR CIERTO que Eugenio Ímaz no fue el funcionario federal que intervino en este operativo. Y no porque no hubiera querido, sino por problemas de salud que lo aquejan, así que fueron sus segundos quienes estuvieron al mando del Cisen.