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DUDA RAZONABLE

De cómo Santa Lucía difícilmente existirá

 
 

Nadie podrá decir que no cumplió lo que desde hace años dijo.

Andrés Manuel López Obrador dijo hace años no al NAIM de Texcoco, lo repitió más de una vez en campaña y al final, como para aflojar su relación con algunos empresarios prometió una consulta.

López Obrador arrasó en la elección y como sucede en las democracias, pues arrancó a hacer lo que había dicho que haría.

La consulta fue, pues esa consulta. Insisto, un referendo sobre Texcoco organizado por el partido que no quería Texcoco; y pues adiós, no más el aeropuerto de Texcoco.

Vendrán algunos costos por la decisión, los visibles, los mercados, el peso; algunos menos visibles que tendrán que ver con la relación que se había construido con grupos empresariales; otros que seguro no le gustaron, como que ayer dijo que habrá consulta para el Tren Maya —asunto que el próximo titular de Sedatu ya había dicho no.

Habrá beneficios políticos, como el reforzamiento de la lealtad de su base de electores semanas antes de la toma de posesión, una especie de renovación de empoderamiento que tal vez en algo se había perdido en esta larguísima transición.

Pero tal vez el mayor costo es que difícilmente existirá Santa Lucía.

Y eso importa porque el proyecto de no a Texcoco siempre tuvo a lado la narrativa de Santa Lucía. Será el primer proyecto de infraestructura que, creo, no existirá.

Un estudio, el más serio, sobre la viabilidad de Santa Lucía dice claramente que es imposible; otro dice que no ven cómo pero que hay que hacer más estudios, y otro, con información de Riobóo, y una página de internet dice que tal vez sí, pero que no se tome ninguna decisión con ese estudio y se hagan otros. Después están experiencias como la Mirabel en Montreal, Canadá, cuya lejanía de la ciudad hizo que las aerolíneas presionaran y presionaran hasta que lo mataron. Hoy es un centro de convenciones. Y luego, hay que esperar a que los habitantes que rodean Santa Lucía hagan su propio movimiento… Y en fin.

Será por eso por lo que, a la mitad del camino de esta transición, se resucitó Toluca que, recordemos, llegó a tener cuatro millones de pasajeros al año. No estaría mal, por cierto, acercarle el interurbano, ya de perdis.

Esos pasajeros más una terminal más en el Benito Juárez hacen que el asunto aguante unos años más, el sexenio por lo menos. Ya que vengan otros a arreglar el verdadero problema.

Twitter: @puigcarlos

Ámbito: 
Nacional