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COORDENADAS

Pelear con los mercados lleva al fracaso

A ningún gobierno ni a ningún gobernante le gusta sentirse condicionado por esa entelequia denominada “los mercados financieros”.

Ni siquiera los liberales se sienten cómodos en un entorno en el que “los mercados”, les imponen condiciones.

Quizás es porque “los mercados” están lejos de ser un ente anónimo. La “mano invisible” es un producto de la imaginación. En realidad, se trata de un grupo identificable de fondos de inversión, intermediarios, grandes inversionistas e instituciones multilaterales.

Ellos tienen juicios que usualmente dependen de una combinación de informaciones duras y análisis sofisticado, pero también de sentimientos y percepciones.

Una característica es que en los mercados usualmente hay opiniones divergentes, que hacen que algunos sean pesimistas y otros optimistas; que unos vendan y otros compren.

Los comportamientos anómalos de los mercados se producen cuando las opiniones se uniforman y desencadenan euforias o pánicos.

El reto más importante que tiene el gobierno de López Obrador es lograr mantener opiniones divergentes.

Es visible que hay inversionistas e intermediarios que temen que con el próximo gobierno enfrentemos medidas que ahuyenten la inversión y frenen el crecimiento económico.

Eso se puede leer fácilmente en una gran cantidad de reportes a clientes emitidos por esas instituciones. Y eso se está reflejando en el tipo de cambio, la bolsa y las tasas de interés.

Pero, hasta ahora también hay un segmento de inversionistas que mantiene una expectativa favorable y que piensa que el próximo gobierno hará las cosas razonablemente bien y por lo mismo, piensa que vale la pena seguir invirtiendo en México, pues perciben que en el país hay muchas fortalezas.

Por eso, aunque hay presiones financieras, no se ha perdido la estabilidad.

La clave es evitar que se uniformen las opiniones en el bando de los pesimistas.

Hace un par de días escribí en este espacio que para el país es muy relevante que Alfonso Romo y Carlos Urzúa mantengan ascendencia sobre López Obrador y tengan peso específico en las decisiones.

Pero un hecho indudable es que han perdido puntos.

Perdieron con la decisión de ir por el aeropuerto de Santa Lucía y de que exista una iniciativa en el Senado para eliminar una serie de comisiones bancarias.

Pero pueden ganar credibilidad de nueva cuenta con el Paquete Económico que se presentará el 15 de diciembre.

Temas como los que se van a consultar los próximos días 24 y 25, ya son en alguna medida irrelevantes porque se percibe que las decisiones ya han sido tomadas.

La pregunta no es si se propondrá el Tren Maya o la refinería en Tabasco, sino cuántos recursos federales hay implicados y cuáles son las estructuras financieras para esos proyectos.

Y, respecto a ello, habrá luces hasta el momento en el que haya partidas específicas en el Presupuesto.

Si el gobierno de AMLO mantiene un enfrentamiento permanente con quienes mueven a los mercados financieros, la próxima administración difícilmente podrá llevar a buen puerto sus proyectos.

Si se convence de que, guste o no, la gestión de un gobierno –cualquiera que sea– en el mundo de hoy está acotada por los mercados, o, mejor dicho, por las manos visibles que los mueven, hay más posibilidades de llegar a un desenlace exitoso.

Ámbito: 
Nacional