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SERPIENTES Y ESCALERAS

Ahí viene el lobo

Hace dos meses Antonio Villalobos dijo que atentaron contra su vida cuando dispararon en 3 ocasiones contra el portón de su casa; hace un par de días el alcalde electo dio a conocer que se retirará de la vida pública porque hay “ofertas” sobre su vida. En ninguno de los dos casos ha presentado denuncia. ¿Son reales las amenazas o se está victimizando?

 

El alcalde electo de Cuernavaca Antonio Villalobos volvió a revelar actos de intimidación en su contra; ahora dice que le han puesto precio a su vida y por tal razón se ausentará del escenario político hasta el 01 de enero, como si ello resolviera una situación tan complicada como la que denuncia. Desde hace varios meses el edil electo y su familia gozan de protección estatal y federal, tienen dieciséis elementos de seguridad y siete autos (algunos blindados) a su servicio, pero eso parece no ser suficiente para dar tranquilidad al futuro presidente municipal. En espera de que lleguen los tiempos Toño Villalobos informó que se esconderá y se fue sin aceptar preguntas. Feliz Navidad, dijo a quienes lo escucharon.

La denuncia que hace el alcalde electo capitalino deja más dudas que certeza: de un tiempo a la fecha Antonio Villalobos ha optado por la victimización, se asume perseguido político, objeto de ataques y ahora hasta blanco de asesinos. En los meses que han transcurrido desde que recibió la constancia de mayoría el futuro jefe municipal se la ha pasado inventando historias poco creíbles en lugar de presentar un plan de gobierno para Cuernavaca.

Es comprensible: El “Lobito” no está preparado para ser alcalde, la presidencia municipal le cayó del cielo y su llegada al municipio es resultado de circunstancias ajenas a su persona; nadie en la capital de Morelos votó por él y la mayoría de los ciudadanos siguen sin saber quién es y de dónde salió Antonio Villalobos. En la boleta electoral apareció el nombre de José Luis Borbolla y lo que provocó un voto masivo hacia Morena fue Andrés Manuel López Obrador. Muy pocos sabíamos que el suplente del Choche era él.

Pero en la política también juega la suerte y las circunstancias y ambas favorecieron al novel ex funcionario municipal; lo peligroso en esta historia es el camino que ha trazado Villalobos, la forma como asumió su designación y el enfoque que pretende dar a su gobierno: por un lado se victimiza y cuenta historias policiacas sacadas del guión de alguna película de los hermanos Almada; por otro hace llamados a la conciliación, pero insiste en pelear con el gobernador. En ningún momento y bajo ninguna circunstancia hemos visto o escuchado alguna propuesta de gobierno del futuro presidente municipal.

Es en este último punto donde las cosas se complican para todos, porque más allá de los pleitos personales y políticos que carga Villalobos Adán están las necesidades de una ciudad profundamente deteriorada; en lugar de hacer un análisis serio y una planeación concreta para atender lo que le duele a Cuernavaca el “Lobito” se la ha pasado padroteando el cargo y buscando regalías del triunfo.

La denuncia que hizo este fin de semana es muy parecida a la de hace un par de meses, cuando dijo que balearon su casa; en ambos casos sólo hubo una declaración ante la prensa sin acudir a las instancias correspondientes para formalizar su queja; la primera vez dijo que dispararon en tres ocasiones contra la puerta de su casa y ahora asegura que le pusieron precio a su cabeza. Siempre, por cierto, denuncia solo, sin el acompañamiento del cabildo electo.

De ser ciertas, las amenazas son muy delicadas y ameritarían algo más que una rueda de prensa; por cierto: los disparos que Antonio Villalobos dijo fueron contra su domicilio en realidad se registraron en el portón del condominio donde vive, un conjunto habitacional de 26 casas en donde, además, su propiedad está al fondo, lejos de la puerta principal. ¿Cómo supo que los disparos fueron contra él?

Cuernavaca enfrenta serios problemas estructurales y operativos, arrastra una deuda multimillonaria y severos problemas de inseguridad y violencia; sacar adelante la capital requiere del esfuerzo conjunto entre autoridades, de la suma de voluntades y de un equipo profesional y comprometido en cada una de las áreas del ayuntamiento. El pleito del alcalde electo contra el gobernador lo único que provoca es inestabilidad y dolores de cabeza para al municipio y sus habitantes.

Desde la época de Manuel Martínez Garrigós la capital de Morelos ha venido decayendo de manera paulatina, ha sumado pasivos y contraído adeudos que comprometen las finanzas municipales por varias administraciones; hoy Cuernavaca luce su peor rostro: sucia, insegura, deteriorada devaluada y triste. Antonio Villalobos tiene la oportunidad de hacer lo que no han hecho sus antecesores, puede entrarle de lleno a los problemas y tomar decisiones que ayuden a sacar adelante a la capital, esa tendría que ser su premisa, pero hasta el momento lo único que ha hecho es inventar historias para justificar su falta de propuestas.

El futuro edil se la ha pasado haciendo videos insulsos, armando historias fantásticas y agudizando la pugna con el gobernador. Es evidente que Antonio Villalobos no sabe de política y desconoce la administración pública, de ahí la ausencia de proyectos, de ideas y de propuestas para una ciudad a la que le hace falta casi todo.

Armar una agenda política en torno a la victimización es sumamente peligroso para cualquier autoridad; Antonio Villalobos Adán debe tener cuidado con la forma en la que está delineando su administración, debe ser prudente y evitar el doble discurso de conciliación y ataque. Al asumir la titularidad del municipio el “Lobito” entenderá que las cosas no son tan sencillas como las ve desde afuera, ni tan maniobrables como se las pintan sus asesores. Ir a una batalla como la que ha decidido emprender será muy costoso para la ciudad, para sus habitantes y para él mismo.

Tantas historias policiacas y tantas justificaciones personales van definiendo un perfil poco atractivo de Antonio Villalobos como autoridad. El camino que sigue el alcalde electo implica muchos conflictos gubernamentales, alto riesgo personal y la prolongación del caos en la capital. En lugar de apostar por la solución de los problemas municipales el futuro presidente municipal muestra dos cosas: Su deseo de pelear con el gobernador y un gabinete cuestionable.

Pobre Cuernavaca, vienen tres años más de crisis.

·         posdata

El problema de inseguridad y violencia que hereda el gobierno de Cuauhtémoc es enorme, sumamente complejo y de alto impacto social; los últimos años han sido trágicos para Morelos, el discurso triunfalista de la pasada administración siempre contrastó con los datos que lanzaban instancias federales como el Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública y la Secretaría de Gobernación. A pesar del discurso del gobierno pasado Morelos se ubica desde hace tres años en los primeros lugares de incidencias delictivas, sobre todo en delitos de alto impacto.

El fracaso en la estrategia de seguridad en Morelos es estructural, dicen expertos en el tema; lo que falló no fue la implementación del modelo de mando único, el naufragio sobrevino porque el titular de la dependencia, el tijuanense Alberto Capella, nunca tuvo como objetivo desarticular a los grupos criminales, su prioridad fue hacer negocio con la seguridad.

La administración de la seguridad en el sexenio pasado fue una especie de espectáculo mediático lleno de discursos, videos, acciones espectaculares, manejo nacional de medios y un actor principal con una personalidad retadora y represora que ignoraba las críticas. Si se revisa el paso de Alberto Capella por Morelos veremos una historia de contradicciones, de momentos críticos y salidas políticas a un problema social.

A Capella nunca le interesó resolver la crisis de seguridad porque la crisis representaba un buen negocio para él; la compra de equipo, de armamento, la capacitación y la operación administrativa de la oficina era la prioridad de un equipo al que no le interesaba las quejas ciudadanas ni le dolía los males de la población.

Peor: el único jefe que Alberto Capella reconocía era Graco Ramírez, sólo a él le hacía caso y sólo con él buscaba estar bien. El perredista tuvo en Alberto Capella un aliado y amigo al grado que la primera vivienda que utilizó el tijuantense al llegar a Morelos fue la casa particular del gobernador.

Pero el problema no fue de amistades o enemistades, sino de resultados. Los logros del gobierno anterior fueron de papel, discursivos, en medios de comunicación (particularmente Milenio y Diario de Morelos) y siempre contradictorios a la percepción y a las cifras oficiales.

Seis años de simulación tienen consecuencias; durante todo el sexenio pasado la gente señaló la falta de resultados y el fracaso de la estrategia, pero el gobierno nunca hizo caso. Al inicio de la nueva administración el problema sigue ahí, vivo, latente y explotando en las manos del gobernador.

Remediar esto llevará tiempo.

·         nota

“Soy primo del Presidente” presumía orgulloso Rodrigo Peña Cepeda cuando estaba en la delegación Morelos de Sedatu. Ese era su único argumento.

Poco tiempo duró Rodrigo Peña como titular de la Sedatu; su salida fue resultado de un cese fulminante luego de múltiples acusaciones internas y externas de corrupción, abuso de autoridad, misoginia y tráfico de influencias. La gota que derramó el vaso fue el manejo irregular de recursos para los damnificados del sismo.

Ahora la Sedatu ha presentado una denuncia penal en su contra en la PGR por el desvío de 17 millones de pesos que debían ser utilizados para apoyar acciones de vivienda en el estado.

El ex delegado lleva la corrupción en los apellidos: el Peña de Enrique y el Cepeda de Elena.

·         post it

A propósito de las denuncias que ha hecho el alcalde electo de Cuernavaca recordemos el cuento de Pedro y el Lobo, una adaptación de la fábula de Esopo:

Érase una vez un joven pastor llamado Pedro que se pasaba el día con sus ovejas. Cada mañana muy temprano las sacaba al aire libre para que pastaran y corretearan por el campo. Mientras los animales disfrutaban a sus anchas, Pedro se sentaba en una roca y las vigilaba muy atento para que ninguna se extraviara.

Un día, justo antes del atardecer, estaba muy aburrido y se le ocurrió una idea para divertirse un poco: gastarle una broma a sus vecinos. Subió a una pequeña colina que estaba a unos metros de donde se encontraba el ganado y comenzó a gritar:

– ¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo, ayuda por favor!

Los habitantes de la aldea se sobresaltaron al oír esos gritos tan estremecedores y salieron corriendo en ayuda de Pedro. Cuando llegaron junto a él, encontraron al chico riéndose a carcajadas.

– ¡Ja ja ja! ¡Os he engañado a todos! ¡No hay ningún lobo!

Los aldeanos, enfadados, se dieron media vuelta y regresaron a la aldea.

Al día siguiente, Pedro regresó con sus ovejas al campo. Empezó a aburrirse sin nada que hacer más que mirar la hierba y las nubes ¡Qué largos se le hacían los días! … Decidió que sería divertido repetir la broma de la otra tarde.

Subió a la misma colina y cuando estaba en lo más alto, comenzó a gritar:

– ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Necesito ayuda! ¡He visto un enorme lobo atemorizando a mis ovejas!

Pedro gritaba tanto que su voz se oía en todo el valle. Un grupo de hombres se reunió en la plaza del pueblo y se organizó rápidamente para acudir en ayuda del joven. Todos juntos se pusieron en marcha  y enseguida vieron al pastor, pero el lobo no estaba por ninguna parte. Al acercarse, sorprendieron al joven riéndose a mandíbula batiente.

– ¡Ja ja ja! ¡Me parto de risa! ¡Os he vuelto a engañar, pardillos! ¡ja ja ja!

Los hombres, realmente indignados, regresaron a sus casas. No entendían cómo alguien podía gastar unas bromas tan pesadas y de tan mal gusto.

El verano llegaba a su fin y Pedro seguía, día tras día, acompañando a sus ovejas al campo. Las jornadas pasaban lentas y necesitaba entretenerse con algo que no fuera oír balidos.

 Una tarde, entre bostezo y bostezo, escuchó un gruñido detrás de los árboles. Se frotó los ojos y vio un sigiloso lobo que se acercaba a sus animales. Asustadísimo, salió pitando hacia lo alto de la colina y comenzó a chillar como un loco:

– ¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Socorro! ¡Ayúdenme! ¡Ha venido el lobo!

Como siempre, los aldeanos escucharon los alaridos de Pedro, pero creyendo que se trataba de otra mentira del chico,  siguieron con sus faenas y no le hicieron ni caso. Pedro seguía gritando desesperado, pero nadie acudió en su ayuda. El lobo se comió a tres de sus ovejas sin que él pudiera hacer nada por evitarlo.

Y así fue cómo el joven pastor se dio cuenta del error que había cometido burlándose de sus vecinos. Aprendió la lección y nunca más volvió a mentir ni a tomarle el pelo a nadie.

Moraleja: no digas mentiras, porque el día que cuentes la verdad, nadie te creerá.

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¿Dónde quedaron los Gracobots?

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