Hace tres años, a pesar de “ganar” con fraude y violencia electoral la elección municipal de Jiutepec, José Manuel Agüero Tovar todavía tenía el apoyo de una parte de sus hoy gobernados y podía influir hasta en los que eran sus enemigos y actualmente son sus principales defensores.
En la localidad donde Hernán Cortés construyó una de sus principales propiedades (La ex hacienda de Atlacomulco), vive momentos de crisis, de abandono y hasta abuso de poder por parte de José Manuel que como diputado federal ni local hizo algo por el municipio que lo vio nacer.
Comunicólogo de carrera y músico por ganar unos pesos, hijo del ex presidente municipal Álvaro Agüero su paso por la política fue por causalidad y porque no había un candidato joven del Partido Revolucionario Institucional para postular.
La suerte y entonces sonrisa fresca de Manolo, como se le conoce en Jiutepec, lo llevo a ser diputado federal y luego local por el Partido Revolucionario Institucional, bajo el padrinazgo de Don Antonio Riva Palacio.
A Manolo le gustó el servicio público por sus salarios y nunca por servir al pueblo, porque así lo demostró sus primeros seis años dentro del mismo al no llevar ni gestionar una sola obra pública en el mismo periodo.
Como músico, el hoy alcalde de Jiutepec y su grupo solamente agarraba chamba porque dentro de los salones de fiesta propiedad de su padre, la renta de los mismos junto con la comida iba integrado el grupo musical.
La historia de Manolo era esa, su generación lo recuerda muy bien por su pasión hacia la música, tanto la clásica como la ópera y no se diga de los grandes del siglo pasado.
Hace tres años entre violencia y fraude “ganó” una elección en donde por sus “travesuras” un hombre resultó lesionado (todavía sin que le hagan justicia) y varias casillas quemadas, otras robadas e infinidad de votos clonados.
Pero como todo lo que inicia mal igual culmina y esa es la historia de José Manuel Agüero Tovar, que después de nueve años en la política por un volado y una decisión su futuro es regresar a tocar rock&roll, unas baladas y tropicumbias en los salones de fiesta.
Antes de irse, ya Manolo toca las tropicumbias en el ayuntamiento de Jiutepec, sobre todo después de perder su reelección en la Presidencia Municipal y eso ha llevado al rich-boy al berrinche porque la sociedad de Jiutepec, excepto algunas de sus focas, ya lo desprecia.
La labor de Manolo en sus tres años de “gobierno” fueron para hacer negocios, rentar oficinas municipales a particulares y ofrecer las suyas y de su familia para ser ocupadas y arrendadas al ayuntamiento, con costos demasiado altos.
A los pequeños concesionarios encargados de recolectar el servicio de la basura les quitó el negocio, para hacerlo propio y en sus predios ubicados en la colonia La Hiuizachera tener su propio tiradero a cielo abierto. Hoy hace negocio redondo con la basura.
No es lo único, el 70 por ciento de los pozos distribuidores del agua potable son propiedad de la familia Tovar, sobre todo en las unidades habitacionales, el resto lo cobra el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Jiutepec, que aun con el menor porcentaje es la caja chica del ayuntamiento.
Pero los negocios de Manolo no se quedan ahí, también en el predio del corralón “municipal”, cuyo predio es de su propiedad, como en donde está ubicada la Casa de la Cultura, los edificios de la Tesorería Municipal, Catastro y algunas más.
En Jiutepec, los grandes negocios son de Manolo incluso en la desgracia de sus paisanos por el sismo del año pasado, que lejos de ayudarlos utilizó su escuela particular (Colegio Williams) para rentarlo al ayuntamiento (que maneja) y de ahí acrecentar sus bienes personales.
Al igual que el exdiputado local Eder Eduardo Rodríguez Casillas, ambos ya como militantes y candidato a reelegirse en la diputación local y la alcaldía por el Partido de la Revolución Democrática, utilizaron los apoyos para los damnificados para el uso electoral.
José Manuel Agüero Tovar como los partidos que lo postularon al cargo (PSD y PRD) cuentan con una denuncia por la que deberán pagar casi 300 mil pesos en multas, al hacer actos anticipados de campaña, así como el uso de recursos públicos hacia cuestiones electoreras.
Y aun así José Manuel Agüero Tovar perdió el proceso electoral vergonzosamente, situación que lo lleva –junto con sus colaboradores- al fracaso y el tener odio hacia sus paisanos.
Es tanto el odio que tiene Manolo hacia los habitantes de Jiutepec que hoy lo tiene abandonado, no hay un adecuado servicio de recolección de la basura, junto con sus cómplices de robo y atraco del Cabildo aumentaron los costos de los impuestos y las multas.
Ya también por parte de la sociedad hay un odio hacia Manolo y sus seguidores, porque los jiutepequenses hoy pagan los abusos de poder e irresponsabilidades de José Manuel Agüero Tovar como alcalde.
Solamente los comerciantes y prestadores de servicios han revelado el incremento de las multas por parte del ayuntamiento de Jiutepec, tanto que hoy los inspectores del área de Licencias y Reglamentos están “instruidos” por Manolo para cobrar el derecho de piso, que es de tres mil pesos semanales por comercio en pequeño.
El cobro de derecho de piso de la delincuencia organizada que gobierna Jiutepec y cuyo jefe de jefes es José Manuel Agüero Tovar tiene diversos costos, que semanalmente al contabilizarse superan en dos veces el salario mensual del Presidente de la República.
Como buen alumno de Graco Ramírez, ahora José Manuel Agüero Tovar está dispuesto dejar a Jiutepec en la quiebra, en el abandono y con grandes adeudos hacia la siguiente administración, la de Rafael Reyes Reyes.
Pero también por sus excesos Manolo no ha medido la posibilidad de acabar en la cárcel, porque hoy es el Graquito de Jiutepec debido a que no es lo mismo robarse dos centavos que miles de millones de pesos. Sin embargo, la consigna popular sigue siendo la misma y entre José Manuel Agüero Tovar con su padre Álvaro Agüero terminan igual, considerados como unos corruptos.
Solamente habrá que recordar el tiempo y consultar los medios de comunicación de su momento, porque la sangre es sangre y la herencia siempre queda.