Es una consulta sin ninguna garantía de fiabilidad. Quienes la organizan, los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador, son los mismos que manejan como voluntarios las mesas de votación y quienes contarán los votos.
No hay mamparas que garanticen la secrecía del sufragio. No hay seguridad sobre el resguardo de las urnas. No hay padrón de electores. Ayer por la mañana, la aplicación electrónica que supuestamente garantizaría que no se pudiera votar varias veces no funcionaba en la mesa del Zócalo de la Ciudad de México, por lo que los funcionarios anotaban el nombre y el número de la credencial de elector en una libreta. Tampoco se podía entrar a la página mexicodecide.com.mx para encontrar la ubicación de las casillas. Las boletas no estaban foliadas. La tinta para marcar el pulgar sí se aplicaba, pero sin certeza de que se mantendría los cuatro días de la
votación.
López Obrador, en un desplante de supuesta imparcialidad, dobló su boleta y la depositó sin cruzar ninguna de las opciones. Había más reporteros que electores en la explanada de la alcaldía de Tlalpan cuando se presentó a votar.
No hay que tener miedo a la consulta, dijo. No va a haber problemas económicos si se cancela el nuevo aeropuerto. “Voy a buscar a Carlos Slim, es uno de los contratistas. Voy a buscar a Jerónimo Gerard, otro de los contratistas.. Voy a buscar a Olegario Vázquez. Voy a buscar a los empresarios de ICA. Son como cinco grandes empresas las que están trabajando. De ellos, lo que he sabido, es que no hay ningún problema.” Así se arreglan las cosas en el México corporativista.
La consulta se ha hecho para justificar la decisión de cancelar el aeropuerto de Texcoco. Todas las reglas están hechas para conducir a ese resultado. El proselitismo del nuevo gobierno en contra del proyecto parece haber funcionado. Las encuestas sugieren que hasta hace algunas semanas la mayoría de los mexicanos estaban a favor de continuar el aeropuerto de Texcoco, pero en las últimas semanas, con la campaña de López Obrador, las opiniones se han equilibrado o incluso favorecen ya la cancelación. En una consulta como ésta, sin embargo, en que se espera vote menos del 1% de los ciudadanos inscritos en el padrón, la capacidad de acarreo de votantes asume el papel más importante.
Yo, por lo pronto, me presenté a votar ayer frente al edificio de la CFE en Reforma e Insurgentes, mientras un grupo de manifestantes bloqueaba (como tantas veces) la entrada principal del edificio. Lo hice con relativa facilidad y sin problemas. Había una treintena de personas formadas. Supongo que mi voto no contará para nada, especialmente por la forma en que se ha manejado esta consulta, pero no me arrepiento de haber perdido mi tiempo.
Ayer por la mañana, por otra parte, lancé un sondeo en mi cuenta de Twitter con una pregunta muy sencilla: “Y usted por cuál vota: Santa Lucia o Texcoco”. Recibí miles de votos. La votación está abierta hasta hoy en la mañana, pero las últimas cifras que vi antes de redactar este artículo señalaban que 13% de los participantes se pronunciaba por Santa Lucía y 87% por Texcoco.
No faltó quien comentara que mi pequeño ejercicio en Twitter no es una encuesta representativa con participación de todos los grupos de la sociedad. Es verdad, lo reconozco. Tampoco la consulta de Andrés Manuel.
Medios mentirosos
Donald Trump dijo ayer en Twitter que “una gran parte del enojo que vemos hoy en día es causado por el reporteo falso e incorrecto de los medios tradicionales, lo que yo llamo fake news”. Andrés Manuel López Obrador también se quejó ayer de los medios y los comentaristas que lo critican: “El problema –dijo– es que hay medios de comunicación que también se dedican al contratismo”.