Un tuit de Donald Trump detonó un problema que surgió en Honduras, se hizo grande en Guatemala y ha explotado en México, que está pagando las consecuencias de la crisis migratoria regional, atrapado entre la presión migratoria del sur y las exigencias del vecino del norte.
Desde que la semana pasada Trump alertó de la salida de una gigantesca caravana desde San Pedro Sula, a 2.500 kilómetros de distancia, el frágil equilibrio regional que forman México y el violento triángulo centroamericano, que forman Guatemala, Honduras y El Salvador, ha saltado por los aires sin solución a la vista, en medio del desconcierto político de México.
Ante esta crisis “inédita”, según la describió el presidente Enrique Peña Nieto, México se encuentra en el dilema entre seguir el guion marcado por Trump a golpe de red social y atender el drama migratorio que se agolpa en su verja de Chiapas con los pies inflamados y el estómago vacío.
Estados Unidos cada día le exige más contundencia contra los migrantes mientras de los países centroamericanos salen cada año a 400.000 personas que cruzan o se mueven por México de forma irregular, según distintas asociaciones. Un movimiento migratorio que se mueve a un ritmo de más de 1.000 personas diarias, similar al que han mantenido en la última semana, aunque antes lo hacían a oscuras y de forma clandestina y ahora en masa y cara descubierta.
La crisis humanitaria en la frontera sur ha agarrado al país en pleno desconcierto político con dos presidentes en ejercicio, tras la arrolladora victoria de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones de julio. Mientras un mandatario, Peña Nieto, ejerce el poder constitucional hasta el 1 de diciembre, el otro, López Obrador, maneja el poder mediático y ha eclipsado sus últimos seis meses de mandato con continuas apariciones públicas, hasta con tres conferencias de prensa diarias. Ninguno, no obstante, ha mostrado interés en criticar las instrucciones y ataques de Trump a México.
El mejor ejemplo de este doble guion se produjo el pasado viernes, durante la visita a México del secretario de Estado, cuando Mike Pompeo tuvo que reunirse por separado con el actual canciller, Luis Videgaray y después con el futuro, Marcelo Ebrard.
Del Ejecutivo de Peña Nieto Pompeo escuchó palabras como “soberanía” y del de Obrador “protección a los migrantes” y “programas sociales”. Del actual Gobierno escuchó “que no se permitirá un ingreso por la fuerza al país” y del próximo ejecutivo que “donde comen dos comen tres”. López Obrador, que en repetidas ocasiones ha insistido en que no quiere enfrentarse a Trump sino "convencerlo", incluso ha ofrecido trabajo a los migrantes en la construcción del tren maya, uno de sus proyectos estrella de campaña.
Las voces encontradas también se escuchan en la calle. El movimiento migratorio que inicialmente fue visto con simpatía empezó a cambiar cuando irrumpieron por la fuerza en el puente sobre el río Suchiate. Mientras tanto los grupos de voluntarios se desviven en Guatemala y Chiapas por atender con comida y víveres a los migrantes. Una tradición largamente arraigada en la cultura fronteriza de acogida. Muchos recuerdan estos días los años 80 y 90 cuando México acogió a cientos de miles de centroamericanos que huían de la guerra civil en su país.
Este lunes, Trump echó más leña al fuego, en una nueva embestida por Twitter. El presidente de Estados Unidos anunció el recorte de los fondos de ayuda que reciben los países de centroamericanos, altamente dependientes de la ayuda internacional.
"Guatemala, Honduras y El Salvador no pudieron hacer el trabajo de detener a la gente de salir de su país y de venir ilegalmente a los Estados Unidos. Ahora comenzaremos a cortar, o a reducir sustancialmente, la ayuda extranjera masiva que se les ha dado rutinariamente", escribió Trump. El mandatario estadounidense también criticó a la policía y los militares mexicanos por no detener a la caravana.
A pesar de que jamás un atentado terrorista en Estados Unidos ha sido causado por nadie que entrara por la frontera sur, Trump añadió el componente del Medio Oriente, que nadie ha logrado demostrar hasta ahora.
"Lamentablemente, parece que la policía y el ejército mexicanos no pueden detener la caravana que se dirige a la frontera sur de los Estados Unidos. Se mezclan criminales y desconocidos del Medio Oriente. He alertado a la patrulla fronteriza y al ejército que se trata de una emergencia nacional. ¡Hay que cambiar las leyes!", argumentó el mandatario norteamericano.
Cada uno de los tuits suma una cuota de esquizofrenia. Un día antes Maike Pompeo felicitó a México cuando movilizó a cientos de policías para contener la avalancha humana y vio la sangre de cuatro policías heridos por las pedradas en la frontera durante los minutos de mayor tensión. Mientras, los dos ‘presidentes’ mexicanos siguen en su particular monólogo.