La boda de la demagogia, en '¡Hola!'
Jamás imaginaría a Benito Juárez en la portada de la revista ¡Hola!
Nuestro presidente electo, que dice seguir los pasos del liberal de Guelatao, ocupa ese lugar y se defiende con el argumento de que fue en un evento social y privado, no un acto de gobierno.
Tiene razón en que se trató de un acto social, pero privado no: fue deliberadamente hecho público en el principal hebdomadario del corazón y la cursilería mundial.
Él fue el principal testigo del novio, su más cercano colaborador, César Yáñez.
¿Un republicano en la portada de la revista del rey?
Es cierto, como dice Andrés Manuel López Obrador, que no fue una acción de gobierno. Pero ese no es el punto.
Lo que importa es el descubrimiento, bajo un cielo de diecinueve mil rosas blancas, del lado frívolo y derrochador de los que llegarán a gobernarnos en menos de dos meses.
Nos dijeron que se debían a los pobres.
Que al fin llegarían los pobres a Palacio Nacional.
Juraron que no eran frívolos como los que se van.
Al pueblo le dicen que el país está en bancarrota, y se despachan con una fiesta digna de jeques árabes o del sultán de Brunei.
Apenas ganaron las elecciones y ya se comportan como la minoría que dicen combatir.
Ya llegaron, y al fin comparten espacio en ¡Hola! con Amal Clooney (esposa de George), que “apareció con un vestido midi rojo que recordó a alguno de los looks favoritos de Mergan Markle”.
También están a unas pocas páginas de Ivanka Trump, “una princesa más en la cumbre real. Máxima, Mary y Victoria toman Nueva York con flores: he aprendido mucho de Su Majestad (Máxima) y espero aprender mucho más, dijo la hija del Presidente”.
Se ve muy bien la pareja de la Cuarta Transformación mexicana junto a “Rania de Jordania, (que) felicita a sus princesas: sus hijas Iman y Salma. Cada una de ustedes llena mi corazón de alegría. ¡Mi amor por las dos es único!”.
El próximo Coordinador General de Política y Gobierno de la Presidencia de México, al fin está cerca de Alejandra de Hannover, que se convirtió al catolicismo, lo que “la excluye de la línea de sucesión al trono británico”.
Por encima de todos ellos, en la portada, está el distinguido vocero del movimiento que enarbola la promesa de “primero los pobres”, delante de Fernando Fuitz-James Stuart y Sofía Palazuelos, que tienen “todo listo en el Palacio de Liria para la gran boda de la Casa de Alba”.
Ahí, “el secreto mejor guardado del enlace es si la novia llevará la tiara ducal o la de Emperatriz Eugenia, dos joyas de gran valor histórico para los Alba”.
Con esos se codean en las revistas del jet set nuestros héroes de la austeridad republicana, de la Cuarta Transformación, de primero los pobres, de sin el pueblo nada.
Por supuesto que Yáñez tenía derecho a una boda así, y a aparecer junto a la realeza mundial. Es asunto suyo, de su feliz pareja y de su popular testigo.
Lo que tenemos derecho a decir, respetuosamente, es que son unos incongruentes.
Que no es auténtico el halo de santidad laica que se construyen con su retórica populista.
Se puede pedir que, si no es mucha molestia, a partir de ahora, fuera máscaras y moderen su lenguaje.
Dejen de referirse a quienes piensan distinto a ellos, como “blanquito”, “camajanes”, “aprendiz de carterista”, “cínico”, “desvergonzado”, “farsante”, “fifí”, “fresa”, “mapachada de angora”, “monarca de moronga azul”, “ñoño”, “oportunista”, “obnubilado”, “pequeño faraón”, “pirrurris”, “reaccionario de abolengo”, “riquín”, “risa postiza”, “señoritingo”, “sepulcro blanqueado”, “simulador”, “neoporfiristas”, “ternuritas”…
Todos esos adjetivos los usó en su momento nuestro presidente electo, hoy en la portada de ¡Hola! junto a su colaborador, vestido de impecable frac.
Olvidemos eso, que es insulto y demagogia, y deseémosle a todo el equipo de la Cuarta Transformación que gobierne bien, sin hipocresías.
Hay que recordarles que es falsa la superioridad moral que pretenden tener sobre los demás.
Y los amigos de López Obrador en los medios, por favor no le echen la culpa a la novia.
Dice Guadalupe Loaeza en Reforma: “queremos suponer que la novia fue la culpable de llevarse de corbata al novio, es decir, que fue Dulce la que fantaseó hasta el infinito con tener la ceremonia más espectacular de todo el estado de Puebla”.
“Volvamos a Lady Langosta. Seguramente ella logró su objetivo de lucirse con sus amigas, con las que siempre compitió por presumir su poder y riqueza y, en esta ocasión, sin duda les ganó”.
Si hay algún particular que no tiene nada qué reprochársele, pues no es personaje público ni ha presumido nunca pobreza franciscana, es la ciudadana de Huamantla que se casó el sábado.
Culparla a ella, ponerle apodos, para quitarle reflectores a César Yánez, es cobardía y es machismo.
El novio no fue llevado a empujones al altar, ni a la fiesta, ni lo vistieron de frac a la fuerza y de sorpresa lo hicieron posar para ¡Hola!
Tiene 55 años.