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SERPIENTES Y ESCALERAS

Sin derecho a fallar
 
 

“Queremos convertir la honestidad y la fraternidad en forma de vida y de gobierno, no se trata de un asunto retórico o propagandístico, estos postulados se sustentan en la convicción de que la crisis de México se originó no solo por el fracaso del modelo económico neoliberal sino por el predominio de la más inmunda corrupción pública y privada. Nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes”

Andrés Manuel López Obrador / Presidente de México

 

Inició la administración de Andrés Manuel López Obrador y con ello una nueva etapa en el país. El Presidente de México ha puesto en marcha la autodenominada Cuarta Transformación en medio del júbilo de algunos, la incertidumbre de otros y la expectativa de la mayoría. Fue una transición larga en todos los sentidos, pero más civilizada de lo que algunos habrían imaginado: Enrique Peña Nieto aceptó la derrota, entregó de inmediato el poder y Andrés Manuel López Obrador agradeció de principio a fin esa postura. El estilo de gobierno que ha marcado el nuevo jefe del ejecutivo nacional definirá la pauta del comportamiento de todos los políticos del país.

Algunas medidas tomadas por el equipo del gobierno electo en los últimos meses generaron más turbulencia que la propia campaña y los más afectados fueron los mercados financieros. Las decisiones que tomó como presidente electo López Obrador movieron la percepción de México ante el resto del mundo, hicieron retroceder a la bolsa de valores, afectaron la paridad cambiaria, disminuyeron la expectativa de crecimiento y mermaron la confianza de los inversionistas extranjeros, sin mencionar las pérdidas multimillonarias a bancos y empresas que cotizan en la BMV.

El larguísimo mensaje de toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador también dividió opiniones: para algunos como Carlos Slim representó una señal de confianza, aunque para el Consejo Coordinador Empresarial y la Coparmex se encendieron las señales de alerta y se puso en duda la estabilidad macroeconómica y la confianza en el país.

Pero aunque a algunos no han gustado ciertas expresiones del nuevo presidente, ni el estilo que muestra como jefe de la nación, lo real es que AMLO mantiene hasta ahora congruencia y el mismo pensamiento que ha defendido durante años. Andrés Manuel López Obrador sigue siendo lo que ha sido siempre, no ha engañado a nadie, ni siquiera a aquellos que a pesar de no estar totalmente de acuerdo con sus ideas le otorgaron su confianza en las pasadas elecciones. Nadie puede darse por sorprendido de lo que está mostrando como titular del poder ejecutivo.

Andrés Manuel López Obrador está planteando la construcción del país con el que sueña, con los valores que ha defendido a lo largo de su vida y las características que, dice, le han transmitido millones de personas con las que ha platicado. Una cosa: AMLO es el político mexicano que más campaña ha hecho en toda la historia y el único que ha recorrido y visitado cada municipio de México.

Por supuesto estamos frente a un político que rompe con los estereotipos que conocíamos, no respeta cánones y está decidido a reinventar la forma de hacer política. Igual que muchos, López Obrador sabe que el sistema político mexicano está agotado, que la gente desprecia las viejas formas de ejercer el poder y exige un cambio no sólo de discurso, también de actuación y de conducir las instituciones.

La apuesta de AMLO empieza con eso, con un cambio radical en la forma y en el fondo, que muestre al presidente como un ciudadano más y no como el Tlatoani todopoderoso al que nos hemos acostumbrado. Sin duda hay excesos en su actuar y formas que tendrán que irse moderando con el tiempo, pero ante la profunda degradación de la clase gobernante parece necesario hacer un alto total y plantear un cambio radical en el ejercicio de poder; AMLO lo sabe: mantener la confianza ciudadana es fundamental para llevar a cabo todos planes de gobierno que tiene en mente y que ha prometido a los mexicanos.

Populista es como históricamente han llamado al fundador de Morena; sus formas, sus modos, su discurso y hasta su actuación personal ha sido considerada así por sus adversarios y detractores a lo largo de muchos años. Pero hoy los populistas están de moda en el mundo, representan un fenómeno socio político que está marcando pauta y ganando elecciones producto del hartazgo ciudadano hacia sus gobernantes y la lucha contra el establishment.  The Guardian dice que Europa no experimenta sola el surgimiento del populismo “Se han electo populistas en las presidencias de cinco de las siete más grandes democracias del mundo: Brasil, Estados Unidos, Filipinas, India y México”.

Andrés Manuel López Obrador es un presidente ambicioso, de retos, que se ha propuesto poner un punto final a la historia política del país para iniciar una era distinta “Puede parecer pretencioso o exagerado, pero no sólo se inicia un nuevo Gobierno: hoy comienza un cambio de régimen político. Se acabará la corrupción y la impunidad que impiden el renacimiento de México”, dijo; en su toma de protesta, donde lanzó un sinfín de promesas y planteó la reinvención del país con un lenguaje coloquial que pocos políticos tienen hoy en México y que le ha ganado la simpatía de muchos; su discurso de toma de protesta fue maratónico e incluyó momentos en los que se salió del guión para responder a sus críticos “Ahora resulta que los que subieron el precio de las gasolinas están pidiendo que la baje”.

Ha iniciado la era López Obrador y con ella una nueva historia para México; frente al nuevo gobierno (que institucionalmente ha dejado de llamarse Gobierno de la República para ser el Gobierno de México) hay mucha expectativa, esperanza y también incertidumbre. Pocas veces (quizá nunca) habíamos visto una toma de protesta como la de López Obrador, en donde el inicio de su gobierno se convierte en una fiesta popular. “Propongo al pueblo de México que ponga un punto final a esta horrible historia y que no haya persecución a los funcionarios del pasado. Es más severa la condena al régimen neoliberal y hacer todo lo que podamos para abolirlo que someter a procesos judiciales a sus personeros, quienes a fin de cuentas no dejan de ser menores ante la esperanza de todo un pueblo”.

Es enorme el reto que se ha impuesto a si mismo Andrés Manuel López Obrador, su deseo es acabar con la corrupción y la impunidad, cambiar de régimen político, beneficiar a las clases más desprotegidas y hacer de México un país más justo, honesto, competitivo y democrático. Todo eso con un estilo distinto de hacer política, con la honestidad como premisa y la democracia como camino.

Se puede estar en desacuerdo con el estilo y la personalidad del Presidente López Obrador, con sus formas y hasta con sus expresiones, pero no hay manera de estar en contra de sus postulados.

Su condición es fundamental “Por el bien de todos, primero los pobres”.

Lo menos que podemos otorgarle es nuestro apoyo y el beneficio de la duda.

Ya se lo dijo un ciclista a nombre de todo México: “En ti confiamos… tú no tienes derecho a fallarnos”

·         posdata

Dos errores claves, entre muchos, cometió Enrique Peña Nieto durante su gobierno: perdió la batalla de la percepción y no combatió la corrupción; con lo primero perdió la confianza de la gente y con lo segundo provocó una molestia popular que no pudo revertir a lo largo del sexenio.

Durante la pasada administración se capturaron a muchos delincuentes importantes, empezando por Joaquín El Chapo Guzmán, y se procesó a una docena de gobernadores por actos de corrupción. A pesar de ello la gente no validó la estrategia de seguridad del gobierno de la república, ni creyó en la honestidad del presidente. ¿El motivo? La gente dejó de confiar en Enrique Peña Nieto y en su administración.

Al perder la batalla de la percepción y dilapidar la confianza popular, el PRI sentenció su futuro; el manejo de comunicación del gobierno de Enrique Peña Nieto fue terrible, siempre reactivo y buscando resolver problemas políticos a través de la comunicación. El gobierno federal apostó a unos cuantos medios nacionales, dejó suelta la prensa estatal y nunca supo interactuar en las redes sociales.

Una cosa más: Enrique Peña Nieto es el primer presidente mexicano que convivió y enfrentó a las redes sociales, fue vigilado permanentemente por los influencers y presa de principio a fin de los memes; el gobierno federal nunca tuvo un planteamiento específico para este sector, no valoró su opinión y los dejó libres, con el consecuente desgaste que ello trajo consigo. Nunca antes un presidente mexicano fue observado tan de cerca por la gente a través de las redes sociales.

Esta mala experiencia tiene que servir de base para la nueva administración federal y para los gobiernos estatales; Andrés Manuel López Obrador tiene hoy una popularidad que ningún otro gobernante había tenido antes (el más cercano a ello fue Vicente Fox), pero esa simpatía en el ejercicio del poder puede terminarse muy rápido. El Gobierno de México debe diseñar una estrategia efectiva de comunicación que incluya a los medios tradicionales y a las redes sociales, debe escuchar a la gente, reaccionar a tiempo y generar empatía con la ciudadanía. Algo que no puede hacer el presidente es pelearse con los medios de comunicación ni con los líderes de opinión, porque el costo sería altísimo.

El arranque del nuevo gobierno es bueno: En su segundo día como presidente (primero de trabajo formal), Andrés Manuel López Obrador salió a trabajar sin escolta en el Jetta Presidencial, viajó a Jalapa en vuelo comercial  como cualquier ciudadano y lanzó un mensaje de confianza a los mercados financieros internacionales al continuar las obras del NAIM.

Arranca bien el gobierno, ojalá así siga. Nos conviene a todos.

·         nota

Percepción, corrupción e inseguridad. Los tres temas están presentes, latentes y vigentes en el Morelos que gobierna Cuauhtémoc Blanco. Con ellos tiene que lidiar y contra los tres debe luchar. El tiempo es clave.

Dos meses después de iniciada su administración sigue sin haber claridad sobre el proyecto de gobierno, ni rumbo en la administración. Ocho semanas se han ido en excusas, culpas al pasado y amenazas que no van más allá de la retórica.

Si pierde la batalla de la percepción, queda impune la corrupción y se desborda la inseguridad, el destino de este gobierno será fácilmente predecible.

La gente no perdona la corrupción, ni la violencia, ni la impunidad.

·         post it

El gabinete que acompaña al gobernador de Morelos es de claroscuros; hay figuras valiosas, con capacidad, experiencia y compromiso, pero otras que deben demostrar con trabajo y resultados que fue correcto invitarlos al equipo.

Fidel Giménez Valdés ocupa la secretaría de obras, una oficina importante, pero también muy observada por la histórica corrupción que ha habido ahí. El secretario es afecto a la camorra, a la declaración polémica, pero hasta ahora no ha dejado ver talento ni confiabilidad. Fue integrado de último momento y pocos en el gabinete le tienen confianza por su manera de ser y actuar; es cuestión de tiempo para que su personalidad meta en problemas al gobernador.

Margarita Saravia conduce las oficinas de Cultura y Turismo del gobierno estatal; la dama tiene trayectoria profesional, conocimiento de ambas áreas e identidad con la gente. Quienes la conocen la describen como un dínamo, alguien que no para de trabajar y con un estilo que siempre da buenos resultados. Su lealtad hacia el gobernador está fuera de dudas.

El decano del gabinete es Luis Arturo Cornejo: el secretario de educación tiene más trayectoria pública que ningún otro miembro del staff, goza de buenas relaciones nacionales (desde ahí llegó al equipo) y tiene claro su papel en el gobierno. Su andar es prudente, cuidadoso e institucional; conoce más de política que de educación, pero tiene el cuidado de no salirse del área que le encomendaron.

·         redes sociales

El desgaste del nuevo gobierno de Morelos en las redes sociales y ante la opinión pública va creciendo.

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