La lección de Trump para AMLO
En muy diversas ocasiones se han trazado paralelos entre AMLO y Donald Trump.
Los dos son políticos disruptivos que ganaron las elecciones presidenciales contra viento y marea. Ambos se enfrentaron al establishment de los partidos políticos; Trump tomó el Partido Republicano y AMLO construyó su propio partido. Los dos son nacionalistas y no ven con simpatía la globalización o los mercados. Ambos critican al liberalismo prevaleciente.
También hay muchas diferencias, desde luego. Pero no se pueden ignorar los paralelismos.
Pues, de acuerdo con todas las encuestas, tras las elecciones del próximo martes, el partido Republicano va a perder la mayoría que hoy tiene en la Cámara de Representantes.
En la intención de voto para la Cámara Baja, los demócratas han mantenido en casi todas las encuestas una mayoría consistente de alrededor de 7 puntos desde hace meses.
Los sondeos les dan a los demócratas 204 asientos seguros de los 218 que requieren para tener mayoría. Y en 32 más podrían ganar.
Es decir, lo más probable es que ganen con una ventaja que podría ir desde 3 o 4 hasta 25 representantes.
Para la operación del gobierno, eso puede complicarle la vida a Trump.
La elección se habrá convertido en un referéndum perdido para el presidente de EU, a pesar de la reforma fiscal que ejecutó y a pesar del respaldo de su base dura.
El desgaste que ha tenido Donald Trump ha minado su popularidad.
Empezó su mandato con un respaldo equiparable a su rechazo y llegó a tener una desventaja de 20 puntos porcentuales respecto a quienes lo rechazan. Ahora, ese porcentaje ronda los 9 puntos.
Trump abrió muchos frentes y se desgastó una y otra vez.
Hoy, con las críticas a la migración y la militarización de la frontera pretende recuperar respaldos de última hora.
¿Cómo es que este cuadro puede darle lecciones a AMLO?
Precisamente porque López Obrador tiende a abrir innumerables frentes y a no seleccionar las batallas que quiere dar.
Desde el gobierno, esa forma de gestión puede ser muy desgastante y no hay popularidad que la resista.
Hoy, es natural que enarbole los 30 millones de votos que obtuvo. Sin embargo, no se puede perder de vista que en la actualidad las simpatías tienden a ser volátiles y una mala gestión podría dar lugar a un abandono rápido de ese respaldo.
En Estados Unidos, la estrategia de los presidentes tiende a acopiar respaldos para presentarse a la reelección, lo que seguramente hará Trump.
No sé si alguna vez le pase a AMLO por la mente esa posibilidad. Pero más allá de ello, el tema de fondo es que buscaría la continuidad de Morena en el gobierno.
Y, si continúa con el grado de desgaste de las últimas semanas, el resultado va a ser poco propicio para ese propósito.
Así como al comenzar este siglo en México, quedaron decepcionados quienes pensaron que la democracia era la solución para todos los males, bien podría suceder que el desencanto ocurriera al reparar en que el combate a la corrupción (suponiendo que se dé) no es la solución de todos los problemas nacionales, como piensa AMLO.
Veremos lo que pasa el martes en EU, y AMLO debiera verlo también con toda la atención.