En el nosocomio peligran hasta los trabajadores por el deterioro de las instalaciones
El llamado de emergencia llega a la central y la ambulancia sale a cubrirlo. Las prisas hacen olvidar a los elementos de la unidad médicas de las condiciones físicas en las que se encuentra la unidad, hasta que se ven obligados a frenar y las llantas lisas no responden. La pericia del conductor y el espacio extra evitaron un accidente.
Se atiende con lo que hay
El paciente es ingresado y adentro, los médicos y las enfermeras dan la batalla con lo que tienen a la mano y otras tantas improvisando. El hombre que ingresó tiene la suerte de haber sido atendido pronto. Antes que él, otra decena espera en medio de dolores y condiciones difíciles.
El enojo de los familiares que ven a su paciente en malas condiciones y sin ser atendido, provocan un reclamo airado a la enfermera y ella responde enojada, sin dudar, porque sabe que lo que pasa, no es su culpa.
Cruza por el pasillo y se topa con la cubeta que recoge el agua de la gotera --afuera llueve a cantaros y los familiares se resguardan como pueden-- recuerda que tiene que cambiar las sabanas del paciente que venía con vómito, pero no hay muchas limpias.
De entrada, tiene que lidiar con la negativa de sabanas limpias, pero no es culpa de su compañero ni suya, las lavadoras no funcionan en toda su capacidad y el clima poco ayuda.
Pareciera esta, una narrativa dramática e infundada de las carencias que los trabajadores del Hospital José G. Parres enfrentan, pero forma parte de una cotidianidad que en el sexenio de Graco Ramírez, fue la constante y que contrasta con los múltiples premios y certificaciones que los Servicios de Salud en Morelos, recibieron en este periodo.
Peligran trabajadores
Según el secretario general de la sección seis del Sindicato Independiente Nacional de los Trabajadores de la Salud (SINTS) Agustín Benítez Toledo, los problemas que enfrenta el gremio es por mucho muy grave: “Hay goteras, los equipos son obsoletos. Hay falta de mantenimiento. Sólo se cobra y no lo hacen, esto es muy grave. Hay cubetas para estar capeando las goteras, es una situación denigrante para la mayoría de los trabajadores y que ponen en riesgo que se caiga un plafón cuando estén laborando; pero también la salud de los pacientes”, señala.
En entrevista con La Jornada Morelos, el galeno expone sus preocupación por el alto riesgo que enfrentan los conductores de las ambulancias y los mismos pacientes, al ser trasladados en unidades con fallas mecánicas y llantas lisas: “Son llantas que no tienen ni un cinco por ciento de vida útil”.
Detalló que de acuerdo a las denuncias que ha recibido de sus compañeros y de los usuarios del hospital, se han detectado también que las mejoras en el hospital registradas luego del sismo del pasado 19 de septiembre, resultaron ser de calidad deficiente y que incluso, los acabados de los sanitarios son de plástico y” prácticamente se rompen en los manos”.
No se ve la millonaria inversión
El Hospital General de Cuernavaca José G. Parres tuvo una inversión de 32 millones de pesos, de los cuales 28 millones fueron para construcción y 4 millones para equipamiento.
Refirió lo sucedido en el área de consulta externa del hospital se registró una caída del plafón y eso, “es una muestra de la mala calidad que se empleó en esta remodelación que deja muchas dudas y pone en evidencia, el mal manejo de los recursos públicos”.
Benítez Toledo lamentó que a finales del sexenio, se estén desmantelando otros servicios como el de lavandería, donde sólo funciona una máquina para atender las necesidades del hospital, lo que acumula el trabajo para el personal, pero también los riesgos en materia de sanidad.
Un historial de deficiencias
Sin embargo, destacó Benítez Toledo que esta situación de abandono de los Servicios de Salud de Morelos (SSM) no es algo nuevo, sino que ha sido una constante en todo el sexenio: En julio del 2014, se denunció un desabasto de medicamentos del cuadro básico, material de curación, antibiótico y expectorante, hasta, antia rítmicos y antihipertensivos o eritoprolitina para la unidad de diálisis peritoneal.
Una modificación del esquema de manejo de medicamentos, se denunció, había agudizado el problema del desabasto, poniendo en riesgo la salud de los pacientes y la situación legal de médicos y enfermeras.
En ese mismo mes, las operaciones programadas y de emergencia para los pacientes de la especialidad de traumatología fueron suspendidas, luego de los médicos detectarán la pésima calidad de los materiales, proporcionados a la red de nosocomios pertenecientes a los Servicios de Salud en Morelos.
Vacunas caducas
En ese entonces, a fin de garantizar y proteger el ejercicio de su profesión, los traumatólogos adscritos al Hospital "José G. Parres" de Cuernavaca y los hospitales regionales de Cuautla y Jojutla, determinaron suspender cirugías de especialidad, dado que "las placas y tornillos se rompían".
En agosto de ese mismo año, Agustín Benítez Toledo denunció que los Servicios de Salud en Morelos estarían aplicando vacunas caducas de toxoide tetánico, que habían generado una sobrerreacción entre los pacientes.
Fue en un módulo ubicado en un centro comercial en Cuernavaca, acudió al lugar, donde se recuperó un frasco del producto que señalaba el lote de fabricación y la caducidad vencidas.
Al rastrear los orígenes de la compra y se dieron cuenta de que la adquisición, por más de cinco millones de pesos, se realizó apenas unos días previos a la caducidad.
El conteo de las irregularidades, ha generado malestar entre los usuarios de los hospitales públicos y, según las denuncias, han hecho ricos a otros tantos.