La rebelión de los gobernadores
Los gobernadores de la zarandeada oposición a Morena rechazan la imposición de “virreyes” o “superdelegados” que concentrarán la relación de todas las dependencias de la administración central por considerar que las funciones que desempeñarán atentan contra el federalismo.
Esos funcionarios, uno por entidad, conjuntarán los recursos, los proyectos y la interlocución con las autoridades de cada estado.
Los gobernadores del PAN y PRI siguen el oportuno ejemplo del mandatario por MC de Jalisco quien, con énfasis especial, manifiesta su rechazo porque, además, los enviados de Andrés Manuel López Obrador serán determinantes en la aplicación de las políticas estatales en materia de seguridad.
Enrique Alfaro explica su desacuerdo como un acto de congruencia porque su papel en la definición de proyectos prioritarios y financieros, como sucederá con el del resto de sus pares, corre el riesgo de volverse decorativo.
Para entender este nuevo gran conflicto, recuérdese que los gobernadores fueron elegidos en urnas por una mayoría de ciudadanos, y para los “superdelegados” bastó únicamente la voluntad de una persona (AMLO).
El temor fundado es que los “virreyes” desplacen las funciones de los gobernadores y se hagan de poderes superiores, ya que decidirán el destino de recursos federales, la coordinación e implementación de planes, la atención ciudadana, la supervisión de los servicios y el desarrollo: prácticamente todos los programas a cargo de secretarías y demás dependencias presidenciales.
Agravio particular en los estados de México y Jalisco, donde los enviados fueron rivales morenistas por la gubernatura: Delfina Gómez y Carlos Lomelí.
Por descontado se da que los poderosos delegados forjarán una esplendida plataforma electoral, ya que todos los días le harán de Santa Clós, mientras los gobernadores quedarán como blancos de feria para todo tipo de reclamos y mentadas.
El problema hizo patinar al senador por Morena Félix Salgado Macedonio, quien deslizó un lapsus de golpismo civil al amenazar con las facultades de su Cámara para desconocer los poderes estatales en caso de que los mandatarios no se sometan (por suerte, el coordinador de la diputación de Morena en San Lázaro, Mario Delgado, matizó: "Yo veo algunos gobernadores muy acelerados, muy nerviosos, pero el proceso de la negociación del presupuesto todavía no inicia").
Sin entrarle al fondo, López Obrador nada más advierte que no será sujeto de presiones ni chantajes. En vísperas de asumir el cargo, el Presidente electo ha dejado claro que el suyo no es el arribo de un jefe del Ejecutivo más, sino que comienza un extremista cambio de régimen.
Por desordenado y conflictivo que parezca lo que está viviéndose (aeropuerto, consultas, calambres económicos, tren maya, maltrato a las fuerzas armadas…), la verdadera función en el teatro de la República comenzará, apenas, el próximo sábado.