Tramposo, tardío y oneroso estudio
La necedad en matar el nuevo aeropuerto en Texcoco llevó al futuro titular de Comunicaciones a esgrimir un argumento en apariencia sólido y en esencia marrullero para hacer creer que lo importante solo es la factibilidad de vuelos simultáneos (inclusive más de los que ahora se efectúan) en un remendado militar de Santa Lucía y el decrépito Benito Juárez.
“Se nos retrasó un poco el estudio, pero queremos demostrar que las dos opciones son viables”, dijo, atribuyéndoselo a una “compañía global de más alto prestigio internacional”.
Lo cierto es que fue elaborado (costó 3.2 millones de pesos) por una firma recién nacida (2016): NavBlue, filial de la, esta sí, reconocida Airbus, y que se basó en datos aportados por... ¡Grupo Riobóo!, en cuyo dueño confía el Presidente electo.
Pero los vuelos no son el principal ni el único factor a considerar: también el avance de la obra, los contratos, los bonos y el hecho de que la ONG Mitre, principal consultora mundial en aeronáutica, y la Organización de Aviación Civil Internacional, con más de medio siglo de experiencia, han dicho Texcoco sí, Santa Lucía no.