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SERPIENTES Y ESCALERAS

UAEM, la víspera del trueno
 
 

La paciencia de los universitarios se está acabando y se entiende. El problema en la UAEM puede escalar la próxima semana y no se ve por donde el conflicto se resuelva en el corto plazo. Lo que hace falta es dinero y justo eso es lo que el gobierno estatal no tiene. La presión que pretenden hacer los sindicatos es válida, la pregunta es ¿A quién deben presionar?

 

El conflicto por la falta de recursos en la Universidad de Morelos sigue sin solución y escalando. El problema es mayor, van 22 días de huelga y aunque existe la disposición estatal y federal de atender el conflicto aún no hay visos de solución. La paciencia de los universitarios está llegando al límite y la prudencia se consume al ritmo de los ahorros de los más de seis mil empleados que llevan tres quincenas sin percibir su sueldo. El semestre de más de 43 mil alumnos está en riesgo y ante ello la próxima semana el conflicto podría dar pie a acciones radicales de parte de trabajadores y alumnos. La solución no es sencilla desde ningún ángulo y los universitarios deben analizar bien a donde deben presionar para obtener recursos.

Muchas veces se ha hablado del origen de la crisis financiera universitaria; no se trata de un problema derivado del mal manejo económico en nuestra máxima casa de estudios, es más bien el resultado de diversas circunstancias que arrastra la UAEM desde hace un par de décadas y que se agudizó en los últimos años por las decisiones presupuestales tomadas por el rector Alejandro Vera y los ataques que contra la universidad hubo de parte del gobierno de Graco Ramírez.

Los sindicatos han externado en distintas ocasiones que el problema deriva del incumplimiento en la entrega de recursos de parte de la federación y del estado, de que el subsidio estudiantil está por debajo dela media que se otorga a otras universidades públicas y de la carga financiera que deja el régimen de pensiones y jubilaciones. La culpa es de muchos, dicen, pero la solución debe llegar de parte del gobierno.

El problema se agrava por la coyuntura en la que detonó la crisis de la universidad; tanto la federación como el estado están conscientes de la gravedad del problema, de los padecimientos de las familias de los trabajadores y del riesgo que corren los más de 43 mil alumnos de perder su semestre; el punto es uno y muy complejo: en el gobierno estatal no hay dinero.

En términos presupuestales la rectoría universitaria (la pasada y la actual) al igual que el gobierno de Graco Ramírez debieron tomar previsiones; el hundimiento económico de la UAEM se veía venir desde hace varios años y se aceleró cuando se duplicó la matrícula sin tener soporte presupuestal; desde la Conago, como presidente de la comisión de Educación, Graco Ramírez boicoteó el rescate financiero.

La ayuda que necesitaba la universidad de Morelos no llegó a tiempo porque entre el gobernador de Morelos y el entonces rector de la UAEM Alejandro Vera hubo un enfrentamiento político; uno y otro dejaron de ver las implicaciones de llevar sus diferencias personales a un plano institucional y emprendieron una guerra que terminó por colapsar a la institución educativa más grande e importante del estado.

La disputa entre Graco y Vera fue de carácter político y creció en el marco de la sucesión; el primero buscó que el jefe universitario fuera el candidato de su partido y cuando Alejandro rechazó la oferta, el tabasqueño lo tomó como un asunto personal y emprendió una guerra contra la universidad.

El rector por su parte se asumió como un actor político y un luchador social, descuidó el manejo académico y operativo de la UAEM y utilizó a la comunidad universitaria como estandarte de una lucha personal que tuvo como objetivo obtener una candidatura al gobierno de Morelos. En la campaña, dicho sea de paso, Alejandro Vera intentó sacar ventaja de la universidad al promocionarse como “El ex rector”, pero vista la votación que tuvo, ni su comunidad lo respaldó en las urnas.

Estas circunstancias y el hecho que la rectoría pasada no tuvo una buena planeación presupuestal y gastó en función de promesas aceleró la quiebra de la institución; la lucha de Alejandro Vera con Graco Ramírez se dio en el contexto de la sucesión y aceleró la crisis que la universidad arrastraba desde hacía varias administraciones.

Lo que estamos viendo en la UAEM es el consecuencia de muchos factores; los sindicatos y la comunidad estudiantil han sido pacientes porque entienden que su crisis no es a causa de un desfalco, sino derivación de un deterioro paulatino de las finanzas de la institución; aunado a ello se dan cuenta que el contexto económico estatal y nacional es complejo y que la falta de apoyo inmediato es porque efectivamente no hay dinero en las arcas del gobierno de Morelos.

Pero la paciencia y el entendimiento tiene límites y se están agotando; los trabajadores igual que los estudiantes razonan las cosas, pero están muy presionados por la falta de pago y la suspensión de clases. Radicalizar su postura no resolverá por si mismo el problema, pero meterá mucha presión social y ello, esperan, servirá para que el apoyo llegue más rápido. Lo que los universitarios tienen que medir bien es en donde presionan, porque sus movilizaciones tendrían como objeto el rescate financiero, no la desestabilización política.

Es un círculo vicioso porque radicalizar posturas y enrarecer el ambiente social meterá presión al gobierno estatal, pero no hará que el dinero llegue. Si estuvieran frente a una negativa política este tipo de acciones ayudarían a generar conciencia y modificar posturas, el problema es que la quiebra que vive la UAEM es muy parecida a la que enfrenta el nuevo gobierno de Cuauhtémoc Blanco.

Puede ser que el lunes el problema universitario se transforme en una crisis social en Morelos; si eso ocurre vendrán días difíciles para todos, aunque no hay certeza de que este tipo de acciones ayuden a destrabar las cosas.

El problema de fondo es que el gobierno de Cuauhtémoc Blanco no tiene dinero. La falta de ayuda económica a la UAEM es porque Graco Ramírez quebró al estado. La presión que tienen que hacer los universitarios no es en Morelos, porque aquí no hay recursos, tiene que ser en la CDMX.

·         posdata

Los notarios de Graco pegaron el grito en el cielo cuando los diputados de la nueva legislatura anunciaron que se reformaría la recién reformada ley del notariado en Morelos.

Praditos uno al lado del otro los fedatarios públicos que recibieron su patente en la administración de Graco Ramírez se presentaron a la sede legislativa y declararon a los medios de comunicación que desconocían el contenido de la futura ley, pero ya encarrerados dijeron que estaban preocupados porque la nueva ley representaría “un retroceso”.

¿Entonces? ¿Si no conocen el contenido cómo saben que representará un retroceso?

Quizá el temor de algunos notarios sobre la reforma sea porque los ajustes afectarían su posición y podrían dar marcha atrás (“un retroceso”) a su designación. La nueva ley busca regresar al ejecutivo las facultades que recién quitaron los diputados de la pasada legislatura y eliminar el blindaje jurídico que se dio a esos nuevos notarios para que no les quitaran su patente.

Recordemos que algunos nuevos fedatarios como Alberto Barona obtuvieron su patente por amistad con el gobernador, no por capacidad profesional y que varios de ellos fueron designados en condiciones extrañas, por decir lo menos, y algunos ni siquiera cumplieron con el requisito básico de tener experiencia notarial.

La inconformidad por esta reforma existe sólo en los notarios nombrados por Graco Ramírez, ningún fedatario reconocido o con experiencia acompañó a estos jóvenes a presentar su queja ante el congreso.

Algunas de estas Notarías son, para ponerlo en contexto, como las Jubilaciones Doradas que aprobaron los diputados de la pasada legislatura.

·         nota

Uno a uno los amigos del otrora poderoso hijo del gobernador Graco Ramírez están tomando distancia. Rodrigo Gayosso perdió la elección, el poder y hasta sus relaciones personales. Casi todos los personajes que estuvieron cerca de él en sus tiempos de gloria y poder ya se retiraron; algunos incluso, de mala manera.

En algún momento escuche a Rodrigo Gayosso decir que en la vida no hay amistades, que todo se circunscribe a intereses políticos o económicos; hoy el tiempo le da (a él) la razón, porque no tuvo amigos, tuvo cómplices.

Alrededor del Gayo ya no están los que le acompañaban a todos lados, los que acudían a todas sus convocatorias y le decían que si a todo. La mayoría ha tomado distancia, muchos le han dejado de hablar y algunos hasta le mentaron la madre.

Atrás quedó la época dorada de quien presumía controlar a los tres poderes del estado y al partido del gobierno; sus aliados, sus cómplices y hasta sus amigos lo acusan de haber acabado con su carrera política, de haberlos hundido en el desprestigio y de tenerlos al borde de la cárcel.

La historia es una tragicomedia: en tiempos de bonanza todo era miel sobre hojuelas, todos reían de los chistes de Gayosso, alababan su audacia, presumían su inteligencia y liderazgo político y se enriquecían a su lado. “Es un fuera de serie” decían unos, “Un político de primer mundo” comentaban otros. “Ese pendejo nos hundió a todos” dicen ahora unos y otros.

Las historias que cuentan de los personeros del gobernador y de Gayosso son de pena ajena; andan enojados, peleados, temerosos y sin saber qué les depara el futuro; físicamente lucen descuidados, gordos, greñudos y con cara de estreñimiento.

Y sus males apenas comienzan.

·         post it

Todo se está poniendo en contra del alcalde electo Antonio Villalobos. El futuro edil capitalino dice tener buena voluntad, lo que no tiene es habilidad política ni tampoco visión de futuro. El Lobito ha decidido enfrentarse con el gobernador y hacer de su administración el refugio de todos los enemigos del naciente régimen.

Nada bueno anticipan las decisiones que toma el munícipe electo; se nota la novatez, la arrogancia y un absoluto desconocimiento de la política. Si decide medir fuerzas con el estado las cosas terminarán muy mal para todos: para el alcalde, para su cuerpo edilicio y para los ciudadanos de Cuernavaca.

Administrar la capital no es cosa fácil, sobre todo si no se tiene experiencia, capacidad y un buen equipo que ayude en cada área. Villalobos, dicen, tiene buena voluntad, pero nada más.

Apostar en contra de Antonio Villalobos es apostar por tres años más de deterioro en Cuernavaca; apostar a favor en cambio, puede significar asumir pleitos ajenos y entrar a una lucha en la que el gobierno municipal tiene todas las de perder.

O corrige el rumbo y replantea la estrategia o Villalobos vivirá una pesadilla de tres años en Cuernavaca, con un final triste para su administración, para la ciudad y para sus habitantes.

·         redes sociales

El reto del sexenio, además de hacer justicia y acabar con la corrupción, es erradicar la inseguridad. Morelos se volvió un estado violento y peligroso, urge que la paz regrese.

Ojo: hoy los negocios pequeños y sus propietarios están siendo víctimas de extorsión y las autoridades no han abierto un canal de comunicación confiable para que la ciudadanía denuncie.

Para que las cosas mejoren en ese tema, además de resultados tangibles, se necesita una mejor estrategia de información de parte del área de seguridad.

·         es viernes

Y toca.

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