EL SUICIDIO DEL PAN Y SU SEPELIO, CON JUAN CARLOS MARTÍNEZ TERRAZAS….
Cuatro cirios y una oración son preparados para el Partido Acción Nacional, con siete crisantemos, 12 flores de nube y una oración dada por el mismo obispo de la Diócesis de Cuernavaca después de su último proceso de selección interna para designar a su dirigente.
Los panistas tendrán un funeral poco asistido y con solamente la familia de quien fue reelecto en su presidencia del Comité Estatal, Juan Carlos Martínez Terrazas.
En Cuernavaca gobernará el chamaco todavía aprendiz de político o en Cuautla la familia Lezama y en los 31 municipios más: ¿quién?
La realidad del panismo es que hoy presuntamente tiene unos tres mil militantes, de los que el domingo pasado votaron 2,893 y ni uno más; es decir, el actual diputado local por el segundo distrito, Héctor Javier García, logró más votos en la elección pasada que un partido en todo un estado.
Esto está para que ya el PAN pierda o le quiten su registro y los aproximadamente 400 mil pesos que recibe mensualmente de prerrogativas públicas, porque nadie sabe en qué ni para qué las quieren, o en qué las gastan.
Lamentable realidad de un partido que al inicio del actual siglo duran12 años gobernó al estado, que logró tener cuatro mayorías en el Congreso local y en los municipios hoy está hecho un desastre.
De 25 comités municipales que logró mantener, en tres años solamente quedan cinco y solamente funcionan dos, el de las familia Martínez Terrazas y de los Lezama, quienes por 30 monedas son capaces de vender al mismísimo chamaco de Juan Carlos Martínez Terrazas.
Nadie mató a Acción Nacional, los periódicos amarillistas aseguran que fue suicidio, en el que hubo mil 822 participantes, como una especie de linchamiento en una pírrica comunidad.
En la lápida panista habrá que anotarlo muy claro: en honor a los que murieron, porque así lo quisieron y como lo anotó un el escritor mexicano Marco Aurelio Almazán en su libro “100 años de humedad”:
“Les gustaba soplarle a la botella de cuando en cuando. Moderadamente. Con discreción —si bien con perseverancia y disciplina—, con prudencia y yo diría que hasta con delicadeza. Nunca fue bebedor de alboroto, tumulto o desorden. Jamás vociferó, ni le dio por sentirse muy macho, ni por abrazar al vecino de barra, ni por lloriquear, ni por mentar madres, ni por desafiar a la autoridad, ni por decirle al cantinero que él era su padre y que todos los gachupines eran unos tales por cuales, ni por hablar mal del gobierno, a pesar de que estaba empleado en el gobierno”.
Y hoy con la familia de Juan Carlos Martínez Terrazas, el panismo morelense al ser parte del gobierno su crítica constructiva dejó de ser tal cual, es más bien parte de la nómina dorada.
Son tres mil panistas que de repartirse las prerrogativas equitativamente a cada uno les tocaría entre 10 mil a 12 mil pesos mensuales, pero la realidad es que las ganancias solamente quedan en la familia Martínez Terrazas y, quizá, las migajas llegarán a los Lezama, quienes ya están acostumbrados a repartirse los cargos en la región oriente.
Estamos en las vísperas de que ya en su lecho de mortandad no llegarán los albiazules a cargar los peregrinos en la próxima fiesta tradicional morelense, esperemos no nos den la sorpresa en plena noche de la natividad.
Y que aquellos que quedan en la militancia panista no lloren como una Magdalena lo que no quisieron ni pudieron defender, ni aun en el proceso electoral pasado porque con sus menos de 160 mil votos unidos al Movimiento Ciudadano, lo único que merecen es el olvido.
Y esa es la historia del Partido Acción Nacional con el chamaco que acaban de reelegir como su dirigente, solo que ahora los cargos públicos serán para la familia que no les alcanzó.
En otras palabras, ¿en la fracción parlamentaria de una diputada, los panistas tendrán 30 o más familiares de Juan Carlos Martínez Terrazas y el alcalde de Yecapixtla, también estará obligado a meter a los primos, parientes y “asuntitos” de su dirigente reelecto, el mil amores?, es pregunta no se encrespen.
Vaya suicidio de los panistas ni en la mejor película de terror tendrían un guion escrito, ni menores actores que Juan Carlos y su pandilla que ya saben quienes son.
Habrá que recordar la escuela de la vida: quien en tres años no hizo nada menos en toda su vida, así es que al sepelio del PAN todos estamos invitados. ¡Descanse en paz la gran obra del hoy extinto Manuel Gómez Morín!.