Óscar Arias, Premio Nobel de la Paz, confía que el país aproveche su fuerza moral para condenar las dictaduras en América Latina; pide que no se escude en la autodeterminación de los pueblos para no hacer nada
Óscar Arias habla con palabras medidas. Como político, como expresidente y como Premio Nobel de la Paz: pide a México y a su futuro gobierno utilizar su legitimidad democrática y la fuerza moral que ha ganado tras la elección de este año, para ayudar a Venezuela y Nicaragua, donde, acusa, dictaduras han asesinado la democracia.
“Yo esperaría que no se escude en la autodeterminación de los pueblos para no intervenir en dos dictaduras que sepultaron la democracia que habían construido tanto Nicaragua como Venezuela”, señaló en entrevista con La Razón.
Ganador del Nobel en 1987, por ser el artífice del proceso que instauró la paz en Centroamérica —Nicaragua, El Salvador, Guatemala— en medio de las tensiones de la Guerra Fría, Arias, exmandatario de Costa Rica, estuvo en el país para ser parte del estreno del documental Sin disparar una bala, que hace una revisión de esa epopeya, y para participar en diversos foros.
En la entrevista habla críticamente sobre la situación que atraviesan Venezuela y Nicaragua, casos que, teme, aún podrían empeorar.
P: Terribles, los éxodos de venezolanos que vemos desde hace unas semanas.
OA: Si uno quisiera aplicar una receta para empobrecer un país, tendría que seguir lo que hicieron Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, con la llamada Revolución Bolivariana. Estos dos señores se han encargado de destruir la economía, de empobrecer al pueblo, de crear una crisis política, económica, social y humanitaria sin precedentes en la historia de América Latina.
Y la consecuencia de todo este desastre es que los venezolanos voten con los pies; es decir, que salgan por cualquiera de sus fronteras, escapando de esta miseria. Así que los demás países lo que tienen que hacer es prepararse para recibir migraciones masivas.
La más grande es hacia Colombia, pero también hacia el resto de Sudamérica. Los mexicanos han recibido también montones de venezolanos, Costa Rica que es un país pequeño, ha recibido miles.
En algún momento yo dije que matar a una persona se llama homicidio, pero matar a todo un pueblo se llama chavismo.
Además de ser una cleptocracia, Venezuela es un narcoestado: altos personajes del gobierno, civiles y militares están involucrados en el tráfico de droga. Y eso complica más las cosas. Yo creo que tienen en mente el recuerdo de lo que le aconteció al general Noriega, en Panamá, que terminó muriendo en un calabozo, y eso hace mucho más difícil que el presidente Maduro quiera abandonar el poder, todos los dictadores se aferran al poder, se creen mesiánicos, indispensables, insustituibles, pero si además están involucrados en el tráfico de drogas y tienen claro que van a pagar un precio por ese involucramiento, con mayor razón se van a aferrar al poder.
“Yo esperaría que no se escude en la autodeterminación de los pueblos para no intervenir en dos dictaduras que sepultaron la democracia que habían construido tanto Nicaragua como Venezuela. Que utilice esa legitimidad que le dio el pueblo”
Óscar Arias
Premio Nobel de la Paz
P: ¿Estamos en el momento más crítico en la situación de Venezuela?
OA: Va a empeorar. Todos los días empeora. Acabo de leer que Maduro va a vender el oro que es parte de las reservas del Banco Central. Cuando se le acabe el oro no sé qué más va a vender.
P: Hay iniciativas de países latinoamericanos para tratar de atender el tema, pero pareciera que sus posiciones aún son muy mesuradas. Resalta mucho el tema del respeto a la autodeterminación de los pueblos.
OA: Uno puede invocar el respeto a la determinación de los pueblos cuando, en efecto, el pueblo de un país tiene una democracia moderna, pero éste no es el caso: Maduro ha ganado todas las elecciones de manera fraudulenta, tiene un poder constituyente que es anticonstitucional: apartó a la Asamblea Nacional que el pueblo escogió y que ganó la oposición. ¿Cuál determinación de los pueblos?
Es igual que Nicaragua, donde desde 2007 no ha habido elecciones transparentes ni limpias. Ahí no ha habido libre determinación de los pueblos. A mí me duele que el gobierno de mi país, Costa Rica, no se haya unido a los países que están queriendo llevar al gobierno venezolano a la Corte Penal Internacional, y lo mismo diría de México. No ha habido la suficiente presión internacional y ni la suficiente presión latinoamericana: treinta y un años atrás, cuando fui presidente, presenté un plan de paz y toda América Latina lo apoyó, Europa, casi todos los medios de comunicación, incluso Estados Unidos, la Iglesia y un Papa polaco que tenía menos relaciones con América Latina.
Hoy en día un Papa latinoamericano no ha hecho nada sobre la actitud del presidente Ortega en el caso de Nicaragua, ni siquiera con respecto a la Conferencia Episcopal, ni con su propio nuncio, a pesar de que se metieron a disparar en una iglesia.
OA: Cuando presenté el plan de paz una condición para una paz duradera era que realmente creáramos en Centroamérica democracias representativas, liberales, donde se respetaran las garantías individuales, donde hubiera medios de comunicación independientes, división de poderes, donde el Consejo electoral garantizara, de alguna manera, un mínimo de libertad en la elección de los representantes populares y el Presidente de la República.
Eso se dio en aquella oportunidad, y al aceptar el gobierno de Daniel Ortega el plan de paz de mi gobierno se estaba comprometiendo con construir una democracia que pasaba por elecciones libres y supervisadas internacionalmente, en las cuales finalmente ganó Violeta Chamorro.
Hoy yo tengo mis dudas de que Daniel Ortega quiera hacer ese tipo de elecciones por una razón muy evidente: él adelantó las elecciones de noviembre a febrero de 1990, pero hoy dice que no se pueden adelantar, como lo está pidiendo la Iglesia católica, y la mesa de diálogo. Y existe ese precedente porque ya lo hizo, pero claro que hoy le cuesta más trabajo aceptar: sabe que el 85% de la población está contra él.
Yo interpreto que Raúl Castro y el mismo Nicolás Maduro le están diciendo a Daniel Ortega: no cometas el error de hace casi treinta años, de 1990, de hacer elecciones libres. Porque si en aquel momento había una duda de que podía ganar o perder, hoy no existe ninguna duda de que va a perder.
P: Tampoco hay actualmente un entorno internacional que esté favoreciendo una acción diplomática mucho más vigorosa en Nicaragua y Venezuela.
OA: Es cierto, y de eso me estoy lamentando. Hace treinta y un años, en 1987, a pesar de la presión de las dos superpotencias para que no se apoyara el plan de paz, de la presión a los gobiernos civiles, a las cancillerías, y sobre todo a los militares, cinco presidentes dijimos: vamos a resistir esa presión. Porque de no haberse aprobado ese plan de paz, como se hizo el 7 de agosto del 1987, la guerra hubiera continuado.
Hoy no estamos reviviendo la tragedia que vivió Nicaragua en la que se mataban hermanos contra hermanos, no estamos ahí. Pero ha habido muertes, más de cuatrocientas de las que se señala a la policía, a los paramilitares. Y hay gente en la cárcel y otra que ha tenido que salir del país: líderes juveniles, campesinos, de la sociedad civil. Y nadie quiere una salida militar, eso es lo último que vamos a recomendar, nadie quiere una salida militar.
“Matar a una persona se llama homicidio, pero matar a todo un pueblo se llama chavismo. Además de ser una cleptocracia, Venezuela es un narcoestado”
Óscar Arias
Premio Nobel de la Paz
P: Ve un país, un gobierno, un presidente, una figura que esté en condición de encabezar una iniciativa para enfrentar estos gobiernos autocráticos. ¿O cuál es la salida?
OA: En el caso de Nicaragua lo que todos quisiéramos es que se reinicie el diálogo. Están de mediadores los obispos, la Iglesia católica, pero hay representantes de la sociedad civil nicaragüense y lo que se quisiera ahí es que se regrese a la mesa de negociaciones y que se avance. Es cierto que las condiciones son muy diferentes a las de 1987, cuando presenté el plan de paz, pero eso no quita que los gobiernos puedan opinar, México es un país al que se le escucha en América Latina, que tiene mucho peso político y económico.
P: Las primeras voces que hemos escuchado del futuro gobierno apuntan a que México no debe meterse en las decisiones de otros países. Hay un señalamiento en el sentido de que primero debemos arreglar nuestros problemas internos.
OA: Los problemas internos que tiene México, que son inmensos, me imagino que los diferentes ministerios que integran el Poder Ejecutivo son los que van a tener que lidiar con ellos: la seguridad, el baño de sangre que han vivido, la caída de la producción de petróleo, el Presidente Trump que los obligó a renegociar el NAFTA y un largo etcétera.
Pero hay un ministerio que se llama Cancillería Mexicana que está para velar por las relaciones exteriores y no hay nada más importante para América Latina que terminar con el problema de dos países donde los gobiernos en turno acabaron con la democracia. Entonces que hoy digan: vamos a guardar silencio ante la violación de derechos humanos, el asesinato de ciudadanos inocentes en Venezuela y Nicaragua, es muy triste. Guardar silencio los hace hacerse cómplices.
P: ¿Qué escenarios percibe se pueden abrir sobre los casos de Venezuela y Nicaragua?
OA: En el caso de Nicaragua, el mandato de Daniel Ortega termina en 2022, pero hay elecciones en 2021. Lo peor que puede suceder es que no se adelanten las elecciones, porque las condiciones socioeconómicas de Nicaragua hoy son infinitamente peores de lo que eran seis meses atrás. Ya no reciben la ayuda económica de Venezuela. Y con esta violencia que se ha generado en ese país no hay un inversionista extranjero invirtiendo 25 centavos de dólar.
Los mismos inversionistas nacionales están en un compás de espera para saber qué va a suceder. El turismo se acabó. El cierre de hoteles es generalizado. La banca puede quebrar si la gente comienza a retirar sus depósitos. Muchas empresas grandes y medianas han quebrado; el de-sempleo es masivo y la gente está fugándose, ya en Costa Rica hay más de 85 mil nicaragüenses. Entonces, no hay ninguna manera que mientras el presidente Ortega esté ahí, eso pueda cambiar para bien.
En el caso de Venezuela la situación es peor, porque no hay elecciones a la vista. Y porque la situación económica ya es tan desastrosa que el fenómeno de todos los días es que el venezolano se va de su país. Y no hay ninguna posibilidad de reconstruir esa economía con Maduro en el gobierno, absolutamente ninguna.
P: ¿Cómo ve el rol de México con la salud democrática que ha mostrado en las más recientes elecciones?
OA: Ustedes acaban de tener el triunfo incuestionable de Andrés Manuel López Obrador, ganando las dos Cámaras del Poder Legislativo y entiendo que muchas gubernaturas también. Eso le da una legitimación muy grande para hacer muchas cosas. No sé cuáles son sus planes más importantes para este sexenio, pero yo esperaría que no se escude en la autodeterminación de los pueblos para no intervenir en dos dictaduras que sepultaron la democracia que habían construido tanto Nicaragua como Venezuela. Que utilice esa legitimidad que le dio el pueblo y la fuerza moral que tiene un país como México, siendo una de las economías más fuertes.
Ustedes han competido con Brasil pero lo del caso Odebrecht ha significado una puñalada en el corazón de Brasil, y hoy no tiene las credenciales que en el pasado pudo haber tenido.
México acaba de tener una elección limpia y yo creo que los latinoamericanos, por lo menos yo, lo que esperamos es que se use esa alta legitimidad que tiene para ayudar a los países donde a la democracia la han asesinado.
El Dato: El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, expresó al canciller nicaragüense su disposición de apoyar el diálogo suspendido en junio.