Anaya, triunfalismo desbordado
El triunfalismo de la dirección nacional del PAN por su victoria en siete estados el domingo es tan eufórico que si no calman a su líder, Ricardo Anaya, se les va a revertir.
Todavía no ganan la Presidencia, el PRI no está muerto y López Obrador sigue siendo un rival a vencer.
Ricardo Anaya dio instrucciones a todos sus candidatos ganadores para que metan a la cárcel a quienes van a suceder en el cargo.
Olvida que Maximilien Robespierre acabó en la guillotina.
Los gobernadores entrantes deben limpiar y procesar a todos los maleantes que saquearon el erario, sí, pero encarcelar a sus oponentes por una instrucción del dirigente del partido, es algo muy distinto.
El combate a la corrupción debe ser estructural y sin miramientos. Sin embargo, politizarlo es veneno para el país.
¿Van a ir a la guerra? Que vayan y todos saldrán derrotados.
Anaya le declara la guerra al PRI y al gobierno sin tener los instrumentos de la administración pública federal en la mano.
Podríamos esperar que el gobierno de Peña Nieto le tome la palabra al presidente del PAN y sea él, Peña Nieto, el que encarcele a todos los Duarte que haya que sancionar, priistas o no. Sería una excelente decisión.
Y que también encarcele a exgobernadores, como el de Sonora, cuyas cuentas son algo más que obscuras.
Durante la reciente campaña vimos fojas y fojas de investigaciones sobre enriquecimiento de candidatos del PAN y del PRI a gobiernos estatales. También de sus relaciones con el narcotráfico.
Es momento para que la PGR actúe y los llame a cuentas, sin importar que sean candidatos triunfantes o perdedores.
Lo anterior sería justicia. Pero Anaya convoca a una guerra, y eso demanda al gobierno federal ir más hacia adelante.
La administración del presidente Peña se vio débil con algunos funcionarios del gobierno anterior al no tocarlos judicialmente, a pesar de las evidencias existentes contra varios de ellos, documentadas por la Auditoría Superior de la Federación.
Ahora que Anaya ha dado la consigna de encarcelar priistas, el gobierno federal tiene las manos libres para sacar de la congeladora los fraudes en la construcción de la Estela de Luz.
O contratos en Pemex que se tradujeron en departamentos de lujo para algunos de los líderes blanquiazules.
O las compras a sobreprecio de medicinas en el ISSSTE.
Los porcentajes en la construcción de puentes e infraestructura carretera.
Las licencias para la operación de casinos.
Los concursos amañados de Pronósticos Deportivos.
Los moches con los recursos etiquetados del presupuesto federal.
Tal vez no todo se pueda documentar como es debido, pero como se trata de una guerra política, al menos tendremos un par de años de circo, de aquí al 2018, suficientes para que ambos partidos se
desangren mutuamente.
Y para que López Obrador se eche a la hamaca mientras le hacen el trabajo y gane la Presidencia sin mayor esfuerzo.
Por último, y no menos importante: el triunfalismo de Anaya adelantará la lucha sucesoria en el PAN. El riesgo es que de su victoria del domingo sólo queden cenizas.
Twitter: @PabloHiriart