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PEPE GRILLO

La democracia pasó la prueba. Es una buena noticia para todos. En primer término para los ciudadanos, que ratificaron su poder de formar gobiernos con sus votos.

También es una buena noticia para el Instituto Nacional Electoral que entregó buenas cuentas a la sociedad.

Hubo tropezones, es verdad, como las fallas técnicas en los programas de resultados preliminares y el exceso de spots promocionales, que siguieron transmitiéndose con las casillas cerradas.

Pero el sistema funciona.

Se alcanzó el objetivo de fondo: que los nuevos gobiernos sean reflejo de la voluntad de los electores. Que de eso se tratan las elecciones.

 

Sin grandes electores

En la elección del domingo pasado, el prestigio o desprestigio del gobernador saliente fue un factor decisivo en el resultado final.

Se desvaneció la idea, vigente por años, de que los gobernadores eran los grandes electores e imponían condiciones. A juzgar por el número de alternancias registradas, eso ya no opera.

Y es que los ciudadanos usaron su voto para montar en las urnas un esquema de premios y castigos.

La forma de manifestar su rechazo a la gestión gubernamental fue votar por el partido rival al del mandatario.

Ocurrió, por cierto, con gobernadores de varios partidos.

El mapa político del país entró ya a una espiral de cambios que va para largo.

 

Fallaron de nuevo

Quien se dejó guiar por las casas encuestadoras de seguro quedó perplejo con los resultados reales de la elección.

No es la primera vez que fallan. Se está volviendo costumbre negativa.

Se trata, si se construyen con rigor científico, de instrumentos valiosos que ayudan a entender la evolución de un proceso.

Si quieren recuperar la credibilidad perdida, las casas encuestadoras tienen que revisar sus métodos de trabajo, capacitar a su gente.

Si la cadena de errores se extiende podrían terminar siendo irrelevantes.

 

Pero en serio

El PRI-DF requiere, para empezar, que la dirigencia nacional y la gente del gobierno lo tomen en serio.

No más experimentos El cambio en la dirigencia del comité directivo del tricolor no funcionó. Mariana Moguel no estuvo a la altura de su antecesor, Mauricio López.

Una votación raquítica en la Ciudad de México como la que obtuvo el PRI-DF el domingo pasado, lo hace vulnerable a nivel nacional.

Tiene que volver a ser competitivo en el 2018 para ser una ayuda, y no un fardo, para las aspiraciones en elecciones federales.

pepegrillocronica@gmail.com

Ámbito: 
Nacional
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