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SERPIENTES Y ESCALERAS

Corrupción
 
 

Graco Ramírez prometió seguridad en 18 meses, no cumplió y la sociedad se lo cobró.

Cuauhtémoc Blanco promete meter a la cárcel a Graco Ramírez y la sociedad espera que lo cumpla.

Prometer en campaña es sencillo; cumplir en el gobierno es complicado.

 En los últimos tres años el debate sobre la corrupción en México ha acaparado la atención de todos los medios y sectores de la sociedad; muchos han sido los casos de este tipo en los que se han visto involucrados hombres y mujeres de poder, de la administración pública y de la iniciativa privada, de todos los partidos y en los tres niveles de gobierno. En la agenda social el interés por la corrupción ha superado, incluso, a la seguridad y ello fue muy bien aprovechado por quienes prometieron combatirla en las pasadas elecciones. Incumplir esa promesa puede ser sumamente costoso para las nuevas autoridades.

En Morelos la corrupción es un problema de fondo que se viene arrastrando desde hace varios años, estuvo presente en los gobiernos panistas de Sergio Estrada Cajigal y Marco Adame Castillo, pero se desbordó cuando el PRD asumió el control de las instituciones estatales con Graco Ramírez Garrido. El PRI también mostró el tamaño de su ambición en las corruptas administraciones de Manuel Martínez Garrigós y la de Jorge Morales Barud en Cuernavaca.

Desde los congresos federal y local, lo mismo que desde la sede del ejecutivo, los nuevos gobernantes no paran de señalar los abusos en los que incurrió la administración pasada. Unos y otros hacen referencia a desvíos millonarios de recursos, a malversación de fondos, a cuentas que no cuadran y a lo que simple y llanamente llaman “el robo de Graco”.

El gobierno de Cuauhtémoc Blanco ha presentado varias demandas en contra de ex funcionarios de las secretarías de Salud, Obras Públicas y Desarrollo Sustentable; en todos los casos se insiste en los abusos cometidos y también en las penas que pueden alcanzar dichos delitos. Algunos personajes como Jorge Argüelles, incluso, refieren que no sólo se actuará penalmente contra el ex gobernador, afirman que se le hará regresar el dinero que se llevó.

La lista de inculpados por los nuevos hombres y mujeres de poder es amplia y crece cada día; la encabezan el gobernador y su familia (Elena Cepeda, Rodrigo Gayosso y José Domingo Ramírez), pero también se enumeran a otros personajes como Andrik Ruíz de Chávez, Sergio Beltrán Toto, Alexis Ayala, Patricia Izquierdo, Jorge Michel, Armando Sanders, Cristina Fesler y Topiltzin Contreras.

Contra varios de ellos la administración actual ha presentado denuncias penales y contra otros prepara las demandas; los expedientes se han puesto sobre el escritorio de los fiscales (General y Anticorrupción) y estos últimos, cuentan, han dejado de tomarles la llamada a los funcionarios del régimen anterior.

Pero el combate a los corruptos es un arma de doble filo para quienes enarbolan dicha causa: denunciar y presentar demandas son acciones que se aplauden, pero si los inculpados no son sometidos a proceso, purgan sus faltas en una cárcel y devuelven lo que se llevaron, la esperanza se traducirá en odio. Explico:

La gente quiere y espera que el nuevo gobierno actúe contra los corruptos, pero no se conforma con un señalamiento o una demanda; el ciudadano está cansado de simulaciones como la de la lideresa del SNTE Elba Esther Gordillo, como el del ex gobernador de Veracruz Javier Duarte o de farsas como la que localmente hubo en los procesos contra Manuel Martínez Garrigós. Por casos como los anteriores los ciudadanos están más pendientes de las cosas y exigen que la justicia se cumpla.

Dicho de otra manera: si las demandas no van más allá del momento, es decir, si los señalados no son procesados, la gente considerará que se trata de una simulación, de un acto de complicidad y de un engaño. Si los aludidos no van a la cárcel o regresan lo que se robaron, la opinión pública enfurecerá y su enojo será contra quienes no pudieron procesarlos.

Cuauhtémoc Blanco y su equipo han elevado mucho la expectativa en este tema, han reiterado hasta el cansancio desde la campaña que no quedarán impunes los delitos, que se llamará a cuentas a los ladrones y se procederá contra quienes han dicho una y otra vez, saquearon las finanzas del estado. Más claro: cárcel a Graco.

¿Y si no lo hacen? ¿Y si todo queda en declaraciones mediáticas? ¿Y si no acreditan los delitos o se les va el tiempo? ¿Y si los fiscales no actúan y protegen los intereses de quienes los nombraron? ¿ Y si…?

Antes de analizar todos los aspectos de su propuesta, el gobernador prometió justicia; después de tomar el cargo y de enterarse a detalle del tamaño de las tropelías cometidas Cuauhtémoc Blanco reiteró que habría cárcel para los ladrones. Obvio: cada vez que el deportista decía que castigaría a Graco y a los suyos la gente le aplaudía; fue su mejor y más llamativa oferta de campaña y sigue siendo la promesa que más simpatiza a la gente. Pero… ¿Y si no cumple?

Dentro del gabinete hay muchas dudas sobre la capacidad que tendrá el nuevo gobierno de actuar en contra de sus antecesores; no es falta de ganas, dicen, sino de habilidad para armar expedientes y de certeza de que quienes tendrán a su cargo la investigación y llevarán los procesos verdaderamente actuarán con profesionalismo y sin amiguismos. “Es difícil”, dicen, porque los fiscales responden a Graco y mucha de la gente que está en el gobierno les sigue siendo fieles.

La promesa de “Cárcel a Graco” es igual de llamativa y peligrosa que la de “Seguridad en 18 meses” que hizo el gobernador anterior; hoy la gente no se conformará con menos, exige justicia y demanda al nuevo gobernador que encarcele a su antecesor. Sin ese primer paso no habrá nada más.

Andrés Manuel López Obrador ya se amarró el dedo, dijo que perdonará a los corruptos y que no encarcelará a ninguno de ellos; la declaración le ha costado y le seguirá costando mucho, echa por tierra su discurso anticorrupción, le generará muchos dolores de cabeza a lo largo de su sexenio y puede costarle a Morena la elección intermedia.

A Cuauhtémoc Blanco le sucederá igual en Morelos si decide perdonar a los corruptos, con la salvedad de que nuestro gobernador no tiene el apoyo de un partido tan fuerte como Morena, ni tampoco la protección de los otros poderes del estado.

No hay más para el ex seleccionado nacional: o encarcela a Graco y a su gente o probablemente no concluirá su sexenio.

·         posdata

La de Jiutepec es una historia que comenzó como comedia cuando vimos a un alcalde con licencia haciendo campaña como payaso y terminará como tragedia al ver la forma como ese personaje dejará el cargo.

Manolo Agüero emuló a Graco Ramírez en su municipio, falseó información, desvió recursos y abusó de su autoridad; igual que su mentor político Agüero benefició a su familia con el presupuesto, hizo del municipio un negocio personal y nunca respetó la ley.

A unas semanas de que concluya su gestión las cosas se ponen cada vez más complicadas para el alcalde que se va y para el que llega; el perredista ha perdido la cordura, actúa sin recato y no parece tener temor alguno de las advertencias de su sucesor.

Antes de irse Agüero ha creado sindicatos, ha basificado a su gente, ha jubilado a sus amigos y se ha gastado de manera anticipada el dinero de la siguiente administración. A sabiendas de que perdió la campaña y que el 01 de enero deberá entregar el gobierno a Rafael Reyes, el regordete personaje sigue haciendo de las suyas y toma dinero público para recuperar lo que invirtió en campaña, sin importarle que ello represente un ilícito.

Lo de Manolo Agüero parece un reto directo a Rafael Reyes, un reto para que actúe, para que proceda y para que demuestre que no es un personaje que sólo sabe declarar ante los medios.

Hoy el alcalde en funciones de Jiutepec se ríe de sus críticos, se burla de su sucesor y desprecia a la gente que le retiró la confianza; el hijo putativo de Graco sabe que no tiene futuro político y por lo mismo aprovecha estas últimas semanas para abultar la cartera. Confía en el perdón de López Obrador y en la incapacidad de Rafael Reyes para llamarlo a cuentas.

·         nota

El equipo es la clave del éxito de cualquier institución, incluyendo al gobierno. La falta de equipo y las ocurrencias del gobernador hicieron que la administración pasada fracasara, porque gran parte de los integrantes del gabinete se la pasaron simulando que trabajaban, falseando resultados y engañando a su jefe.

Ahora toca el turno a un nuevo staff conformado por figuras que tienen características individuales que llaman la atención, que podrían cumplir las metas trazadas por el mandatario estatal o sumergirse en la falsedad, como sucedió en el pasado reciente.

La cabeza del gabinete, debajo del gobernador, es José Manuel Sanz, hombre de todas las confianzas y el afecto de Cuauhtémoc Blanco; fue su representante como futbolista profesional y su compañero de viaje en política. Como Jefe de la Oficina de la Gubernatura Sanz Rivera tiene la coordinación del gabinete y legalmente (un error muy grave) la responsabilidad de muchísimas cosas. Nadie duda de su liderazgo e influencia, pero todos observan que José Manuel Sanz se está desgastando muy rápido, mucho más de lo que cualquier funcionario similar en el pasado.

Pablo Ojeda tiene a su cargo la otrora poderosa Secretaría de Gobierno, cuyo peso fue notoriamente disminuido producto de las nuevas reformas de ley; el abogado tiene una amplia experiencia en materia jurídica, dicen que es un caballero en su actuar, pero aún no tiene los hilos de la política local ni el conocimiento de lo que sucede en el estado. Además, cuentan, está agobiado y desencantado del rol que le toca jugar en este gobierno.

José Antonio Ortiz Guarneros llegó a Morelos desde la Marina Armada de México, enviado por el equipo de Andrés Manuel López Obrador para hacerse cargo del gravísimo problema de inseguridad y violencia en la entidad; el nuevo titular de la CES conoce el tema, pero no la región ni tampoco al cuerpo policiaco que está bajo su mando. Sus primeros meses al frente de la oficina en Morelos han sido difíciles, con resultados poco atractivos y un panorama incierto; la semana pasada se rumoró que se iba, luego se aclaró que se quedaba, pero en el rostro del marino queda de manifiesto que no se encuentra a gusto.

El viernes continuamos con el análisis del gabinete.

·         post it

Golpe importante el de ayer a los grupos criminales que operan en Morelos; la captura de una célula delictiva responsable de la ola de violencia en la zona sur del estado para posicionar a un cártel es un punto muy importante a favor del equipo de seguridad que encabeza el marino Guarneros.

Ojalá que esta detención permita comenzar a resolver el problema de inseguridad que agobia a nuestra entidad.

Un paso a la vez. El de ayer fue uno bueno.

·         redes sociales

El ex gobernador Graco Ramírez regresó a Morelos y también a las redes sociales; desde hace algunos días el tabasqueño vuelve a tuitear y en su última publicación pide mérito en la edificación de la nueva autopista Siglo XXI.

Conforme pasan los días el ex mandatario va tomando confianza, observa que la guerra en su contra es sólo de papel y que difícilmente le podrán fincar alguna responsabilidad.

Otro bandido que apuesta al perdón de López Obrador.

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