Austeridad republicana… o palaciega
Parecía que Andrés Manuel López Obrador había aceptado mi vieja sugerencia de no pretender habitar un fastuoso recinto ceremonial que alberga varios museos:
“Vamos a rentar una casa cercana al Palacio Nacional…”, anunció en mayo, y lo celebré por la contradicción de que un personaje popular, demócrata y republicano ocupe un inmueble concebido para reyes y aristócratas.
Benito Juárez vivió y murió en ese lugar y su némesis, Maximiliano de Habsburgo, pernoctó con Carlota una sola vez, porque todo estaba plagado de chinches.
Construido sobre lo que fueron las casas de Moctezuma, Palacio Nacional sirvió de residencia a virreyes y gobernantes hasta 1884.
Hace cuatro meses, el entonces candidato dijo: “Vamos a vivir como viven todas las familias de México. No vamos a vivir con lujos”.
Pues siempre no:
“Sí me voy a ir a vivir a Palacio Nacional, ahí voy a estar”, anticipó el martes en Guadalajara, y ayer en Tijuana dijo que solo ocupará “una partecita”.
Pero eso sí (¿austeridad republicana?): la suficiente para “tener un catre y dónde colgar una hamaca”… lo cual es pior.